29/5/07

Dom Helder Camara, el obispo de los desfavorecidos

El obispo emérito de Olinda y Recife, Brasil, murió el 28 de agosto pasado a los 90 años de edad. Su popularidad estaba basada en la toma de posición a favor de los pobres y de los oprimidos del tercer mundo. Esta circunstancia, sin ningún género de dudas, le procuró la permanente enemistad de buena parte de la jerarquía católica y de otras confesiones religiosas. Fiel a sus convicciones vivió en una humilde vivienda ubicada en los bajos de la histórica Iglesia de las Fronteras, en la periferia de Recife.

Helder Cámara fue secretario y luego presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil y uno de los prelados que encabezó el ala progresista de la misma. Inició el proceso de renovación de la Iglesia y ejerció un papel destacado en defensa de la vocación por los pobres. Por su defensa de los derechos humanos recibió varios galardones en Europa y fue propuesto en varias ocasiones para el premio Nobel de la Paz. Su defensa de los derechos humanos se hizo valerosa y ardiente durante el período de dictadura militar (1964-1985) que asoló Brasil. Su resistencia al militarismo con su postura contraria al golpe militar de 1965 le llevó a un humanismo popular y su lucha fue una referencia para los obispos que compartían sus mismos principios. Actitud que le permitió tener un papel esencial en el proceso de redemocratización brasileño.

En la década de los sesenta, Helder Cámara dedicó una gran parte de su actividad a los trabajos de preparación del vigésimo concilio ecuménico, el Vaticano II. Con la llegada de Juan Pablo II al Papado, se le dio un importante giro a las prioridades pastorales de la Iglesia Católica, cayendo su figura en el ostracismo y siendo silenciada su obra. En 1985, por la presión de la alta burguesía brasileña y de los militares, fue reemplazado en el arzobispado de Recife por el muy conservador franciscano José Cardoso Sobrino. Al silenciar la Iglesia la figura del amigo de los pobres procedió "a cimentar la imagen de Teresa de Calcuta, mucho más dócil y ortodoxa para con la jerarquía. El despliegue informativo sobre la santa de Calcuta es ya de sobras conocido.

La obra de Helder Cámara fue determinante en la aparición de la teología de la liberación, de rápida difusión en América Latina, Europa y el resto del mundo católico. ¿Por qué el ostracismo oficial a la obra de Helder Cámara? Sencillamente, porque "su obra no es la de un teólogo o un filósofo, sino la de un pastor en el verdadero sentido de la palabra", -según Nelmo Roque Ten Hathen, autor de una biografía sobre Camara. Y porque promovió el pensar siempre en los marginados, desvalidos y personas que sufren una injusticia social.

Pobreza, abundancia y solidaridad.

Tres palabras que, de alguna forma, resumen su pensamiento. Denuncia la pobreza de los países de la abundancia, denuncia la abundancia de algunos en los países pobres. Una abundancia que denota la pobreza de misión, sentimiento de valor de los poderosos, tanto países como personas.

Helder Cámara, el 19 de abril de 1968, daba una conferencia en Lieja en donde reconocía que el cristianismo hasta hace bien poco, casi hasta hoy, alimentó en las "masas latinoamericanas un sentimiento pasivo, fatalista y fanático. Gobiernos y patrones -y en el caso de América Latina son expresiones casi sinónimas-, sin tomar en serio la religión, en lo íntimo sacaron de ella el máximo provecho posible". Para el obispo brasileño la encíclica "Gaudium et Spes", respaldada por la "Populorum Progressio", nos lleva "a una presencia activa en el desarrollo y en la integración de la América Latina".

El 19 de junio de 1967, en una conferencia en Sao Paulo, sostenía que la solidaridad universal es una de las ideas dominantes de la "Populorum Progressio", en donde se proclama la decisión de la iglesia de "ponerse al servicio de los hombres para ayudarlos a convencerse de la urgencia de una acción solidaria en esta encrucijada decisiva de la historia de la Humanidad". Una Humanidad que ganaría con un triple acercamiento entre el pueblo cristiano y el socialista, el mundo desarrollado y el mundo subdesarrollado, entre todas las religiones”.

