18/5/07

La Libertad como excusa (I)

Jesús Cacho, periodista del diario "El Mundo", en "El negocio de la libertad" describe la estructura del poder, la cara oculta de quienes han hecho fortuna con la transición. El eje del poder: banca, grandes fortunas, grupo Prisa, cúpula socialista y entorno del Jefe de Estado, es analizado por el periodista palentino quien se plantea esta cuestión: ¿Accedería el primer gobierno de la derecha democrática española a actuar de zapatero remendón de un sistema gastado, agotado, nucleado en torno al eje de poder (Polanco-Felipe-Su Majestad el Rey) surgido en octubre de 1982, o se decidiría a cortar por lo sano, levantando las alfombras y abordando el saneamiento radical de las instituciones?


Dibuja al José María Aznar anterior a marzo de 1996 como una persona comprometida con la regeneración democrática de la política española y nos lo presenta como una persona sometida a las bromas y chuflas del Jefe de Estado quien, ante su cohorte de íntimos como María Conde y otros destacados miembros de la Jet, lo define como el del "bigotín". Un Jefe de Estado que en las elecciones generales de 1993, tras el debate de Antena 3 TV, en que Aznar vapuleó a Felipe González, le dicta al del "bigotin" una serie de recomendacionesa seguir en el posterior debate de la cadena Tele 5. Consciente de que no contaba con el apoyo del Jefe de Estado, se ve a un Aznar apático y ausente en Tele 5, puesto que la exigencia de "prudencia y no tensar las cosas" le imponía un ejercicio de moderación y el silencio sobre determinados temas.

El consejo del Jefe de Estado obligaba a Aznar "hablar en presidente" en el debate de Tele 5. Tras ese desastre televisivo, el PP perdió las elecciones del junio del 93 y aumentó la desconfianza de Aznar respecto a Juan Carlos. Meses después, en abril de 94, Manuel Prado y Colón de Carvajal, enviado por Juan Carlos para presentarle sus quejas, fue despedido sin contemplaciones por Aznar y con una advertencia: 'Dígale al Monarca que, en caso de crisis institucional, el Partido Popular nunca le apoyaría si se diera alguno de estos supuestos:
a) En caso de que estallara un escándalo de corrupción económica que salpicara a la Corona;
b) En el caso de que la Corona no actuara como garante de la unidad de España,
c) En caso de que la Corona ligara su futuro al de un líder político determinadoy concreto". Pero Aznar, no se fiaba del intrigante por Juan Carlos "y como no estaba seguro de que Prado transmitiera el mensaje con la claridad con que yo me había expresado, tiré de teléfono y llamé a la Zarzuela para contárselo yo personalmente al interesado..."

Los casos de corrupción económica continuaban sucediéndose bajo el gobierno socialista y de los fondos reservados, el GAL, el caso KIO y un largo etcétera de investigaciones se diluían a las puertas de la Zarzuela. Ante la postura de "bigotín", Polanco tratará de promocionar la figura de Alberto Ruiz Gallardón tanto dentro como fuera de las filas del PP. La maniobra de desplazar a Aznar dentro del PP será un gran fiasco a pesar de que el Presidente de la Comunidad de Madrid se deje querer. Al tiempo, los medios de comunicación de Palanca denunciarán una campaña "contra democracia", un "intento de golpe de estado" para destituir a Juan Carlos y proclamar la República. Los conspiradoresserían personajes como Mario Conde, Javier de la Rosa, Ruiz Mateos y otros de la órbitafinanciera de Juan Carlos, promocionados por el PSOE para frenar al PP, pero caídos en desgracia ante ia Zarzuela por sus desmanes económicos. ¿Y el presidente de la República? Un tal Adolfo Suárez, molesto con Juan Carlos porque éste no le ayudó a .mantenerse en el cargo y optó decididamente por el PSOE hasta desembocar en el 23-F de 1981. ¡De alucine!

