19/5/07

La libertad como excusa (II)


Jesús Cacho, periodista del diario El Mundo, recibió el encargo de la editorial Plaza y Janés para escribir un libro sobre la guerra digital entre Prisa y Telefónica. El proyecto inicial se le desvió en su intencionalidad hasta surgir El negocio de la libertad. Leído el original de los cuatro primeros capítulos, los jefes de la editorial le propusieron mutilarlos en el cincuenta por ciento de sus textos. "No queremos problemas ni con Polanco, la Casa Real, el PSOE o el gobierno" Plaza y Janés perdía el dinero adelantado por su encargo y cedía el original para que lo publicara la editorial que se quisiera arriesgar ante los poderes fácticos. Este editor sería Ramón Akal, viejo conocido del Tribunal de Orden Público (TOP) franquista, con once sumarios abiertos, y que ya publicara tiempo atrás libros como "Partidos políticos y Economía. Alternativas de Futuro" o el "Frente Obrero del Partido Carlista". Un Akal a quien hemos de agradecer la publicación de El negocio de la libertad, esclarecedor de la cloaca político-informativa del Estado.

El triunfo del PP por mayoría absoluta comportó ciertos movimientos en el ámbito de los medios de comunicación. El más contundente de todos ellos, por ahora, ha sido el cambio de director del diario barcelonés La Vanguardia. Recordemos como en la anterior legislatura, el PP se hizo con el control político de Antena 3 TV y prohibió taxativamente el programa sobre Montejurra 76 que había elaborado el equipo de investigación de la cadena, al cual disolvió para, con el estilo de los antiguos grises, dispersar a sus excelentes profesionales por diversos rincones de la empresa televisiva condenándolos al ostracismo. Los militantes del Partido Carlista que intervinimos en aquél programa hemos visto ratificadas las consideraciones que en él hacíamos sobre la implicación criminal de todas las magistraturas del Estado en el intento de exterminio del Carlismo en 1976, como se ha demostrado, posteriormente, con la difusión controlada de información en los diversos procesos de los GAL.

De la precariedad a la prebenda.

El partidismo en los medios públicos de comunicación social es abrumador, pero también en los supuestos medios independientes el criterio partidista funciona desde la base hasta
los puestos de responsabilidad en donde alcanza grado de escándalo. El trato de favor, personal y económico, que se dispensa a los amigos y conocidos, evidentemente, molesta al resto de los profesionales sobre los que realmente recae la tarea de sacar adelante las plantillas o los programas del medio. Existe pues, un hilo de esperanza dentro de la profesión periodística puesto que, como en los tiempos de la dictadura, no todos se dedican al papanatismo y a comportarse como estómagos agradecidos siguiendo los planteamientos que se les indican. En la profesión periodística también existen esos pequeños héroes que, a diario, tratan de superar, lo más honradamente que pueden, la tendencia a la autocensura, aunque acto seguido se estrellen con la censura directa del medio para el que trabajan.

No en vano los poderes fácticos apelan a la lucha activa del periodista contra cualquier mínima discrepancia hacia el aparato del Estado, convirtiéndole inconscientemente en un baluarte de la estrategia represiva del mismo contra todo aquello que tenga un hálito de vida para disentir. Ciertamente, responder a la realidad y no a los intereses exclusivos de quien paga es la dificultad añadida de una profesión, la periodística, cuya precariedad laboral hace muy difícil mirar un poco más allá de donde te dicen que mires para llevar la verdad al demandante de información.

