10/4/12

29-M. La huelga de nunca acabar (II) Convocatoria y piquetes

Sin demanda previa de los trabajadores, sin un debate social a nivel de calle, se decreta la huelga general contra un nuevo golpe contra la Constitución, contra los derechos y libertades de los trabajadores y de todos los ciudadanos. Para Ignacio Fernández Toxo, "no es un fin, sino un medio" para forzar a negociar al gobierno. Cándido Méndez añade que la reforma "tiene el despido como principio y fin y como eje", y, dirigiéndose a sus piqueteros, acuña la siguiente frase: “Para la huelga general, tengan en cuenta que hay que proteger el derecho a la huelga. El derecho al trabajo no debe ser prioritario”. El lema de CCOO y UGT para esta huelga era: “Quieren acabar con todo”.

Si mucho se jugaban CCOO y UGT con esta huelga, mucho más se jugaban Cándido Méndez y Fernández Toxo

El anarcosindicalismo de CNT y CGT llamó contra la agresión a la clase trabajadora, exigió derogar la reforma laboral de un gobierno que continúa la obra del anterior y sostuvo que la crisis la pagaran la banca, la patronal y el gobierno, no los trabajadores ni los servicios públicos. Rechazaron el Acuerdo por el Empleo y la Negociación colectiva alcanzado por CCOO, UGT y CEOE, y el pensionazo del gobierno del PSOE, así como la política de pacto y paz social y llamaron a la movilización creciente para la transformación social.


La tercera confederación sindical de España, USO, de forma propia y diferenciada, convocó la huelga general "en la consideración de que, aun existiendo un mismo objetivo, como es el conseguir que el Parlamento modifique los aspectos más perniciosos" de la reforma laboral y para "poner fin a las políticas gubernamentales de recortes sociales y laborales, las dos mayores organizaciones sindicales han despreciado posibilitar un frente sindical amplio y unitario, y han actuado previamente de colaboracionistas con dichas políticas de recortes, tanto con la reciente firma del denominado 'Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva', que es parte consustancial de la citada Reforma Laboral, como de aspectos no tan lejanos como la reforma de las pensiones públicas". USO se movilizó para "revertir las políticas de agresión y retroceso social y laboral que han sido adoptadas o se puedan adoptar" tanto por el Gobierno de la nación como por las diversas administraciones autonómicas y locales. Propuso derogar "unas leoninas condiciones laborales y retributivas para su incorporación al empleo y su permanencia en el mismo, y exigir la cobertura social suficiente para las personas desempleadas que no perciben ningún tipo de prestación". Paralelamente, durante la tramitación de la Reforma Laboral en el Congreso, trasladarán su propuesta de enmiendas a todos los grupos parlamentarios para que éstos las hagan propias, y conseguir entre todos modificar y mejorar la futura Ley.

Tras la convocatoria de la huelga se acordaron unos servicios mínimos ligeramente similares a los de anteriores convocatorias de huelga general.

En días previos, ante la posibilidad de un nuevo fracaso huelguístico, cundió el nerviosismo y se auspició una campaña de amenazas y coacciones para amedrentar medios de comunicación, polígonos industriales, comercio, transporte, mercados de abastos y servicios públicos y situarlos en el punto de mira de los piquetes informativos. El líder de CCOO de León, José Ignacio Rodríguez, declaró que “Soy el piquete, formo parte del comité de huelga y estoy identificado. Si me hacen una foto se van a comer la cámara. Yo me hago responsable”.

Como un remedo de la partida de la porra liberal del siglo XIX, los piquetes coercitivos, agresivos por su propia naturaleza, ejercieron su especial violencia en el turno de noche del día 28 de marzo. Aupados por un “Vamos a la huelga porque tenemos principios”, con amenazas e insultos pretendieron imponer su filosofía: “Te vamos a abrir la cabeza, cabrón”, “El venir a trabajar ya nos está provocando”, “O cierras, o te robamos el negocio”.

