1/5/11

Solidaridad entre gangsteres. (III) Los maletines planean sobre Cataluña

El discurso sobre reactivación económica de Artur Mas, del 25 de marzo de 2011, ha tenido defensores a ultranza y detractores. Desde las páginas de La Vanguardia, Pilar Rahola defendía esta declaración por la determinación inequívoca de Artur Mas de no mentir con los números, por la seguridad que ofrecía de que se plantará ante las extorsiones del gobierno central y por haber mostrado una hoja de ruta severísima. Sus detractores le recuerdan que Artur Mas no ha dicho ni una verdad completa, que a lo sumo han sido medias verdades. Reconocen que la ruta marcada está llena de recortes, pero sólo para todos aquellos que no sean asesores y resto de sus coros y danzas. Aluden a las páginas del DOGC donde se especifican cómo cargos políticos de la Generalidad unen a sus especialísimos sueldos complementos de más de 31.000 € anuales, mientras los recortes alcanzan al resto de la población catalana. Le recuerdan, también, que en el Consejo de CDC, celebrado en Bellaterra el 15 de mayo de 2010, criticó que “los dirigentes socialistas niegan la evidencia y alzan la bandera de los derechos sociales para después recortarlos y convertirse en verdugos”, enfatizando que “no se trata de ninguna amenaza pero sí de advertir”.


Este azulejo sevillano define la situación de una sociedad que va difuminando sus valores

Cuatro meses de recortes sociales han contradicho aquellas palabras de Artur Mas. La gravedad de la presente crisis, agrandada por la caótica gestión del tripartito, ha originado una fortísima reducción en los ingresos de las Administraciones Públicas, disminuyendo radicalmente la facilidad de mover dinero por parte de los gobiernos. A menor cantidad del circulante, del disponible o del realizable, menor posibilidad de detraer de las arcas públicas aquellas cantidades a las que estaban acostumbrados en sus anteriores etapas de gobierno, acciones desamortizadoras para las que no tuvieron el más mínimo rubor. De ahí, el cabreo de CDC y su radicalismo independentista porque, en las actuales circunstancias, no pueden contar con ese 3, 6, 15 o 30% que, por múltiples métodos, volaba de las cajas de las administraciones catalanas, ni tampoco con los hombres de negocios, especuladores inmobiliarios y depredadores financieros de todo pelaje al ser más difícil esquilmarlos en la misma medida que en anteriores épocas mediante las ya famosas comisiones.



Maletines para tiempos revueltos

Y hablando de volar, nada mejor que crear una conflictividad permanente mediante la maniobra de distracción de la agitación nacionalista, que crear una vorágine de tiempos revueltos en los que obtener una mejor pesca. Maletines repletos de billetes que pasan de unas manos a otras para acabar, casi siempre, en ese reducido número de azuzadores de conflictos.

El penalista Joan Piqué Vidal, abogado de Jordi Pujol en el escándalo de Banca Catalana, ha sido famoso en los ambientes judiciales de Cataluña por el trasiego de maletines de un juzgado a otro, de una audiencia a otra. Experto en la compra de voluntades, él mismo ha estado encausado por un delito continuado de cohecho y, en enero de 2005, condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña a cumplir una condena de siete años de prisión por el caso del juez Estevill de corrupción judicial, en quien recayó una condena de nueve años. Pascual Estevill, un amoral por antonomasia, debió soñar que parapetándose tras él se salvaría; pero, el propio Piqué Vidal también caería.

Encarcelado por presuntos sobornos desde el 13 de febrero de 1997, Pascual Estevill pediría, el 8 de enero de 1998, mediante un recurso contra la comisión rogatoria solicitada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) a Suiza para que se investigara los movimientos bancarios en la cuenta del ex magistrado y su posible relación con el ex consejero de Economía de la Generalitat Macià Alavedra.


¿Se llegaron a creer que eran Dioses?

