31/5/07

SEATTLE cita contra el Neoliberalismo

La ciudad norteamericana de Seattle -sede de multinacionales como Boeing, Microsoft y otras- fue la elegida para esta reunión de la Organización Mundial del Comercio. La cita que reunía a representantes de 135 países debía sentar las bases prácticas del libre comercio y ser el inicio de una nueva tanda negociadora, la Ronda del Milenio, que ampliara los términos y ámbitos de la OMC. A esta reunión se llegó sin consenso de ninguna clase y con varias posturas enfrentadas. El fracaso de esta cita ha supuesto el aplazamiento de la actual propuesta que deberá ser modificada con un mayor contenido técnico. La próxima reunión tendrá lugar en la sede de Ginebra de la OMC dentro de un año.

Los 135 países reunidos no pudieron presentar ningún frente unido a fin de que el comercio funcionase libremente en el "nuevo paraíso de la - globalidad". El fracaso de Seattle es, de alguna manera, el fracaso del conjunto de la organización económica internacional impuesta por las potencias triunfantes en la II Guerra Mundial. Todo ese entramado de foros de discusión -FMI, Banco Mundial, OMC...- para la solución de los problemas - internacionales puede salir resentido.

Desde la óptica neoliberal se ha buscado ya "culpables" a este fracaso y se advierte contra los que pretenden acabar con las instituciones internacionales de la postguerra que tan bien han servido al sistema capitalista. Indudablemente, la culpabilidad la hacen recaer en los tres grupos que combaten la existencia de la propia globalización y de los organismos internacionales, a quienes culpan de los resultados negativos de ésta.

Son grupos muy delimitados:
1.- Un conjunto de nacionalistas y proteccionistas en el terreno económico, preocupados por la pérdida de poder económico de los estados por la globalización. En este grupo sitúan
a políticos, empresarios y sindicatos aterrados por la competencia de productos de importación a precios muy bajos.
2.- Quienes desean el cambio general del funcionamiento de la economía de mercado. Sitúan aquí a defensores de los derechos humanos, ecologistas y un amplio abanico de ONGs que rechazan que las actuales organizaciones internacionales sean capaces de recoger sus preocupaciones.
3.- Un colectivo muy influyente de técnicos ultraliberales que creen que el mercado global desempeña mejor la labor de árbitro internacional que los organismos. Para ellos sobran los intermediarios y fundamentan su criterio anti-intervencionista en "'a necesidad de dejar funcionar a su aire a los mercados financieros internacionales".

El neoliberalismo se enfrenta a este movimiento de rechazo acusándolo "de vuelta a la defensa descarnada de los propios intereses, bien sea desde plataformas nacionales, bien sea desde enfoques temáticos o sectoriales", y sosteniendo que la "globalización no se debe a los organismos internacionales, sino a la tecnología y a las decisiones políticas y técnicas de abrir las fronteras de par en par". Para estos defensores del liberalismo "la alternativa es dejar que la globalización sea gestionada por los más poderosos sin el efecto amortiguador de los organismos internacionales", para que ésta proporcione sus beneficios de la forma más general y equitativa posible.

La Organización Mundial del Comercio

En 1974 se firmó el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT) que pretendía la liberalización de los mercados en un marco de reglas multilaterales, cuya base radicaba en la cláusula de "nación más favorecida", lo que permitía un alineamiento de las tarifas hacia el punto más bajo. Se trataba de favorecer el interés de los exportadores nacionales en la búsqueda de nuevos mercados. El intercambio de concesiones implica a gestionar la oposición de los productores nacionales afectados por rebajas arancelarias y por la competencia de las importaciones. Pero, los estados más poderosos podían imponer sanciones discrecionales.

En 1987 se iniciaba la Ronda Uruguay del GAIT que acabaría con los Acuerdos de Marrakech por los que 125 países creaban la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esta nueva organización tenía idéntico nivel que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial compuesta en la actualidad por 135 países, su misión es reflexionar sobre las ventajas de la liberalización hasta consolidar un acuerdo multilateral que le dé credibilidad e irreversibilidad. Sus decisiones se toma por consenso y la negociación, sea ésta multilateral -llevada a cabo por negociador comercial, ministerio, autoridad supervisora de mercados- o multisectorial para tratar de dar una mayor operatividad. Así, para negociar los países se agrupan en bloques con necesidades similares. A la reunión de Seattle acudieron cinco agrupaciones definidas: La UE, los EEUU, Japón, Países en desarrollo, Países atrasados.

La OMC quedaba dotada de un órgano regulador formado por expertos para dar y quitar razones, para imponer cambios en las políticas comerciales o para permitir a un estado imponer sanciones a otro.

Posturas enfrentadas

Los cinco bloques diseñados en el seno de la OMC mantenían serias diferencias sobre la agenda de la Ronda a iniciar en Seattle.

