11/5/07

La Izquierda Exquisita de Tom Wolfe

A mediados de los años sesenta del siglo XX, sin manifiestos, clubes ni lujosos salones, fue conformándose un nuevo estilo de periodismo, surgido de la espontaneidad de unos pocos periodistas y novelistas hasta constituir un grupo muy compacto que impactó el mundo literario y el género periodístico del reportaje. Esta nueva situación comportaría la amargura, la envidia, el resentimiento, la confusión y el ofuscamiento de los guardianes de la literatura y del periodismo, hasta entonces los únicos que, en exclusiva, se decían capaces de acceder al alma de los seres humanos, a sus emociones profundas, a sus misterios eternos.”.

Este nuevo periodismo norteamericano realizó un trabajo impresionante que se caracterizaría por su meticulosidad y por la manera de describir cualquier ambiente, incluso las sociedades más cerradas como el Ejército. Unas descripciones desde el ángulo psicológico o sociológico simple que les permitiría resumir todo lo que habían visto. Las entrevistas, las memorias o autobiografías también vieron removidos sus cimientos. Todo se escribía desde la proximidad del acontecimiento, y de ello emanaba un nuevo poder. Se produjo un cambio en las maneras de vivir, en las costumbres y las éticas, en las actitudes hacia el mundo, estalló la contracultura y el monstruo de las drogas, se extendió el movimiento psicodélico y la permisividad sexual, se pretendió la muerte de Dios. Un alud que desbordaría hechos como la guerra del Vietnam, la exploración del espacio, los asesinatos políticos, la brecha generacional o la conciencia negra y el poder negro. Una década caracterizada por la obscenidad, la tumultuosidad, los sudores de la droga, la concupiscencia y las acciones mau-mau contra los parachoques sociales de una sociedad opulenta.

Un integrante de ese nuevo periodismo, Tom Wolfe, se atreverá a describir la afectación prevalente de la Gauche Divine de Park Avenue. Con detalles de la vida social de estos personajes nos introducirá en su vida emotiva mediante la exactitud de los acontecimientos descritos y la reproducción de los diálogos con sus palabras textuales. Con el título de La Izquierda exquisita, su reportaje desnuda a tan insignes personajes. Izquierdistas blancos exquisitos, disfrazados con un jersey de cuello alto raído y pantalones anchos, pronunciaban su excelso mensaje antibélico y se codeaban con la plana mayor de los Panteras Negras, ataviados con abrigos de cuero negro, gafas oscuras cubanas y pelo afro, que se mostraban igualmente exquisitos en la degustación de canapés servidos en bandejas de plata labrada, por camareras de impolutos uniformes negros y delantales blancos planchados a mano, y que saciaban su sed con las bebidas que les ofrecía un camarero uniformado. Camareras y camareros atravesaban el salón, la biblioteca y el vestíbulo ofreciendo sus delicatessen. La izquierda exquisita cuidaba hasta el más mínimo detalle: el servicio lo conformaban sudamericanos. Los izquierdistas asistentes hablaban de sus sirvientes blancos hispanos, con la excepción de una niñera escocesa y de una ayuda de cámara inglés. Quienes no tenían servicio doméstico, pedían a los Bernstein que les consiguieran sirvientes sudamericanos, ya que no se trataba de mera conveniencia sino de una absoluta necesidad psicológica.

Esa Izquierda Exquisita, con la excusa del progreso, también habita entre nosotros. Desde hace dos largas décadas muestra su talante y oculta los testaferros que le ayudan a despistar el producto de sus rapiñas. Ya iremos viendo cómo evolucionan sobre el terreno personajes tan exquisitos.

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