30/11/12

La manipulación nacionalista: la encuesta del CEO y el sondeo a pie de urna de la FORTA

La jornada del 25-N quedará clavada en la historia personal de Artur Mas, y de todo su equipo de asesores, absolutamente obnubilados por las encuestas del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat de Catalunya. Una jornada absolutamente marcada por otra muestra más de la paranoia identitaria: el coste electoral, inútil e innecesario, de más de 35 millones de euros para un viaje a ninguna parte. Recordemos que con el euro por receta recauda la Generalitat 9 millones al mes. El govern dels millors ha vuelto a mostrar su incapacidad de gestión de una situación y, en román paladino, se podría decir que “la cagaron”.

Los cineastas de Hollywood, Bollywood, e, incluso, de Pallywood, describirían la jornada del 25-N como la gran cagada de Artur Mas, o como la irrupción del Mas, més caganer i independent, ya que su notable deposición ha sido pública y con cámaras de televisión de por medio, cuando los auténticos caganers del país, son meras figuritas ocultas en un rincón, detrás de un arbusto, donde hacen sus necesidades al aire libre

Sin ningún género de duda, el 25-N se pudo comprobar que las necesidades “del país” no eran precisamente las de Artur Mas y su banda independentista, proclives a romper la convivencia ciudadana al precio que sea. Eso sí pagando siempre con dinero público, con ese dinero público que, todavía, la corrupción transversal catalana no ha podido encaminar hacia los paraísos fiscales.

Una campaña electoral alocada

En septiembre, tras el fuerte desembolso económico de la Generalitat concediendo subvenciones a las entidades y organizaciones pro-independencia, se realizó la manifestación por un estado propio que reunió unas doscientas mil personas. Artur Mas decidió asumir el clam del 11-S para convocar elecciones. No había pasado ni dos años desde que Artur Mas ganara las elecciones de 2010, cuando, con el telón de fondo de una futura consulta independentista, realizó una nueva convocatoria con la intención de arañar, al menos, seis nuevos diputados que le permitieran alcanzar la mayoría absoluta de 68 diputados. Con su decisión abría la espita al baile otoñal de pinochos profiriendo mentiras durante las dos semanas de campaña.

Perdida la mayoría absoluta en los sondeos divergentes, el convergente Mas redefinía la clave en ver si aumentaba la distancia con el segundo partido. El ganar con comodidad no puede ocultar el quedar prisionero de su arriesgada estrategia, que le hace depender de ERC. La obtención de dos tercios por parte de las fuerzas soberanistas no resuelve el problema. Si en septiembre los partidarios de la independencia se situaban en 54% frente al 33%. Tras el fracaso del viaje de Artur Mas a Bruselas, la confianza bajó al 49% frente al 40%. Al constatarse que ni la UE ni la comunidad internacional apoyarían la independencia la relación era del 45% frente al 44%. Mas pensaba en que el soberanismo tendría unos 90 escaños; pero, éstos han quedado reducidos a 74, dos menos que en 2010, sin llegar a los dos tercios del Parlament.

El caos de gestión es tal que, día a día, se suceden los escándalos en el Oasis catalán

CiU no calibró bien el impacto de las noticias de enriquecimiento de la familia Pujol y de Artur Mas. Al tener bajo su dominio a los medios de comunicación de Cataluña, consideró que era un montaje de la prensa de Madrid –alegaban que casi no se vende en Cataluña y son cercanas al PP- y que un borrador de un informe de la policía no es un artículo de fe. Pero, la confianza excepcional demandada por Mas se vio, finalmente, afectada al hacerse evidente que la financiación de CiU estuvo conectada con la gestión fraudulenta de Félix Millet en el Palau de la Música.

¿Cómo se cocinan las encuestas del CEO?

En el momento de la realización de las encuestas preelectorales, CiU tenía 62 diputados, y las encuestas le otorgaban una horquilla entre 60 y 64 escaños, lejos de la mayoría absoluta de 68 escaños. No obstante, por estricta fidelidad al poder, el Centre d´Estudis D´Opinió de la Generalitat (CEO) le concedería la mayoría absoluta, al analizar el trabajo de campo que les realizó la empresa DYM, contratada para entrevistar a 2.500 personas durante los días 22 a 30 de octubre y con un margen de error del 2,47 por ciento.

En casa, recibimos la llamada de una encuestadora que, el día 26 de octubre de 2012, llamó a un familiar. Después de inquirir datos personales –sexo, edad…- para ver si se correspondía con el perfil a entrevistar, y comprobada la idoneidad, la encuestadora procedió a lanzar su batería de preguntas sobre el conocimiento y valoración de líderes, etc. Algunas de las preguntas se presentaban en forma inversa o en negativo para inducir a declarar aquello que el patrocinador de la encuesta deseaba oír. Entre la retahíla de preguntas, en las que no se cayó en la trampa, hubo unas en las que la encuestadora insistió muy especialmente, aquellas referidas a las consultas sobre la independencia y a la de si se estaba a favor o en contra de la misma. Al darle un NO rotundo como respuesta, la encuestadora dio por concluida la encuesta alegando que la persona entrevistada no estaba dentro del perfil que necesitaba. Nos quedamos sorprendidos de cómo se realizaba la encuesta para el CEO, máxime cuando la persona encuestada había dirigido equipos de encuestadores y había sido delegada territorial de una empresa demoscópica de ámbito internacional durante dos décadas de su vida.