Luis Pascual Estevill publicó en 1971, en Tarragona, un libro titulado España 71: Desarrollo en acción. El 31 de diciembre de 2000, publicaría Hacia un concepto actual de la responsabilidad civil. Ironías de la vida. También, en el 2000, en Espasa Calpe, Oriol Malló Vilaplana nos aproximaría al tema con su ensayo En Tierra de Fariseos. Viaje a las fuentes del catalanismo católico. Al año siguiente, Oriol Malló apuntaría más directamente con su libro Seréis como Dioses. Vida y andanzas de Luis Pascual Estevill. Félix Martínez, en 2002, publicaría Estevill y el clan de los mentirosos. Crónica de un chantaje a la burguesía, a la banca, y a las instituciones.

La sentencia contra Pascual Estevill y Piqué Vidal, criticaba la ausencia de movilización por parte de los poderes públicos catalanes al trascender el escándalo. El fallo recoge el “insidioso plan” que “urdieron” para “extorsionar” a los empresarios que el juez investigaba y a los que el letrado defendía, y que se concretó en el pago de sumas millonarias para que los afectados eludieran las penas de prisión a imponer por el juez Estevill.

¿Cómo se puede llegar a semejante situación? ¿Cómo podían durar tanto tiempo situaciones como éstas, que eran vox populi, sin que nadie hiciera nada? ¿Cómo se pudo sostener en el tiempo la actuación delictiva de juez y abogado corruptos? ¿Cómo se abonaban favores a secretarios y oficiales de determinados juzgados, y se continuaba la dinámica con el pago a los interventores judiciales, que casi siempre eran los mismos? ¿Los fiscales jefes vitalicios José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo no conocieron la existencia de la actividad de ese y otros bufetes?

Un despacho al servicio de sus amistades nacionalistas

Antoni Piñol, quien durante veinte años fue secretario de Piqué Vidal, escribió en 1998 "La toga manchada de Piqué Vidal". En la contraportada se dice: "…aspectos inéditos de turbias operaciones protagonizadas por este letrado. El presidente Jordi Pujol, Javier De la Rosa o La Caixa son algunos de los clientes del bufete Piqué Abogados Asociados".

La mecánica suele ser la misma en estos despachos asociados, la “explotación” de las amistades de la Cataluña oficial. Si bien las manos derechas del Capo no saben lo que hacen sus manos izquierdas, todas acaban participando de parecido proceso delictivo. No obstante, ante el clamor y las denuncias contra el capo, algunos profesionales se despidieron del gabinete reclamando su honorabilidad, sin que nadie de su entorno lo denunciara. Solamente, ese secretario no profesional que lo denunció en Fiscalía, salió de ella denunciado por “chantaje” y condenado, posteriormente, a año y medio de prisión.


Joan Piqué Vidal, un abogado asociado profesionalmente a múltiples escándalos en Cataluña

Describe Piñol a su personaje: "Así, salvo unos pocos que le conocíamos bien, pasaba por ser una persona de una humildad franciscana. Qué ironía y qué mayúsculo error. La soberbia, siempre soterrada pero siempre también omnipresente, le dominaba. Y la robusta vitalidad de esa soberbia se veía arropada y garantizada por el riesgo constante de tal prepotencia con sus subordinados, que en fuerza e intensidad solo era comparada al servilismo que derrochaba con quien consideraba que era superior a él en el campo estricto del poder y del dinero". E insistía en señalar su prepotencia: "Todo aquel proceder de superjefe tenía amargados a la mayoría de integrantes del plantel de licenciados en derecho o en economía, entre los cuales los había que reunían en su currículum ambas licenciaturas. He dicho la mayoría y no a todos porque, como en todas partes, había individuos para los que cuanto hacía Piqué estaba bien hecho; eran los clásicos 'pelotas', alguno de los cuales habían llegado a desprenderse incluso de la más mínima o irrenunciable capacidad de razonar".

Al hombre del maletín, Joan Piqué Vidal, se le recuerda en el caso Hacienda de Barcelona, y a su sombra Mireia Astor en el caso Millet, el conducto de las cloacas que conducen a la ciénaga de la Cataluña nacionalista, junto con el caso Pretoria y muchísimos más casos. Joan Piqué Vidal fundó el diario El Observador junto con el empresario Lluís Prenafeta.