El 12 de diciembre de 1967 escribía sobre la necesidad de la rebelión de los economistas con estas palabras: "¿hasta cuándo los economistas permitirán que, en el nombre de la economía, se comentan injusticias e inhumanidades? ¿Hasta cuándo consentirán que, desde el campo limitado de las empresas hasta las relaciones de región a región, de país a país, de mundo a mundo, se acumulen atrocidades en nombre de la economía: en lugar de tener como finalidad acumular medios técnicos que cada vez enriquezcan más a los ricos, utilizad las técnicas para domar la naturaleza, dominar los bienes materiales y asegurar a todos los hombres condiciones de dignidad" y les incita a señalar las "aberraciones que sobre la responsabilidad de esquemas económicos revierten en actividades locales, regionales, nacionales y mundiales".
"los cristianos tienen el deber de demostrar que el auténtico socialismo es el cristianismo integralmente vivido en el justo reparto de los bienes y en una igualdad fundamental. No nos mostremos indiferentes, sino más bien acojámosle con alegría, ya que es una vida social mejor adaptada a nuestros tiempos y más conforme con el espíritu del evangelio. Así evitaremos que algunos confundan Dios y religión con los opresores del mundo de los pobres y de los trabajadores que son, en realidad, el feudalismo, el capitalismo y el Imperialismo." (Helder Cámara)

En la Facultad de Filosofía-Ciencias, Letras y Educación de la Universidad Federal de Pernanbuco, el 6 de diciembre de 1967, señalaba la especial responsabilidad de la universidad en América Latina, la necesidad de su sintonía con los demás continentes subdesarrollados y de una amplia apertura para la solidaridad universal. A profesores y alumnos les preguntaba: ¿cómo elaborar cultura sin investigación? y les respondía: "Hoy, como ayer y como siempre, sólo merece el nombre de Universidad la institución que se transforma en centro elaborador y difusor de cultura auténtica, en conciencia viva de la comunidad humana a la cual pertenece, en diálogo profundo y permanente. (...) La célula vital de la universidad (…) es el binomio profesor-alumno (…). Circunstancias económicas y sociales hacen que, de hecho, queden marginados de la Universidad muchos que por vocación y aptitudes merecerían participar de la educación superior" (...) Sin investigación jamás nos libertaremos de pagar royalties, símbolo moderno de obediencia y vasallaje de los hombres de hoy".

En París, el día 25 de abril de 1968, en la sala de la Mutualidad, denunciaba que" Los trust nacionales e internacionales ya son más fuertes que los estados más fuertes y llegan a hacer imposible encontrar sus gángsteres encargados de la eliminación de ciertas personalidades que empezaban a volverse muy incómodas. Se puede decir que estos trust son, en realidad, los verdaderos señores del mundo y manejan las revoluciones y las guerras".

En ese mismo acto, les recordaba a los jóvenes que "la opción para la no violencia si se arraiga en el Evangelio, se basa también en la realidad. (..) A los jóvenes de los países subdesarrollados os pregunto: ¿qué se adelanta llegando al poder si no tenéis todavía modelos propios, adaptados a nuestros países, a las medidas de ellos, dado que las soluciones que nos son dadas podrán ser válidas, pero válidas para países desarrollados? (...) A los jóvenes de los países desarrollados -tanto de régimen capitalista como de régimen socialista- os digo: en lugar de pensar en ir al Tercer Mundo para intentar promover la violencia, quedaros en casa, para llegar a crear conciencia en vuestros países en abundancia, que también necesitan de revolución cultural capaz de conducir a una nueva jerarquía de valores, a una nueva visión de mundo, a una estrategia global de desarrollo, a la revolución del hombre".

En un breve resumen podríamos decir que Helder Cámara y la teología de la liberación reivindican una Iglesia más democrática, orientada hacia los pobres, y la toma de partido en los movimientos sociales. Una opción totalmente contraria a las necesidades actuales del neoliberalismo y su doctrina del pensamiento único.

(Publicado en El Federal, núm. 3 – Octubre 1999)

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