1/5/12

A pesar de todo, ser periodista

Minerva Katssenian inicia su colaboración en este blog con sus impresiones sobre el ser periodista. En una próxima colaboración tratará la doble ciudadanía de los armenios de la diáspora.

Opino que existen muchas razones por las que no querer ser periodista.

Aspecto de una redación de diario norteamericano

En primer lugar (empezando por lo más mundano), porque no hay trabajo; la mayor parte de los mortales –al menos en la España en la que vivimos– necesita médicos, profesores o conductores de autobús, pero puede seguir viviendo apaciblemente sin saber lo que se sufre en Camboya.

Porque, lamentablemente y seguro que acuciado por las necesidades terrenas, el periodista suele exponerse a ser comprado. Si tú no quieres hacer algo, siempre habrá alguien que quiera hacerlo; en una época en la que se lucha por sobrevivir, es probable que muchos oculten sus principios e, incluso, los nieguen tres veces, como Pedro hizo con Cristo. Los periodistas probos, a menudo, son repudiados por el propio periodismo, al que estorban.

Porque, aunque se diga la verdad, hay personas que prefieren no escuchar y seguir cómodamente su día a día, absortas en sus problemas cotidianos e indiferentes a los Iluminados de turno que quieran llevarnos a un temprano apocalipsis.

Porque el periodismo se ha convertido en un negocio, una industria en la que los amos –países ricos como Catar– transmiten sus dictados a voceros occidentales que, si quieren seguir existiendo, deben acatar sus órdenes. A veces, es mejor morir de pie que vivir de rodillas. Sí, quizá el periodismo deba morir y renacer de sus cenizas; más allá de una profesión que nos dé pan, debe ser una forma de entender la comunicación entre los seres humanos; un fin, jamás un medio.

Pero, a pesar de todo, no se puede renunciar a las convicciones y pasiones que nos definen como personas y nos hacen dejar de ser meros organismos vivos. Debemos hacer de la lealtad (a las ideas y a las personas que nos son merecedoras de respeto) un atributo nuevamente humano y no solo propio de nuestros amigos cánidos y equinos.

El periodismo, para mí, ha sido como una ruta que se toma de forma improvisada, sin saber muy bien adónde llevará. Tras haber cursado un bachillerato de ciencias de la salud, una inspiración –acertada, espero– me hizo cambiar en el último momento la palabra medicina por la palabra periodismo en mi hoja de solicitud para cursar estudios en la universidad. Muchas veces, me he preguntado si fue un impulso sabio o una temeridad, pero cada camino tiene reservadas unas pruebas y unas recompensas que lo hacen único y merecedor de ser recorrido. Simplemente, espero que, si, habiendo acabado la carrera y pasados los años, el periodismo no diere los frutos esperados, no lamente la decisión que tomé.

Minerva Katssenian

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