Muestras de este particular concepto del derecho a la huelga son las agresiones y ataques a medios de comunicación como Intereconomía; las agresiones en las EMT y en el bloqueo a los autobuses urbanos y escolares; el provocar fuegos en edificios; los artefactos explosivos de escasa potencia; el asalto al Bingo de Las Ramblas de Barcelona con un botín de 2.000 euros, o a los locales de Zara con el botín de ropa de moda, y a miles de comercios que sufrieron intentos de saqueo; las barricadas; los cortes de tráfico y los clavos en las ruedas y en las calzadas; las coacciones de todo tipo en el centro de las ciudades, en las cocheras, estaciones autobuses y ferrocarriles, mercados de abastos, grandes superficies y pequeño comercio; los miles de escaparates rotos, la quema de neumáticos o la elaboración de listas de comercios y locales antihuelga; la violencia planificada y perfectamente desarrollada como si las ciudades fueran un campo de batalla donde ejercer la guerrilla urbana.

Algunos grupos de piqueteros transformaron el lema “Quieren acabar con todo” en este otro “Queremos arrasarlo todo”.

Razones para el SI a la huelga

En apoyo de la huelga se combinaron cuestiones como: el funcionamiento general del sistema; la corrupción política, sindical y empresarial; los banqueros, las agencias de rating y los especuladores de los mercados financieros y la reforma laboral, aprobada por el Gobierno y en trámite en las Cortes, denunciada en la propaganda por desmantelar los derechos de los trabajadores.

USO adujo sus razones de forma propia y diferenciada

En esencia, la reforma laboral afecta diferentes aspectos de la relación laboral. Entre otros: la intermediación laboral y el papel de las ETT, la dualidad del mercado de trabajo, la contratación indefinida y a tiempo parcial, la extinción del contrato, la formación permanente, las pymes con sus deducciones y bonificaciones contractuales, la flexibilidad interna, la negociación colectiva, el fraude, la economía sumergida y el absentismo. Es decir, afecta el ámbito del despido y de las indemnizaciones, de la ultraactividad de los convenios y la preeminencia del convenio de empresa sobre el sectorial, del procedimiento de los ERE.

Los partidarios de la huelga del día 29 M “contra el gobierno y quien lo mueve en la sombra”, trataron de complementarla con una huelga de Consumo porque “los mercados son los especuladores y nos mandan”, y “el consumismo es el estilo de vida propio de un sistema injusto”. En consecuencia, se debía boicotear a la banca, a las multinacionales y a las grandes empresas; pasar el día sin comprar nada, sin utilizar el teléfono, sin usar el transporte público ni el coche, sin echar gasolina, ni consumir electricidad o gas, sin usar el cajero ni las tarjetas del banco.

Razones para NO hacer huelga

Vicios en el funcionamiento del sector público y el endeudamiento de familias y de empresas privadas hasta un 230% del PIB, han determinado un Estado desestructurado socialmente y carente de un modelo territorial de futuro, que ha sucumbido ante el individualismo feroz del sálvese quien pueda en el conjunto de una sociedad, que no concede credibilidad suficiente ni la dignidad necesario a los sindicatos CCOO y UGT para llamar a la regeneración del sistema a través de una huelga general. Se les critica su afán de protagonismo y su intento de justificar su papel ante la audiencia con la escalada de protestas.

Antes de la huelga, durante la misma y con posterioridad, he consultado a cientos de personas, y sólo esperaban que pasase el día 29 y que llegara el día 30. Unos para poder trabajar en paz y otros para poder seguir buscando empleo, aunque fuera con posibilidad de un ERE o de ser despedidos con 20 días por año trabajado. De los consultados, nadie me refirió haber participado en asamblea alguna de empresa, o en un referéndum, para votar sobre el ir a la huelga o no participar en ella. El ciudadano en general ha pasado aburrido de esta nueva farsa general.

