1/3/16

Tras el 20-D: Parturient montes, nascetur ridiculus mus

Señoras y señores, estos son los mimbres que hay, ¿serán suficientes para hacer una cesta que no se rompa a las primeras de cambio? No hay más en este debate de patio de colegio.

Pactan lo imposible a base de puntos y reformas exprés como si no siguieran dependiendo de terceros. El acuerdo, o lo que sea, entre PSOE y Ciudadanos, ha dejado la percepción de un cierto fracaso, ya que, a lo sumo, lo acordado serían medidas de carácter electoral, que es lo que se vislumbra en el horizonte.

Firma del Acuerdo entre PSOE y Ciudadanos

Tras la firma, Pedro Sánchez montó el numerito de la consulta a los militantes del PSOE, a cuyos militantes no se les preguntaba "si estaban de acuerdo con un pacto con Ciudadanos". Se les preguntaba "si estaban de acuerdo con un pacto progresista y reformista". Es decir, abrían la puerta a Podemos para un posterior acuerdo.

Registrarse telemáticamente para votar fue un calvario para la militancia socialista. Unas veces la página estaba en mantenimiento y otras no reconocía a los registrados. El teléfono de solución de problemas se cortaba al tercer timbrazo. ¿Cómo pensará organizar España esta gente?

Tras la votación de la militancia, el lunes 29 de febrero, el Comité Federal del PSOE ratificaba, en menos de hora y media, el resultado de la consulta, sin apenas debate y con los votos en contra de la corriente Izquierda Socialista.

Comité Federal del PSOE que ratificó la aprobación del Acuerdo con Ciudadanos realizado por las bases del partido

Pedro Sánchez, el del mayor fracaso histórico del PSOE en cuanto a diputados y quedando él mismo el cuarto en la circunscripción de Madrid, ponía la línea roja al PP y decía NO a Rajoy en diecisiete ocasiones. La razón para no negociar con el PP era la corrupción de este partido. Y que el secretario general del PSOE pretenda dar clases de honestidad es de Aurora Boreal. El partido más corrupto de la historia de España -sólo la corrupción de los ERE y Formación representa, de momento, más de cuatro mil millones de euros- por número de casos e importe del choriceo deja a los del PP como niños de teta.

Aislando al PP, Pedro Sánchez construye la casa por el tejado, puesto que para cualquier reforma ha de contar primero con los populares y procurar que los demás se sumen a ellas. Pero, anteponer sus ansías de poder y los intereses de partido resulta muy fuerte para el PSOE.

Firmado el acuerdo con Ciudadanos, a qué viene, acto seguido, que tanto Pedro Sánchez como Carmen Chacón y otros dirigentes socialistas, hablen de la celebración de un referéndum en Cataluña o de la aceptación de la mayoría de las propuestas de Artur Mas. Todo un intento de aproximarse a Podemos para conseguir sus votos, o los de Democràcia i Llibertat.

El baqueteo del PSOE a Ciudadanos

Un día antes de la sesión de investidura, Ciudadanos ha expresado de forma diáfana que “votará en contra de cualquier pacto modificado”. Albert Rivera afirma que Ciudadanos sólo apoyará el acuerdo firmado con el PSOE y ratificado por las bases socialistas el fin de semana pasado. “Confiamos en que el acuerdo que vaya a la investidura sea el que hemos firmado con los socialistas”.

Qué lejana queda la mañana del 23 de febrero de 2016, cuando en rueda de prensa en el Congreso de los Diputados, Albert Rivera explicaba que "Estamos muy cerca de alcanzar un acuerdo con el Partido Socialista y no lo alcanzamos ya porque todavía hay algunos escollos". Pidió "un último esfuerzo" a Pedro Sánchez para rematar las intensas semanas de negociaciones.

Albert Rivera, de Ciudadanos, explicando las condiciones del acuerdo con el PSOE

La conditio sine qua non sobre la mesa sería el respaldo del PSOE a “una reforma constitucional exprés” en los tres primeros meses de legislatura. Una reforma que apuesta por la regeneración democrática y que exige como condición necesaria el apoyo del PP. Una reforma que exige un procedimiento: propuesta de un texto, aprobación por las Cortes, referéndum sobre el texto, disolución de las Cámaras y nuevas Cortes; es decir, que Pedro Sánchez perdería su poltrona en tres meses.