Descontada una casta de privilegiados, la profesión periodística subsiste con reducidos ingresos mientras sus miembros tienen que alternar con personajillos de alto poder adquisitivo. En este contexto adquiere mayor importancia la función de los fondos para motivar el comportamiento personal y profesional de determinados informadores. Durante el franquismo, la ideología cumplía en gran medida la función que los fondos reservados realizan en la actualidad. Los fondos de reptiles fue tema de una proposición no de ley presentada en 1979 por los diputados Sagaseta, Bandrés y Andrés Fernández. El 4 de diciembre de 1980. Rosa Posada, portavoz del gobierno de UCD declaraba a El País que "en la Secretaría de Estado para la información o existe el denominado fondo de reptiles". El 9 de septiembre de 1994, en una entrevista a la cadena SER, Rafael Vera, secretario de
Estado para la Seguridad, aludía a que el Ministerio del Interior había destinado sobresueldos con cargo a los fondos reservados para comprar información a determinados periodistas. Ante los ataques de que fue objeto por parte de determinados periodistas, el ex ministro de Interior Antonio Asunción manifestó que "sólo su responsabilidad de estadista" le impedía dar a conocer el listado del fondo de reptiles. De idéntica forma, la Consejería de Interior del Gobierno Vasco, y de casi todos los gobiernos autonómicos, disponen de partidas para fondos de reptiles. En una conferencia en el Ateneo de Madrid, el periodista José Luís Morales desveló diversos nombres de profesionales de la información vinculados con los aparatos del estado y con la guerra sucia informativa. El golpista José Ignacio San Martín, en su libro Servicio Especial. A las órdenes de Carrero Blanco se refería también a periodistas colaboradores durante el franquismo, lo mismo que el periodista Gregorio Morán en su obra El precio de la transición.

El PSOE creará el grupo DECO (Departamento de Comunicación adscrito a la Presidencia del Gobierno) para lograr la plena sintonía y simultaneidad de los mensajes de sus campañas informativas. La información elaborada se dirigía a un grupo seleccionado de periodistas con capacidad de influencia en sus respectivos medios. En este grupo estaban las tres chicas de Sabino Fernández Campos, ex jefe de la Casa del Jefe de Estado; es decir, Pilar Cernuda, Concha García Campoy y Ángeles Caso. El "Comando Rubalcaba" permitía al ex ministro tener la ocasión de facilitar de primera mano las pautas informativas a seguir por los propietarios y directores de los medios más importantes. Esas reuniones les instruían para repasar las actuaciones de periodistas subordinados a esos medios que, a juicio de gobierno, se desmarcaban de las directrices pactadas. Al contrario, el PP conseguirá silenciar, de la mano de Miguel Ángel Rodríguez, ciertos asuntos y ciertos puestos claves como el de comisario general de información -el de la lucha anti-ETA-.

Al margen de los fondos reservados, se pagarán los favores a ciertos periodistas mediante otros mecanismos. Gabinetes de prensa para mejorar la imagen de la guardia Civil de la Casa del Jefe de Estado, de la Casa Real alauita y de un largo etcétera. Los partidos políticos del sistema suelen contratar periodistas para contrarrestar su influencia. En este caso, se les neutraliza solicitándoles informes que son exquisitamente remunerados, aún a pesar de su inutilidad. Sin olvidar, por supuesto, a las oficinas de relaciones externas de la Banca o de las grandes Empresas, o a los gabinetes de imagen que enlazan medios de comunicación con empresas en un contexto de tráfico de influencias que moverá miles de millones de pesetas.

Aunque muchos hayan perdido cualquier referencia ética, ante un conflicto, el periodista ha de ser consciente que, desdé la tribuna de un medio, se puede actuar como un elemento azuzador del mismo, o como favorecedor del necesario clima de distensión sobre el que desarrollar iniciativas de solución, incluidas las de la paz en Euskalherria.

A menudo, nos preguntamos qué elementos del juicio objetivos puede tener un andaluz sobre lo que sucede en el país vasco, o un gallego sobre las componendas políticas en Cataluña, o un extremeño sobre las alianzas que se establecen desde Madrid y así hasta el infinito, si la información que recibe es prácticamente monocromática y unidireccional.