La unión Europea defendía un enfoque global que extendiera la negociación a sectores como: competencia, cultura, inversión, normas sociales, medio ambiente, propiedad intelectual, seguridad agroalimentaria, facilidades de comercio y contratación pública. Postura apoyada por Japón, Corea del Sur, Suiza y otros países industrializados. La UE añadía el carácter multifuncional de la agricultura con la preservación del paisaje y de la calidad de vida; la creación de un forum equidistante entre la OMC y la OIT para las normas sociales o la preocupación francesa por el imperio cultural norteamericano.

EEUU pretendía reemprender los temas pendientes de la Ronda Uruguay: agricultura, servicios (transporte, telecomunicaciones, informática y finanzas) y aranceles industriales. Australia y Nueva Zelanda le apoyaban a fin de eliminar totalmente las subvenciones y las restricciones de entrada a sus productos textiles y agrícolas.

Japón abogaba por ampliar temas de la agenda con un orden del día que no tuviera la agricultura como sector diferenciado, ni incluyera la propiedad intelectual.

El heterogéneo grupo de países en desarrollo pedía la liberalización agrícola y de-servicios, y se mostraba hostil a las normas sociales porque la preocupación social o medioambiental era un pretexto para eliminarles sus ventajas competitivas. Pakistán, India o Malasia no consideraban necesaria la nueva Ronda por no haberse aplicado los anteriores compromisos. India se oponía a la propiedad intelectual e inversión de los paises desarrollados por ser un instrumento proteccionista de éstos.

Los países atrasados, el 0,5 por ciento del comercio mundial, demandaban la apertura urgente de los países industrializados y la revisión de las reglas "antidumping" que rigen sus exportaciones, sobre todo en los productos textiles.

Contra lo único correcto

Hasta la cita de Seattle, el capitalismo entraba en el nuevo milenio sin adversarios a quienes dar cuenta de sus fechorías. Esto representa un problema político: el ciudadano, a pesar de ser llamado a las urnas de forma continuada, no tiene capacidad alguna, a corto o largo plazo, para promover cambios en decisiones que se escapan al control político.

Promovido por el "Peoples Global Action", Seattle y sus calles albergaron más de cien mil manifestantes en una jornada de protesta contra el capitalismo. La convocatoria reunió personas de diversas tendencias ideológicas o sociales. Campesinos, pacifistas, ecologistas, grupos cristianos, sindicalistas, consumidores... hicieron oír su voz bajo la consigna de: "el mundo no está en venta". Acusaban a la OMC de ser una organización secreta con poderes ilimitados "para nutrir la codicia de los ricos sin reparar en los derechos humanos". La OMC sería el ejemplo de cómo el mercado gobierna el mundo por encima de la política.

La protesta provocó una feroz represión de la policía yankee que acabó con más de seiscientos detenidos. Ante la magnitud de la protesta, el presidente Clinton intentó abogar por "unas reglas comerciales que no pongan consideraciones económicas a corto plazo sobre los intereses a largo plazo del medio ambiente y de los trabajadores".

La acción de los manifestantes trataba de poner freno a una situación en la que "el gran capital, las grandes empresas multinacionales, el beneficio por el beneficio, la supremacía del dinero por encima de los ciudadanos, de las pequeñas colectividades, los pueblos, las naciones y los gobiernos que no tienen otra opción que captar una filosofía política y económica que se ha convenido en considerar como la única alternativa posible".

Seattle acogió la protesta de quienes plantean la necesidad de una nueva democracia para el tercer milenio. Una democracia que restablezca el equilibrio de los poderes en escena, rehabilite la función de las organizaciones políticas como escuelas de formación ideológica y de convivencia, diseñe un nuevo sistema que represente todos los ámbitos de la vida ciudadana y no solamente a los partidos políticos. Una nueva regeneración de la sociedad que es amenazada por:
-el peligro de organizaciones supranacionales como la OMC, el FMI, la OCDE, el BCE... que suplantan ya el poder de los gobiernos en la toma de decisiones clave;
- la instauración de un capitalismo especulativo que eleva a los corruptores a la máxima categoría mientras lincha a los corruptos que, fiel y servilmente, le hicieron el trabajo sucio. Véase la publicidad de los "trapos sucios" de Miterrand, de la corrupción y financiación ilegal de la democracia cristiana en Europa (Alemania, Italia...); de la corrupción, financiación ilegal y terrorismo de estado de los González y compañía.
- la aparición de pseudos ONGs, plenamente integradas en el sistema, con pretensiones más políticas que humanitarias, que tratan de aparecer como salvadoras de unos ciudadanos perdidos en el maremagno de la globalización.

(Publicado en El Federal núm. 4 - Febrero 2000)

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