Los cinco puntos de Ciudadanos que el PSOE debería apoyara para obtener su respaldo a un “acuerdo de gobierno” son los siguientes:
* la supresión de la figura de los aforados,
* la despolitización de la justicia a través de cambios que garanticen la independencia de las administraciones judiciales del poder político, con la reforma del sistema de elección de vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)
* la supresión de diputaciones -con diferencia el mayor problema para los socialistas-,
* la limitación de los mandatos para la presidencia del gobierno a ocho años,
* y que las iniciativas legislativas populares (ILP) -mecanismos por los cuales la sociedad civil puede presentar iniciativas de ley- puedan realizarse con 250.000 firmas y no sea necesario alcanzar el medio millón como hasta ahora.

Esa propuesta de suprimir aforados tiene el precedente del Parlamento catalán. Ciudadanos lo propuso y votaron en contra Podemos y PSC.

A las pocas horas de la firma del Acuerdo, ya se esbozaban otros compromisos entre PSOE y Ciudadanos como el de oponerse al referéndum en Cataluña; como un modelo laboral que penalice el despido e incentive la conversión a indefinidos; como una reforma exprés de la Constitución con las cinco exigencias de Ciudadanos; como el desarrollo de una Ley de Muerte Digna y la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana; como la destitución de los cargos investigados por delitos de corrupción; como la rebaja al 10% del IVA cultural.

Algunos comentaristas apuntaban al olvido del cambio de la ley electoral. Albert Rivera indicaba que: “Hemos pedido que se abra una ponencia en la que se debatan los principios fundamentales y luego se pueda modificar la ley”. Pero, la Ley electoral es una Ley Orgánica que exige mayoría de 2/3 en la Cámara Alta (Congreso de los Imputados) para cambiarla y, por tanto, no necesita ninguna reforma de la Constitución. Serían suficientes los votos de PP, PSOE y C's para que, realmente, se cumpliera aquello de: una persona, un voto.

¿Dónde está el cambio del sistema electoral para que el nacionalismo tenga el peso que le corresponda y no su actual peso irreal? ¿Dónde las listas abiertas? ¿Dónde la reducción de ayuntamientos, comarcas y hasta diputados? ¿Dónde la racionalización de competencias autonómicas irracionales? ¿Dónde la eliminación de las subvenciones a partidos, sindicatos, culturillas, medios y demás llepasubvens? ¿Dónde la intolerancia contra la corrupción? ¿Dónde la agilización del sistema judicial? ¿Dónde la reforma definitiva de la educación para dejar espacio a los padres? ¿Dónde la defensa concreta de los ciudadanos que quieren vivir libres de nacionalismo?

En este país de ciegos, Ciudadanos sería el tuerto que intenta la regeneración política e institucional, eliminar privilegios y corruptelas de la clase política. El PP pudo hacerlo con su mayoría absoluta y ni lo intentó, y, en estos momentos, algunos de sus dirigentes se encuentran catalogados como “organización criminal”; por ejemplo, en Valencia, en Baleares, en Madrid en cuya sede la Guardia Civil pasea como Pedro por su casa. No obstante, en la legislatura anterior se aprobaron el mayor número de leyes y normas de la democracia.

Ciudadanos, que ha mantenido reuniones temáticas con dirigentes del PP para acercar posturas y determinar unas primeras líneas de trabajo generales, no se volverá a sentar con el PP hasta pasada la segunda sesión de investidura de Pedro Sánchez. Ciudadanos sabe que, sin el concurso del PP, es imposible llevar a efecto las reformas anunciadas.

El tema del desafío independentista podría constituir un elemento para aproximar posiciones y deshelar las relaciones entre Rajoy y Sánchez, pero el socialista se encuentra mecido por la absoluta deriva del PSC.

Pedro Sánchez y su equipo

Con negociadores como Jordi Sevilla, José Enrique Serrano o César Luena, Pedro Sánchez se lanzó al ruedo a torear a diversos morlacos, ofreciendo a diestro y siniestro pactos, acuerdos y componendas cualesquiera a cambio de su investidura. Ningún análisis con cabeza, ni la más mínima autocrítica del desastre de los gobiernos de Rodríguez Zapatero.

Jesús Lainz lo explicaba así:“La otra gran culpa del PSOE son unos planteamientos ideológicos cuya única consecuencia posible es el suicidio de la nación que, paradójicamente, aspira a gobernar. Para explicarlos, dejemos la palabra a un muy autorizado izquierdista, Fernando Savater. Pues, en el ya lejano 2004, acusó a la que denominó “izquierda lerda” de haber logrado que “cualquier invocación al pluralismo, aunque sea por motivos caciquiles, es considerada progresista, mientras que recordar la unidad de España resulta fascismo de mal gusto. Éste es el gran fraude ideológico, educativo y político de nuestra democracia: y el origen de la principal amenaza que pesa actualmente sobre ella”. Efectivamente, Savater acusó a la izquierda de haber elaborado “la coartada progresista para el nacionalismo”.