Mediante el control de la información general a la que tenemos acceso; tanto por las grandes agencias internacionales de noticias como por los medios de aquí, se quiere provocar una avalancha tal de noticias contaminadas que cree una imagen tergiversada de la realidad sobre la que ellos, después, puedan trabajar con sus tratamientos individualizados. Con una información absolutamente decantada se pretende cubrir las necesidades informáticas de mensajes que van calando en el subconsciente de la ciudadanía. Con la pérdida de la perspectiva, se bloquea el criterio, quedándose uno indefenso ante cualquier intento de manipulación. Para disfrazar la realidad crean innumerables eufemismos: así la tortura' se convierte en "interrogatorio conveniente", o la simple afiliación a la seguridad social –es afiliado el que haya trabajado asegurado aunque sea un sólo día- se convierte en colocación permanente cuando algunos medios plantean el
tema laboral. En su conjunto, la información que llega al ciudadano es un mensaje único disfrazado con el estilo propio de cada medio. De esta forma, las continuas mentiras o medias mentiras parcializan y manipulan la realidad hasta convertir la mentira en verdad,
(es más la mentira aparece como la única verdad!

Por nuestra limitada condición humana, consideremos casi divino a quien nos transmite aquello a lo que no tenemos acceso directo y acabamos reconociendo su papel como un sacerdocio, como el nexo de unión entre nosotros y los acontecimientos. Observan el mundo por nosotros y nos muestran lo que dicen que sucede aquí y allá, pero sólo nos trasmiten aquello que suponen que debería interesarnos y hasta nos ocultan lo que suponen que no es adecuado a nuestra capacidad de comprensión. Su palabra, su firma o su voz, y hasta su imagen entra en nuestra intimidad para ofrecernos su selección de una realidad condimentada cada día a base de informativos, tertulias y, un largo etcétera. No existe concepto sin adjetivo, ni información sin opinión que centre el foco y predisponga al lector, al receptor o al televidente. A través de su retahíla de descalificaciones, insultos y valoraciones compiten por ver quien la dice más gorda, sin discernir qué es información y qué es opinión personal tras confundir sus deseos con la realidad.

Algunos profesionales de los media y sus múltiples intelectuales colaboradores cumplen enfervorizados con esa tarea de intoxicación. Con el espíritu de los nuevos catecúmenos y tras serles entregada la canonjía de Cátedras fabricadas a su medida por los gobiernos de turno, toda una pléyade de prestigiosos, intelectuales pretenden contamos la historia más reciente, esa parcela de tiempo que la mayoría hemos vivido, pero que ellos interpretan con un total servilismo hacia el poder. Consciente o inconscientemente realizan su función de esbirros, pero su violencia de genízaros al servicio del sultán de turno no es considerada como tal porque no atenta contra el poder. Como ello se sitúan en el engranaje del poder, su burda visión de la historia constituye la versión oficial que los medios, disciplinadamente, han de transmitir al resto de la población.

Así justifica su presencia una nueva casta dentro del periodismo: el contertulio, quien mediante su voz difundida a través de la antena, tratará de imponer su tono al resto de los participantes, para demostrar que su información es la más verídica y para sentar cátedra, ya que han de aparentar que saben de todo. Su actuación estelar les permitirá ganar a razón de sesenta o setenta mil pesetas por sesión. Aunque entre los tertulianos existan excepciones que confirmen la regla, en esta función de intoxicación se unirán al periodista ex ministros, economistas, abogados, escritores, sociólogos o sindicalistas que, de la mañana a la noche, hablarán y hablarán inmersos en una estrategia de alineación, sin importarles que, el propio desarrollo de los acontecimientos, les obligue a argumentar, en la siguiente sesión, justamente lo contrario que habían defendido en el programa anterior. Al contertulio se le exigirán conexiones informativas con ministerios, partidos, gabinetes de imagen, banca y grandes empresas. Con la excusa de la premura del tiempo, a la boca del contertulio no se le exige rigor alguno, ni veracidad, ni información contrastada.

