21/6/10

El semestre que nos viene encima

Pobre balance de la presidencia semestral de la Unión Europea, una actuación de pena de José Luís Rodríguez Zapatero y de su gobierno, que abre el debate sobre la ineficacia y el coste de estas presidencias rotatorias. La figura del Presidente del Consejo, determinado en el Tratado de Lisboa, Herman Van Rompuy, ha eclipsado a Rodríguez Zapatero en cualquiera de las decisiones clave para el futuro de Europa. Miguel Angel Moratinos declara que se han cumplido el 100% de los objetivos marcados por el gobierno español. Al menos, en materia de igualdad y de Iniciativa Legislativa Popular, no ha sido así.


Con un semblante ausente, Rodríguez Zapatero se explica, sin convencer, ante el Consejo de Europa


La autocrítica socialista ha brillado por su ausencia, en ella incluimos el ansiado “acontecimiento planetario” de Leyre Pajín donde confluirían Zapatero y Barack Obama. Bien al contrario, Obama se limitó a llamar por teléfono a Zapatero el 11 de mayo para exigirle medidas y reformas, y el 16 de junio de 2010, le envió al responsable del Tesoro de EEUU para el G-20, Charles Collyns, para calibrar in situ la crisis española y las medidas del Gobierno, por su riesgo potencial para la estabilidad financiera internacional. A puerta cerrada, Collyns recibió explicaciones del secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, y de la ministra de Economía, Elena Salgado. Uno de sus interlocutores privados fue Rodrigo Rato, presidente de Caja Madrid.

Diplomáticos de carrera españoles han sentido vergüenza ajena por la imagen dada por el actual equipo de Exteriores. También, aquellos españoles, que son funcionarios europeos de carrera, han sufrido las bromas del resto de sus compañeros de las instituciones europeas. Varias de las cumbres previstas no se han llegado a realizar – entre otras, la cumbre Euromediterránea- y en otras no han acudido ni la mitad de los convocados. Rodríguez Zapatero ha sido cuestionado por la prensa internacional por su incapacidad para liderar la salida de la crisis en Europa y por sus continuos roces con Van Rompuy, actitudes que han supuesto la cancelación de la cumbre con Estados Unidos, que hundió las escasas y erróneas expectativas de un tocado presidente español, alejado de los centros de toma de decisiones, como en la crisis de Grecia, pero esperanzado en que la presencia del gringo lavara su imagen en España. Se quedó sin la fotografía con Obama.


Angela Merkel y Barack Obama, dos de los dignatarios que han acabado hasta el moño de la presidencia rotatoria de Rodríguez Zapatero

Al final, menos mal que, en el Consejo Europeo, Angela Merkel y Nicolás Sarkozy minimizaron el desastre español reconociéndole un esfuerzo para la transparencia y la estabilidad del sistema financiero y de coordinación económica. También, Van Rompuy y Durao Barroso despidieron de forma cariñosa la presidencia de Zapatero.

Después del turno rotatorio europeo, ¿existe vida?

Sí, hay vida después de la presidencia rotatoria en Europa. No obstante, en el segundo semestre de 2010 y en todo el año 2011, la vida será muy dura para el común de los españoles.

¿Quién presta dinero a los bancos y a las empresas españolas? Prácticamente, nadie, salvo el Banco central Europeo. Ni los bancos españoles se prestan dinero entre sí, en el interbancario. Nadie se fía de nadie. De ahí, la angustia de bancos y cajas, de empresas y del Tesoro Público que, antes del fin de año, tiene que afrontar vencimientos de deuda por un importe de 100.000 millones de euros. Hasta ahora, colocar deuda exigía pagar una mayor prima de riesgo que otros países; pero, a partir de ahora, España tiene un problema de liquidez por las reticencias de muchos inversores para suscribir los bonos españoles. Y el gobierno de Rodríguez Zapatero sigue obligando a los bancos y cajas españoles a suscribir todas las emisiones en el caso de que no haya compradores, con la excusa de que para ellos supone una garantía para acceder a la financiación del BCE, puesto que éste no compra casi deuda española en el mercado secundario en su intento de forzar al ejecutivo de Zapatero a que actúe con nuevas medidas y, también, porque ha de intervenir en la deuda de Grecia, Portugal e Italia. El Financial Times llegó a asegurar que la Unión Europea se preparaba para la quiebra de España, al tener ésta que afrontar una prima insostenible. El 1 de julio la Banca española ha de devolver más de 80.000 millones solicitados hace un año al BCE.