Doce años después, con Pedro Sánchez, acudimos a Jesús Lainz: (…) Por eso el PSOE no parará de dar la razón a los separatistas, de satisfacer sus caprichos, de comprender sus reivindicaciones, de poner el ordenamiento constitucional patas arriba convencido de que centrifugando un poco más España convertirá a los separatistas en buenos patriotas, y, por supuesto, de aliarse con ellos, tanto en su versión original como en esa versión Caballo de Troya llamada Podemos. Y si no sucede en esta legislatura, sucederá en la siguiente”.

El propio Rodríguez Zapatero, entrevistado por la cadena qatarí Al Jazeera, admitía que «sufriríamos menos si hubiéramos ahorrado más y hubiéramos tomado menos dinero prestado del exterior». Es decir, que España se hubiera podido evitar el pago de decenas de millones de euros en intereses y reducir los recortes a aplicar para salvar la situación.

Pedro Sánchez continúa con su obsesión por atraerse a Pablo Iglesias al redil

Como este tipo de “herencias se reciben sin derecho a inventario”, no está de más que la gente sepa los pufos del Gobierno de Rodríguez Zapatero que se encontró el PP en los meses siguientes a su acceso al gobierno. Así podemos hablar de:
1.- Pufo del déficit: se pasó de uno imaginario del 6% a otro más real del 8,9%. Un primer agujero de 25.000 millones de euros.
2.- Pudo financiero: del optimismo antropológico zapateril del “tenemos uno de los sistemas financieros más sólidos de la comunidad internacional” a necesitar una inyección de 62.000 millones de euros.
3.- Pufo sanitario: errores que han puesto en peligro la asistencia sanitaria gratuita e incrementaron el turismo sanitario gratuito, escaso control en la dispensación de medicamentos, estimaciones a la baja del número de dependientes y con una financiación infravalorada. Una broma de más de 16.000 millones de euros.
4.- Pufo en infraestructuras: más de 20.730 millones de euros en infraestructuras ferroviarias en Renfe, Feve y Adif.
5.- Pufo eléctrico: más de 24.000 millones de euros que han implicado la subida de la tarifa de la luz.
6.- Pufo en las empresas públicas, fundaciones y consorcios: más de 56.000 millones de euros. Las empresas estatales se llevaban 32.000; las autonómicas, 13.870; y 9.328 las locales. Estas empresas cuestan al año más de 200.000 millones de euros. Las autonomías se resisten a eliminarlas.

De nuevo, con su bálsamo de fierabrás del federalismo, el PSOE se convierte en “la coartada progresista para el nacionalismo”. Así, Pedro Sánchez trata de atraerse a Podemos, Izquierda Plural o Izquierda Hundida, como prefieran llamarla, y Compromís para llegar a un pacto con una hora de ruta vinculante porque no se fían del PSOE y que éste haga algo totalmente distinto a lo propuesto. Pero, las propuesta de Podemos y confluencias ¿son asumibles por el PSOE?

O se entrará, de nuevo, en la dinámica de ocurrencias como: ¿hacer un decreto ley o simplemente anunciarlo? ¿Vociferar medidas sin tomarlas al final? ¿Pretendidas acciones para arreglar algo o fastidiarlo aún más? ¿Críticas ideológicas en lugar de análisis con un mínimo nivel cultural?

En todos los supuestos que se barajan se necesita un mínimo de tres partidos, de los cuatro mayoritarios en el Congreso de Diputados. No existen demasiadas alternativas para evitar unas nuevas elecciones el 26 de junio, que no modificaría sustancialmente el panorama político.

Los Peter Pan de la nueva política

Para Podemos sólo puede existir un gobierno de progreso si ellos lo integran, por lo que exigen coalición al PSOE, que arrastre al conjunto de independentistas e izquierdistas para alcanzar una mayoría. Pocas horas antes de debate de investidura, Pedro Sánchez lanzó una nueva oferta a la izquierda populista.

Podemos, el populismo que, desde el primer momento, se asoció al chavismo, al régimen de los ayatolás iraníes o a la Syriza griega, trata de desligarse, ahora, de sus fracasos, apoyado en el entramado mediático de Jaume Roures y de otras cadenas sectarias, que eluden hablar del recorte griego del 30% de las pensiones.

Pablo Iglesias, el profesor universitario que va de sembrado y se dedica a chupar cámara, quiere un “Ejecutivo de progreso”, aliado al PSOE, y con él de “vicepresidente leal” para controlar el CNI, las fuerzas de seguridad, los jueces y fiscales y medios de comunicación,. Se muestra convencido de que él conseguiría el apoyo de PNV, DiL y ERC, que “no querrían que gobernara el PP”.