Salvo en el periodismo del corazón que admite la discrepancia permanente sobre banalidades como un elemento sine qua non para el mantenimiento del negocio "del dime y del direte", el elemento clave del proceso de comunicación: el contraste, queda olvidado casi siempre en la información general. La persona o el sector de la sociedad postergados por lo medios sólo en contadísimas ocasiones podrán acceder al derecho de réplica, con la concesión de un reducido espacio que no se verá rodeado de amplias y numerosas contrarréplicas. ¡Así garantiza el neoliberalismo la libertad!

Una sociedad democrática ha de debatir en todo momento la función del periodismo y el papel de los periodistas, si no quiere verse anestesiada o vacunada por los implacables intereses económicos y políticos que controlan la información hasta extremos insospechados para el ciudadano de a pie. En caso contrario sufrirá permanentemente
a los entramados como el de Polanco.

El control de los medios

Para el enigmático Antonio García Trevijano “los intereses de Polanco no son políticos, sino económicos. Y como tales intereses económicos, son permanentes, mientras que los de Felipe González (no hay otros en el PSOE que los suyos) son efímeros, como efímera es su propia persona. Y por lógica vencen siempre los intereses permanentes".

El hoy progresista de toda la vida, Jesús Polanco, presidente del grupo PRISA, era un antiguo miembro del Frente de Juventudes del distrito de Buenavista de Madrid, integrado en la centuria García Morato, que durante años se vanagloriara: "Además, me siento muy flecha". Un Jesús Polanco que comenzó, en 1958, amparado en su militancia falangista, su actividad empresarial con la creación de le editorial Santillana dedicada a la distribución de cuadernos de caligrafía y cartillas para la alfabetización. Con su respaldo político Santillana pudo anunciarse en la revista SERVICIO (del Servicio Español del Magisterio) que tenía un a tirada próxima a los doscientos mil ejemplares.

Tras el escándalo MATESA, octubre de 1969, la llegada del Opusdeísta Villar Palasí al ministerio de Educación le supondrá el espaldarazo definitivo a Jesús Polanco. Eran los tiempos de la Ley de Educación, cuyo proyecto le será filtrado al editor mucho tiempo antes de su aprobación. El cambio radical que la Ley obligaba a realizar a las editoriales de libros de texto, encontró a una editorial Santillana con una ventaja competitiva: sería la única editorial que dispondría de los textos adecuado a la nueva ley para el inicio del curso siguiente. Las demás editoriales pedirían una moratoria de un año académico a fin de adecuar sus textos a la reforma educativa, plazo que les fue denegado.

De la mano del franquismo y del Opus Dei consiguió, entré los sesenta y setenta, el soporte de todas las dictaduras latinoamericanas para iniciar la singladura de la conquista del mercado hispanoamericano. Su imperio se consolidará con la entrada en Promotora de Informaciones, S.A. (Prisa), año y medio después se constituye ésta y aprovechando un segunda ampliación de capital de 150 millones en la que invirtió 500.000. El grupo promotor, entre los que se encontraba Carlos Menda, amigo íntimo de Manuel Fraga, había pensado en utilizar los oficios del ex-ministro de Información y Turismo para sacar adelante el diario. Jesús Cacho relata que "Perdedor de la crisis política del 69, en la que el Opus Dei, con una desenvoltura inaudita, pasó a ocupar hasta once de las catorce carteras ministeriales, Fraga fue nombrado director general de El Águila, ocupación que le dejaba tiempo libre para despotricar de lo lindo contra Franco, razón por la cual los promotores del proyecto de El País confiaban mucho en sus buenos oficios de gran urdidor para conseguir del Régimen la licencia de salida del diario". Nombrado embajador de Londres, Manuel Fraga abandonó sus críticas y Carlos Menda pasó a ser su asesor de prensa durante el tiempo que permaneció al frente de la Embajada londinense.