Joan Piqué Vidal, durante décadas profesor de Derecho Penal en la Universidad de Barcelona, encarcelado en la prisión de Can Brians para el cumplimiento de su condena de siete años de prisión, disfrutó de un régimen flexible por acuerdo de la Junta de Tratamiento de la cárcel, al amparo del art. 100.2 del reglamento Penitenciario, que permite aplicar a un preso los beneficios de otros grados. A Piqué Vidal, clasificado en segundo grado, se le permitía disfrutar de alguno de los beneficios de los presos en tercer grado o régimen abierto, como pasar el día fuera de la cárcel y regresar sólo a dormir de lunes a viernes. El acuerdo ratificado por los Servicios Penitenciarios de la Generalidad le permitía abandonar la prisión cuatro días por semana para acudir a dos centros distintos de Cáritas situados fuera de Barcelona. En uno trabajaba con enfermos y en otros con personas inmersas en procesos de reinserción social. Sin embargo, según El País del 31 de diciembre de 2006, el abogado penalista había salido también por la mañana del sábado. Su clasificación carcelaria había generado discusiones entre miembros de la Junta de Tratamiento y de la Secretaría de Prisiones de la Generalidad, partidarios de concederle directamente el régimen abierto, si bien esta propuesta podría haber sido revocada por la Generalidad y no habría contado con la aprobación del juez de vigilancia penitenciaria, recurrible ante la Audiencia de Barcelona. Como arrepentidos de sus fechorías, se les emplaza en la sección abierta del tercer grado en la Modelo.

Escritores y periodistas han comparado, erróneamente, el bufete Piqué Vidal con la película La Tapadera. Sin embargo, en el bufete, los abogados del primer escalón, recién licenciados o becarios, suelen actuar de buena fe y se limitan a rellenar papeles, se patean los pasillos de los Palacios de Justicia sin enterarse, prácticamente, de nada. En estos gabinetes profesionales, el ascenso está reservado a los hijos, sobrinos o a quienes han sido pillados en un renuncio y pueden dar muestras de su perversión amoral. Un damnificado del bufete Piqué Vidal expresaba que “el bufete no defendía ni blanqueaba para la mafia, era en si mismo la MAFIA, tal como surge del Sistema Español”. Sociedades emplazadas en el mismo edificio del bufete, como Mogiris SL, “vendían” pisos a jueces que dictaban condenas con el beneplácito del gabinete. Ese perjudicado del bufete recibió tres condenas: una cumplida antes de ser juzgado, otra sin libertad bajo fianza y otra tercera también cumplida en su integridad.

Otros 35 bufetes de Cataluña, que representan a un largo centenar de profesionales suelen ser partícipes de este tipo de actuaciones, aportando “sus amistades y su sabiduría”. Se podría decir que no trabajan para mafiosos, porque tanto ellos como ese grandísimo elenco de “sus personajes”; véanse sus jueces, sus fiscales, sus secretarios de juzgados, sus registradores, sus notarios, sus inspectores de Hacienda, sus inspectores de Trabajo, sus policías y sus políticos, son los mafiosos. Es común la frase “lo sabía todo Barcelona” cuando se habla de esos maletines. Carreras delictivas tan espectaculares obtienen el premio a la estafa, a la falsificación, al robo, a la extorsión, al blanqueo, a la corrupción de la política y de la justicia. Un premio que mueve miles de millones para ayudar a deslizarse por el interior de las administraciones catalanas y por el ámbito judicial y penitenciario.

El despacho de abogados Piqué Vidal posee tal cúmulo de relaciones con todo tipo de administraciones catalanas que, según diversas fuentes, se convirtió en el bufete de referencia del consulado de China en Barcelona y de algún cártel de narcotráfico mexicano.

Próximo artículo de Solidaridad entre gángsteres ...(IV) Blanquear el polvo blanco

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