A pesar del descalabro, Rodríguez Zapatero continúa repartiendo ayudas y subvenciones a sus aduladores con excelsa prodigalidad

Nadie en Europa conspira contra España, ni tampoco el Fondo Monetario Internacional, sólo quieren que nos enteremos que la época de las vacas gordas ha pasado, que no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades, endeudándonos por importes muy superiores al valor real de lo que ofrecemos en garantía. A ningún acreedor le interesa hundir a España, porque se quedarían sin cobrar. En estas condiciones, sin embargo, los acreedores endurecen las condiciones para prestarnos ante el temor de que no podamos devolver el principal ni sus intereses. Las señales nos las emiten la evolución del riesgo soberano (diferencial con el bono alemán y el alza de la prima de cobertura de impago), indicadores como el interbancario, los bonos corporativos y la bolsa.

Confían en que entendamos el problema para poder llegar a solucionarlo. Son escépticos y desconfían de los programas ayudas; de los planes de reducción del déficit público; de la permanencia de la burbuja inmobiliaria; de los alegres cálculos de crecimiento económico; de la pérdida de nuestra competitividad y de los precios de la energía y del factor trabajo; de la demanda doméstica que ahondará, aún más, su caída tras el aumento del IVA a partir del 1 de julio; de la elevada deuda del sector privado –familias y empresas-: del déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente; de la enorme dependencia del extranjero de la deuda conjunta de los sectores privados y públicos.

Sin economía productiva no se generan ingresos y los burdos artificios contables ya no engañan a nadie. Sin nuevas conductas ante el gasto y el ahorro, tanto público como privado, no se avanzará hacia el equilibrio presupuestario que permita un coste menor de la financiación y una mayor liquidez., y que ofrezca credibilidad ante unos mercados, muy susceptibles y nerviosos por un descalabro español que se resume en cinco millones de personas en paro.

Los prejuicios, base de la política económica neoliberal

Es la hora de eliminar aquellos prejuicios que deberían haber quedado fuera de contexto en Europa y en España y que se están cargando el Estado del Bienestar. Prejuicios procedentes de viejas y caducas ideologías, así como los que proceden de nuestra incapacidad para comprender el funcionamiento de las cosas. Si las ideas son inadecuadas los resultados dañan al conjunto de la política económica. Tres prejuicios que se repiten hasta la saciedad y que han derivado en obsesivas consignas: limitar el déficit público, la pasividad ante los mercados financieros y los recortes en la gestión pública.

Obsesiones como recortes del gasto público y subidas de impuestos se enfrentan a las necesidades reales de la economía que exige diferenciar entre déficit estructural y coyuntural. ¿Idéntica política presupuestaria en países en recuperación que en países sin crecimiento? ¿Por qué obsesionarse con fechas como 2013 o 2014? ¿No se puede esperar un par de años más?

Los prejuicios en Europa determinan sus políticas y las reacciones ante los mercados financieros internacionales. Se temen las investigaciones parlamentarias y judiciales para determinar responsabilidades de los gestores privados, para delatar su opacidad y sus engaños, mientras se ceban sobre los gestores públicos. ¿Por qué, después del caso Lehman y del resto de especuladores financieros, no se investigan a las agencias de rating, y a todos aquellos que inciden sobre las políticas presupuestarias y sobre la soberanía política de los países europeos?

La respuesta es el descrédito sistemático de lo público, ya que, por definición, los neoliberales conceden una superioridad absoluta a lo privado; pero, son esos mismos neoliberales quienes acuden, una y otra vez, al erario público para salvar su mercado y el conjunto de sus intereses privados, aunque sea a cambio del bienestar colectivo, a cambio de ampliar las desigualdades sociales y territoriales y a cambio de destruir la solidaridad universal y todos los proyectos que ella implica.

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