Jesús Cacho narra las cortapisas de Felipe González para transmitir el poder a José María Aznar. Nos cuenta como un 9 de abril de 1996, Felipe González envía a su correveidile, Adolfo Suárez, al Palacio de la Zarzuela para que se obligue a Aznar a desistir en el nombramiento de Rafael Arias Salgado como ministro de Defensa, por su decidido apoyo a la entrega a los jueces de los papeles suficientes para enjuiciar a Felipe González y a sus gobiernos. González le comenta a Suárez: "Este tío (Arias-Salgado) ha dicho el otro día en una cena que habrá que entregar a los jueces los papeles de CESID yeso tiene para mí unriesgo muy grande, un riesgo que no estoy dispuesto a correr porque, te advierto una cosa: como me pongan entre la espada y la pared me llevo por delante a quien haga falta, no te quepa duda..." El jefe de Gobierno en funciones obligará a Juan Carlos a llamar a capítulo a Aznar "para que todos tengamos la fiesta en paz, porque aquí no se nos ha contado toda la verdad de la lucha antiterrorista". Juan Carlos le comunica a Adolfo Suárez "porque ya sabes cómo es éste, más raro que un perro verde, pero lo llamaré, claro que sí, aunque a ver por dónde me sale, qué me dice..."refiriéndose al líder del PP.

A las diez de la mañana del 10 de abril, José María Aznar es recibido en la Zarzuela. Tras aquella entrevista Eduard Serra será nombrado ministro de Defensa y los juicios sobre la lucha antiterrorista se ralentizaron y por el banquillo de los acusados sólo aparecieron los personajes menores de la trama. El día 4 de mayo de 1996 Aznar fue investido presidentedel Gobierno. Días antes, en la presentación del Congreso del Instituto Internacional dePrensa en el Palacio de la Zarzuela, Juan Carlos comentó con los directores de los grandesmedios de comunicación su último encuentro con Jordi Pujol, "y le he animado a que apoye a José María Aznar, le he dicho que si antes apoyó el PSOE, no veo porqué no podría hacerlo con el PP para hacer posible la formación de Gobierno (...) ¡Bueno eso si Don Jesús (Polanco) no tiene inconveniente...!" Tras el Pacto de Investidura, la conexión Serra-González-Zarzuela se hizo más que evidente y el 2 de agosto, incumpliendo sus propias promesas pre y postelectorales, Aznar comunicó su decisión de no entregar al Tribunal Supremo los famosos papeles del CESID relativos al caso GAL. La Zarzuela y Felipe González respiraron tranquilos, a cambio se dejaría durar al gobierno de Aznar hasta agotar la legislatura.

Jesús Cacho nos caracteriza a determinados personajes de la escena política española. Unjefe de Estado secundado por toda una cohorte de aprovechados que pretenden sacar tajada de todo. Un Polanco, presidente del grupo Prisa, editor del El País y propietario de la cadena SER, que se manifiesta como un estado dentro del Estado, un poder que reclama Justicia y fiscalidad aparte, y que tras la victoria de Aznar en las urnas se ha convertido en la única oposición real al Gobierno del PP. Un José María Aznar cuyo regeneracionismoprometido acabó tras la entrevista en la Zarzuela del día 10 de abril de 1996. Un Felipe González dispuesto a tirar de la manta si tan siquiera es requerido por los tribunales deJusticia. Un Eduard Serra, impuesto como ministro de Defensa por Juan Carlos, con lafunción de chivarle las deliberaciones de las reuniones del Consejo de Ministros a él y a Felipe González. Un Adolfo Suárez, humillado por Felipe González y haciéndole a la vez las funciones de correveidile. Un Duque de Suárez viviendo por encima de sus posibilidades, a quien Telefónica le ha de contratar por varios cientos de millones de pesetas para que le represente en Hispanoamérica y así poder paliar su quiebra económica personal.


Poco a poco, los intentos de explicación histórica de nuestro pasado inmediato, como este de Jesús Cacho, se van aproximando a las tesis que siempre hemos mantenido los carlistas: el dictador lo dejó atado y bien atado y cada día aparecen nuevas pruebas de que, antes de la muerte del dictador, una parte de la oposición al régimen estaba comprada a golpe de talonario. El tiempo, como casi siempre, acabará por darnos la razón, pero, para entonces, el sufrido pueblo español habrá asimilado un largo sinfín de mentiras que le impediráconocer la verdad de su propia historia. Un pueblo condenado a perder, por lo que parece, nuevas oportunidades de vida en paz y en concordia permanente.


(Publicado en El Federal, núm. 5 - Abril 2000)