Estas consideraciones pueden parecer injustas; pero, muchos trabajadores siguen sin entender a unos sindicatos volcados en la recaudación de fondos europeos para la formación y en la financiación de sus propias estructuras mediante EREs que han sufrido cientos de miles de trabajadores, o mediante planes de pensiones para trabajadores. Aumentan los ciudadanos que consideran que, en España, los logros de los sindicatos son directamente proporcionales a la pérdida de derechos laborales con el resultado de: salarios mileuristas, contratos temporales, despidos más baratos para los trabajadores.

Los incontrolados tuvieron una activa participación durante la jornada de huelga, demostrando una perfecta organización y conexión entre sus miembros, cuyas acciones se enmarcan en lo descrito por cualquier manual de guerrilla urbana

Tampoco se entiende que, en la era de comunicación global en la que la noticia se extiende en cuestión de segundos por todo el orbe conocido, continúen existiendo los llamados “piquetes informativos”. La mayoría de la ciudadanía los reconoce por su poder coactivo, coercitivo y de violencia.

De nuevo, los sindicatos de clase, alta y preferente, han perdido una oportunidad histórica para lavar su imagen con propuestas realistas orientadas a sacar al país de la quiebra en vez de ir en contra de todo. El papel asumido por Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo les debería llevar directamente al Paro por su incapacidad de negociación, máxime cuando ambos saben que se deberían hacer recortes del 20% durante un mínimo de tres años para evitar ser intervenidos por la UE. Estas dos cabezas pensantes se niegan a entender que la continuidad del país, a tenor del desastre dejado por la izquierda, exige enormes sacrificios, al menos durante 2012, 2013 y 2014, que se han de asumir entre todos los ciudadanos. Un sacrificio que habría de constituir la base para negociar las futuras compensaciones a este esfuerzo común a partir del 2015 y en años sucesivos.

Valoraciones dispares de una huelga

Cuando en las primeras horas de la mañana los sindicatos destacaban “el masivo seguimiento en la mediana y gran empresa en los polígonos industriales y grandes centros comerciales, el respeto a los servicios mínimos en los servicios públicos o que la actividad era la equivalente a un día festivo”, estaban manifestando un deseo no la constatación de una realidad. Sabían que su esfuerzo por impedir el acceso al trabajo había tenido una escasa efectividad en la noche y en la madrugada con una caída del consumo eléctrico del 16% en el conjunto de la jornada de huelga.

Y cómo no, otra vez aparece la disparidad en la valoración del seguimiento de la huelga y de la participación en las manifestaciones. Para los sindicatos, entre el 70 y el 80% de los trabajadores pararon y varios millones salieron a las calles. Para la patronal, un 15% de huelguistas y, en muchos casos, por efecto de los piquetes. Para las policías locales y gubernativas unos 800.000 manifestantes en el mejor de todos los supuestos. Otros analistas de concentraciones rebajan la cifra al medio millón de personas en toda España. Algunos medios, como Diari de Tarragona, hablaron de “Protesta masiva” y, en primera plana, presentaron un fotomontaje que estrechaba la distancia entre farolas en la Rambla Nova y sobredimensionaba las banderas del PSC en la manifestación que, para ellos, reunió a unas veinticinco mil personas mientras que la guardia urbana, controlada por el ayuntamiento del PSC, la rebajaba a siete mil personas. En mis cálculos unas cinco mil personas.

La huelga ha recibido valoraciones como: Acogida mínima, Derrota sindical, Fracaso rotundo, Fracasa la huelga y ganan los camorristas, Huelga no general, Huelga mínima, Huelga parcial. Sin duda, cabría destacar que, en esta ocasión, más personas han perdido el miedo al enfrentarse a los piquetes para defender el derecho al trabajo, su medio de vida. También, constatamos un mayor número de detenidos, y el correspondiente parte de heridos, con más policías que civiles.

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