Un mes después, el 26 de noviembre, el Director del CEO, Jordi Argelaguet, a través de Catalunya Ràdio, ponía su cargo a disposición del Govern de la Generalitat por los errores cometidos en el barómetro publicado el día antes del inicio de la campaña electoral del 25-N, que daban mayoría absoluta a CiU con el 43,4% de los votos y una horquilla de escaños entre 69 y 71, una veintena más de los realmente conseguidos. En su breve autocrítica, Argelaguet culpaba del error al alto número de indecisos (29,5%), que dejaba un panorama abierto y convertía en "decisiva" la campaña electoral, que ha sido muy intensa y con muchos golpes de efecto. Sin duda, estas erróneas predicciones, para nada irrelevantes, no habían influido en Artur Mas, ya que éste había convocado las elecciones antes de que valorara las encuestas el profesor Jordi Arguelaguet, del Departamento de Ciència Política i Dret Públic de la Facultat de Ciències Polítiques i de Sociologia de la UAB.

Al valorar la encuesta, Argelaguet aseguraba que difícilmente CiU podría perder ya la mayoría absoluta, al tiempo que estimaba "bastante clavado" el resultado de 15 diputados para el PSC. En una muestra de tales dimensiones, si el trabajo de campo está bien realizado, no cabe semejante chapuza de la Generalitat. Pero, ya hemos relatado una pequeña muestra de ese trabajo. No en vano, Jordi Arguelaguet es más conocido como escritor de artículos y ensayos sobre política lingüística en Cataluña, entre otros, "La política lingüística de la Generalitat: l'acció pública per a l'extensió del coneixement i l'ús del català", dentro de Govern i polítiques públiques a Catalunya, Edicions UB-Servei de Publicacions UAB, Barcelona 2001.; o El procés d'elaboració de la llei de política lingüística, Ed. Mediterrània, Barcelona.

En este gráfico del CEO se comparaba los resultados del 28 de noviembre de 2010 y la encuesta del 7 de noviembre de 2012

En la encuesta del CEO, el PSC, aunque tenía un voto oculto, se hundía en los 15 diputados (13 menos de los que tenía). El PP entre 18-19 actas apuntaba al estancamiento, ERC con 14 diputados subía, ICV-EUiA con 10 diputados se mantenía y Ciutadans con 6 obtendría grupo propio y la CUP presentaba una horquilla del 0-3. Según la encuesta, a favor de la independencia estaría el 57% del electorado, en contra un 20% y se abstendría en una consulta el 14%. Sumando estos tantos por ciento, comprobarán que no se llega al cien por cien.

Con otra línea de trabajo, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) otorgaba la victoria a CiU sin mayoría absoluta y dibujaba el siguiente panorama: 63-64 diputados para CiU, 19 para el PSC y entre 16-17 para el PP. Ascendían ERC (17 diputados), ICV (11 diputados) y Ciutadans (7 diputados). Bajaría el SI de cuatro a un diputado. Entre el 41 y 44% catalanes serían independentistas. Artur Mas, Oriol Junqueras y Joan Herrera eran los candidatos mejor valorados y los peores valorados Alicia Sánchez Camacho, Albert Rivera, Pere Navarro y Alfons López Tena. La participación sería de un 74% y la coalición preferida sería la de CiU-ERC. Sólo el 36,5% aprobaba la gestión de Mas. Los problemas de los catalanes tenían este orden: el paro (59%), la economía (11,4%), la financiación autonómica (7,9%), la sanidad (5,7%), el autogobierno (5,6%) y la educación (4%).

Sin embargo, en la semana del 12 al 18 de noviembre, ya se intuía que la marea electoral de CiU, agitada por las olas de la manifestación del 11-S se diluía al tocar la arena de la playa. El domingo 18 de noviembre, los diarios ABC, El Mundo, El País, El Periódico, La Razón y La Vanguardia, publicaban sus propios sondeos que, en la línea del CIS, alejaban a CiU de la mayoría absoluta en Cataluña en las elecciones autonómicas y el máximo que le otorgaban eran 64 diputados.

Las encuestas de los principales diarios tampoco estuvieron en la línea de aciertos que se podía esperar de ellos

A pie de urna, el sondeo de la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos (FORTA), mostró una vez más el voto oculto que tienen las candidaturas no nacionalistas. En este sondeo, CiU obtenía una horquilla entre 54-57 (obtuvo 50); ERC entre 20-23 (21); PSC entre 16-18 (20); PP entre 16-18 (19); ICV entre 10-12 (13); Ciutadans entre 6-7 (9) y CUP entre 5-6 (3). Además del problema de unos gestores incapaces y corruptos, Cataluña tiene un problema de libertad. No todos los ciudadanos pueden hablar con libertad en un régimen que se desliza por la coacción y la coerción social, sustentada por una red clientelar de entidades y organizaciones subvencionadas para el paroxismo, para la exaltación extrema de los sentimientos y pasiones.

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