Más de 250 sociedades cruzadas constituyen el imperio de Polanco, que con una estructura absolutamente piramidal, desarrolla cuatro bloques de actividades: Grupo Santillana, Profisa (Propiedades y Filicias, S.A.), Grupo Prisa y los negocios exteriores, un imperio orientado para obtener beneficios, aunque a Polanco no le importa perder dinero si ello le permitía conquistar nuevas cuotas de poder. Así es con la revista RS (del Museo Nacional de Arte Reina Sofía), deficitaria a pesar de estar financiada por las empresas y organismos públicos. Una revista editada para que "pastoreen desde hace más de 20 años en España el rebaño de intelectuales, artistas, literatos y demás gentes real o supuestamente instaladas en el Olimpo de la Cultura". Un caso similar es la revista Claves de Razón Práctica" donde la vieja progresía emboscada entre las faldas de Polanco, al estilo Pradera, teoriza y da rienda suelta a sus rancios resabios marxistas". El Grupo Prisa cuenta con otros fiascos como Radio El País, la revista El Globo, Antena 3 Radio y The Independent en Gran Bretaña.

Pero Polanco no estaba solo en su defensa del felipismo. Cebrián, otro falangista reconvertido en maestro de demócratas, y Pradera serán los "chulos del tirano" -para el autor del libro-, quien añade que "Los tiranos nunca gobiernan solos. El poder nunca es de un hombre solo, de modo que para que el tirano pueda gobernar necesita de dos, cinco o diez hombres situados en primera línea, sentados a la diestra del padre, aliado del poder, como encargados de ejecutar sus decisiones, prestos siempre a crear el ambiente social necesario para que se acepten más o menos resignadamente" .

Estos elegidos tendrán que cumplir con su condición de mantenidos. Así pues, Juan Luís Cebrián será el "jefe de máquinas" de un proyecto destinado a atesorar más el poder e influencia que ningún otro en la historia de España. Quienes a él se enfrenten, aún defendiendo el mismo proyecto, acabarán remando en galeras, ya que Cebrián "sería simplemente su testaferro (de Felipe González) en el grupo, el hombre del PSOE en Prisa". Hijo de Vicente Cebrián, influyente director de la prensa del Movimiento, a los 19 años estaba en el diario Pueblo dirigido por Emilio Romero y dos años después ya era redactor jefe. Captados por los democristianos de Ruiz Giménez (ex-ministro franquista) ingresa en Izquierda Democrática. Pasó al diario "Informaciones" como subdirector y el ministro de Información y Turismo en el gobierno de Arias Navarro, Pío Cabanillas, le llevó como director de informativos a TVE. Manuel Fraga recuerda sobre Cebrián que: "El 27 de Enero de 1976 pasó por Londres Cebrián, el que iba a ser director del El País. Almorzamos juntos y luego tuvimos una larga conversación de lo que debía ser el periódico. Dos cosas quedaron claras que luego no se cumplieron. La primera que él se embarcaba en aquella empresa; la segunda que el periódico sería liberal, pero que en él ."

"A la sombra de Cebrián se cobija uno de los tipos más oscuros que ha dado este país en la últimas décadas, Javier Pradera, íntimo amigo de Felipe González e ideólogo de la "casa/cosa común", editorialista de El País y un hombre que constantemente destila bilis por los acantilados de su pluma". Para el autor del libro, Javier Pradera, nieto de Víctor Pradera e hijo de padre ingeniero, ambos fusilados en la cárcel de Ondarreta su trauma infantil le convierte en un traidor a si mismo y en un "obsesivo que roza la paranoia" con sus estigmatizaciones a base de soflamas estalinistas. Tan sobresalientes alumnos ascenderán de la categoría de "chulos del tirano" a "chulos del Estado", al confundir "los intereses del felipismo/Estado con los de Polanco".
(Publicado en El Federal, núm. 6 - Julio 2000)

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