10/9/09

Zapatero, el problema eres tú

Es como si el maquinista se hubiera vuelto loco y el convoy realizara un recorrido que nos llevara a la cola de los países desarrollados. Las estaciones del paro, del crecimiento del PIB, del déficit del Estado, del déficit por cuenta corriente, del nivel de endeudamiento externo, de la educación, de la flexibilidad laboral y de la competitividad alertan a la OCDE, al Foro Económico Mundial y los informes como el Pisa o el de la Fundación de las Cajas de Ahorro, el propio Banco Central Europeo o el Banco de España, nos alejan del mundo virtual diseñado por el Gobierno Zapatero y su cohorte de paniaguados izquierdistas en el Congreso. Aunque las instituciones internacionales excluyen España de la recuperación económica, aquí siguen sin enterarse que el “rollo ideológico” ya no cuela, que la gente quiere, sencillamente, trabajo para poder resolver sus problemas y que el Estado y los poderes autonómicos y municipales dejen de invertir en sus paranoias.

Ni teniendo un gobierno anticlerical, como el de Zapatero, los españoles nos libramos de los diezmos. Este gobierno de izquierdas ha dejado tiesas las arcas del Estado y sólo encuentra solución en la emisión continua de deuda pública. Rodríguez Zapatero insiste en que “nuestra capacidad de inversión pública es sólida”, y ello cuando al personal al servicio de las administraciones públicas se le está pagando a base de contraer más deuda pública.

Ahora, quieren enfrentarse al lobo de la crisis disfrazados de caperucitas rojas (disfraz que incluye pañuelo rojo al cuello y puño en alto) y, de esta guisa, amenazan con “el ajuste fiscal” a las clases medias, las que siempre pagan, rodeándolas con todo tipo de eufemismos para esquilmarlas y llevarlas a la ruina, antes de iniciar el camino a la confiscación.

La fiesta mitin de Rodiezmo, auténtico Zapaterodrómo, nos ha dejado la fotografía de la escuadra socialista con cuatro puños en alto y al cabo Zapatero entonando el cántico de la Internacional, en desafinado coro, para insuflarse ánimos para enrocarse en la subida de impuestos –a la que denominan ajuste fiscal-; arremeter contra los empresarios y tumbar toda propuesta de rebaja fiscal para las pymes y autónomos; bloquear todo pacto con la oposición y subir las pensiones sin disponer de los recursos necesarios. Y un Alfonso Guerra, eufórico en sus dislates sin la menor gracia, clásico del autobombo y de la loa propia. Sin estrategia económica de ningún tipo, con decretos chapuzas que no mantienen su vigencia ni quince días, el gobierno camina a salto de mata para llevarnos a la ruina al ritmo de un talante de diálogo, que impone criterios y no da opción a un debate económico, y al compás del lenguaje de un sindicalismo trasnochado que, instalado en la poltrona, está fuera de toda realidad y no sabe ni a dónde va, pero que suscribe todo lo que le dice el gobierno.

La única cosa con la que estoy de acuerdo con José Luís Rodríguez Zapatero es que este país es solidario. Difiero totalmente cuando dice que “por ello, hay un Gobierno solidario”. No, señor Rodríguez Zapatero su gobierno es ya el más dilapidador de los últimos cien años; mucho más, incluso, que los de Felipe González que dejaron prácticamente a España en quiebra técnica.

Un Rodríguez Zapatero, abanderado del socialismo cerril, al que se le subleva el grupo Prisa, de quien el ministro de economía Pedro Solbes acabó harto hasta decir basta, al que le van abandonando ex ministros como Jordi Sevilla -fundador de la Nueva Vía socialista que aupó a ZP a la presidencia del Gobierno-, o el ex ministro de Cultura César Antonio Molina, trata de entretener al Congreso con la defensa de una subida de impuestos del 1,5% del PIB, que representaría unos 16.500 millones de euros cuando el país necesita más de 50.000 millones de euros para compensar el déficit del Estado. Capacitado para utilizar a la fiscalía y a la policía en beneficio de sus intereses electorales, este Zapatero a la deriva sigue sin especificar qué figuras impositivas irán al alza y se incorporarán a la Ley de Presupuestos Generales del Estado. Hablan de no tocar el IRPF, de aumentar las ayudas, de influir sobre las rentas de capital, sobre los beneficios de los fondos de inversión bursátiles o subir el IVA. Despistando con el tema de la futura Ley de Economía Sostenible, el diálogo social queda bloqueado y en entredicho al no poderse hablar de fiscalidad ni de rebajas en las cotizaciones sociales para que las empresas puedan competir en las mismas condiciones que el resto de países de nuestro entorno.

El gurú del progresismo francés Alain Minc, consejero de Criteria Caixa Corp, ha declarado: “España estaría mejor si Felipe González ocupase la Moncloa”, y considera a Rodríguez Zapatero falto de “fuerza” y sin “liderazgo”. En un artículo en El País (29.08.2009), el socialista Gregorio Peces Barba fue explícito en su expresivo título: “Un compendio de errores y engaños”, donde el catedrático sentencia: “en la preferencia del Presidente del Gobierno de la juventud sobre la experiencia, está quizás el error más de fondo que ha podido propiciar estos lodos”.

Y José Luís Rodríguez Zapatero sigue sin enterarse de que él es el problema que gravita sobre todos los españoles.

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