Pablo Iglesias, destacado Peter Pan de Podemos

Al Peter Pan de la política española, gente que lo conoce, como Enrique Riobóo, director de la televisión local madrileña, Canal 33, asegura que “es la peor casta” y que “los iraníes pagaban a Pablo Iglesias en sobres con billetes de 500 euros”. Aún así, desprecia a los otros partidos.

Al tratar de la crisis, habla de “rescate pedido” y “reconocido por la prensa internacional” a pesar del “régimen de censura español”, del mileurismo que masacra a los trabajadores, de ley mordaza, de trincar y de hacer más ricos a los ricos.

El entorno podemita que ya ha tocado poder acumula demasiadas trapacerías. En Madrid, Manuela Carmena generó la patochada de su Cabalgata de Reyes; eliminó del cementerio de Carabanchel la placa que recordaba a los ocho beatos carmelitas fusilados durante la Guerra Civil, que tuvo que reponer en su sitio. Después, el episodio de los titiriteros en el distrito de Tetuán. Un teatrillo de guiñol para un público infantil que escenificaba la violación y apuñalamiento de una monja, asesinatos, clavadas de cuchillo en el vientre de una embarazada para hacerla abortar, ahorcamiento de un juez, apología de terrorismo con la pancarta “Gora Alka ETA”. La concejala responsable del episodio, Celia Mayer, ni se planteó dimitir tras la escenificación de esos actos de violencia, y cargó todas las culpas en el Director del Carnaval.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no quedaría a la zaga aduciendo que “Una torpeza no es un delito. La sátira no es un delito”. Pedía la libertad de estos enaltecedores del terrorismo y, en un twiter, los llamaba chicos “que tendrán que lidiar con la maquinaria mediática sin escrúpulos de una derecha vengativa que no soporta la disidencia y aún menos perder elecciones, y que sigue recurriendo machaconamente al “todo es ETA”. Calificaba la representación de “satírica y carnavalesca” que “como máximo ha sido un error de programación”. Concluía con estas palabras: “En una democracia sana, en un estado de derecho, hay que proteger toda libertad de expresión, hasta la que no nos guste, hasta la que nos moleste”. Sin embargo, a los huelguistas de los transportes urbanos de Barcelona, los trató de desprestigiar y silenciar publicando sus tablas salariales a fin de enfrentarlos a los miles de parados que deambulan por la ciudad condal.

Parte de la plana mayor de Podemos, encabezada por Pablo Iglesias

El entorno podemita para Pablo Iglesias es “Gente normal haciendo política”. Lo mismo la concejala que estafa a cinco mil inmigrantes, que el diputado de Castilla y León condenado por abusar de una niña de cinco años. O sus socios de Compromís obligando a retirar los símbolos cristianos del cementerio de Valencia. Y es que los radicales antisistema son la contradicción e irresponsabilidad en persona. Y pretenden que ante sus desmanes sólo se escuche un ¡silencio, se rueda!

Otro izquierdista, como Alberto Garzón, promete hacer maravillas con el dinero público y crear un millón de empleos públicos en servicios sociales. Es decir, acumular empleados para cumplir con la ley de los rendimientos marginales decrecientes; es decir, a cada uno que se ponga de más, el rendimiento medio y el total decrecerá, consiguiendo más ineficiencia y menor eficacia. Otras cosa es saber gestionar, y no acumular gente por mucho carné político que tenga.

Algún comentarista sostiene que al PP y a Podemos les favorecería nuevas elecciones y hacen pinza para impedir la formación de un nuevo gobierno. Dicen que Podemos no ha venido para acabar con el bipartidismo sino a integrarse en él. Para contrarrestar esa pinza el PSOE se dispara. Pedro Sánchez se quita el traje y la corbata para reunirse con Pablo Iglesias. Miquel Iceta, del PSC, se desmarcaba del Comité Federal y animaba a Sánchez a pactar con Podemos, mientras Javier Lambán insiste en que “El PSOE debe ser creíble como garante de la unidad de España”.

Luis del Pino, el director de Sin Complejos, aseguraba que Pedro Sánchez queda libre “para cerrar un acuerdo con Podemos” y que “Lo único cierto es que Sánchez ya tiene los votos para un Gobierno con Podemos”. Unas horas antes de la primera sesión de investidura, Pedro Sánchez suplica “in extremis” a Podemos y a IU un pacto de Izquierdas.

Duele pensar que los partidos miren más por su propias siglas e intereses que por los de la nación. Prometen reformas para ganar el poder y la consecuencia es más gasto público y una mayor deuda pública que tendrán que devolver las generaciones futuras! O sea, otra vez, aquello del que venga detrás que arree.

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