24/11/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (IV). Medios y pensamiento único

Una parte de los medios de comunicación y la casi totalidad de los diarios gratuitos subvencionados por la Generalitat, se posicionaron ante la beatificación con la intencionalidad de encontrar algún punto, alguna palabra a la que acogerse para demostrar su “rerefons polític i històric” y acusar de forma permanente a la Iglesia. La estela la iban dibujando aquellos medios encargados de marcar la estrategia informativa del régimen nacionalista catalán dando una excesiva importancia a los actos, declaraciones y manifestaciones de los totalitarios contra la beatificación.

Portadas de diversos diarios del día siguiente a la beatificación en Tarragona

La prensa cubrió el acto de beatificación de los mártires, algunos destacaron la noticia en portada. Para ABC "la Iglesia no busca culpables", La Razón “522 mártires para la reconciliación”, La Vanguardia "el Papa elude la Guerra Civil", La Gaceta “Asesinados por odio a la fe”, El Periódico “La Iglesia olvida a las otras víctimas”, El País sin “referencias a los crímenes franquistas, El Mundo “Mas elude hablar del 12-0” presenta una foto del acto de beatificación, El Punt-Avui “Beatificació massiva”.

Algunos magnificaron ad infinitum esa repulsa. Pero, como ya es habitual en Tarragona, este tipo de actos de repulsa totalitarios no tiene un excesivo apoyo y en torno a las protestas se reunieron un centenar de personas, palmo más o menos y con un escaso margen de error. Protestas contra todo lo que se mueve donde, habitualmente, existen menos manifestantes que entidades firmantes, ya que una misma persona pueden firmar por tres, cuatro o cinco entidades, subvencionadas casi siempre, algunas de las cuales son más o menos unipersonales.

Los medios adictos al régimen promocionaron a bombo y platillo los tres actos de protesta organizados contra la beatificación. El día 10 de octubre reunieron unas ochenta personas; el sábado día 12, se contabilizaron 152 personas ante la estatua "dels Despullats", desde donde saldrían en manifestación; y el domingo día 13 algo más de cien personas se concentraron en el monumento de La Oliva. La pretendida demostración de fuerza nacional-republicana-izquierdista no llegó a más ni contando con la presencia de una concejala de ICV y de un decano de facultad.

Una prensa izquierdista nacional e internacional que estuvo meses trinando contra la beatificación de los quinientos veintidós cristianos inocentes que vertieron su sangre en defensa del catolicismo en los años treinta del siglo pasado, especialmente durante la Guerra Civil de 1936-1939.

Un siglo de especial persecución al cristianismo

Ciertamente, el siglo XX fue muy prolijo en persecuciones contra la religión en general.

En ese cruce de caminos entre Oriente y Occidente de la geoestratégica meseta de Armenia, el genocidio de los cristianos comenzó en el siglo XIX, cuando el sultán turco Abdul Hamid (1876-1909) masacró más de 300.000 armenios entre 1884 y 1896. El derrocamiento del sultán por los Jóvenes Turcos pareció el inicio de una época de paz y fraternidad basada en la igualdad de derechos. Nada más lejos de la realidad, puesto que, entre 1908 y 1914, el objetivo del nuevo orden turco fue transformar un imperio heterogéneo en un estado homogéneo mediante el concepto de un pueblo, una nación. Con el fin de eliminar obstáculos a su objetivo, Mustafá Kemal Atartük y los jóvenes turcos, mediante la barbarie, el salvajismo y la irracionalidad optaron por el exterminio del pueblo armenio.

Imagen de la deportación turca de mujeres, ancianos y niños armenios

En Constantinopla, del 23 al 24 de Abril de 1915, fueron asesinados, detenidos o deportados a Anatolia unos 650 dirigentes armenios. Fue el punto de partida de la orden de deportación de la población civil, desde las zonas de guerra en el Cáucaso, hacia los centros de reinstalación, en los desiertos de Siria y Mesopotamia. En todas las localidades armenias se siguió el mismo esquema de arresto y asesinato de los líderes y de los hombres mayores de 15 años. Ancianos, mujeres y niños fueron deportados hacia los desiertos de Siria. En esa larga marcha muchos hallaron la muerte, otros fueron violados, torturados y se les robó lo poco que consiguieron llevarse consigo. Los pocos supervivientes fueron trasladados a distintos puntos de Oriente Medio donde el hambre y las epidemias hicieron su parte, diezmando aún más una diáspora que dio origen a las diversas comunidades armenia de Europa y de América. De acuerdo con las estadísticas del Patriarcado Armenio de Constantinopla, en 1912, durante el imperio otomano había 2.100.000 armenios y se pasó a 77.435 en 1927 y unos 50.000 en 1993. Fue un hecho premeditado del gobierno turco orientado a la eliminación del pueblo armenio por no renunciar a la preservación de su cultura. Para describir tales hechos se utiliza el término Genocidio.

Pero, el siglo XX no cerraría las persecuciones con el Genocidio Armenio. Las cuatro grandes ideologías de este siglo, provocarían nuevas persecuciones de católicos y cristianos. La liberal-masónica en México, la socialista-comunista-anarquista en España, la nacionalsocialista en Europa y la comunista en la URSS, China y decenas de Repúblicas Populares esparcidas por el mundo.

Fusilamiento de un sacerdote cristero por el Ejército Mejicano

En la Guerra de los Cristeros mejicanos (1926-1929) se dio una especial crueldad en la persecución a los católicos, decretada por el presidente mejicano general Plutarco Elías Calles, masón, liberal y evangelista de obediencia norteamericana. Una guerra que comportó miles de mártires cristeros. Entre ellos, el niño y combatiente del ejército cristero, torturado y asesinado el 10 de febrero de 1928, José Luís Sánchez del Río que sería elevado a Beato, junto al otro niño cristero que subieron a las montañas para unirse al ejército, combatir y morir por su fe y profesar públicamente a Cristo.

La Guerra Cristera fue el precedente más próximo al holocausto católico español, con un nexo semejante: el odio común de elementos masónicos, liberales e izquierdistas de ambos países hacia la fe católica. ¿Por qué, ahora, lo que vale para Méjico no vale para España? ¿Por respeto humano de unos cuantos obispos y católicos que juegan a ocultar la verdad y a manchar la memoria de aquellos que no se escondieron y que, con su sacrificio, fueron igualmente mártires que sí combatieron por Dios y por España?

El pensamiento único ante las beatificaciones

El pensamiento único trata de inducir comportamientos en los adeptos a sus sectas y dirigirlos cual arietes contra la iglesia católica, con la intención de silenciar todas aquellas verdades que puedan suponerle el desmontaje de su artificio ideológico.

Para librar sus batallas, el liberalismo siempre ha buscado apoyos para servirse de los demás como carne de cañón. El liberal, con su actuar sibilino, desarrolla su lucha callada, discreta y secreta, a través de clubes y de logias masónicas. Mientras no detenta el poder usa de la violencia física y, una vez que su control burgués se ejerce en instituciones y controla los poderes fácticos, mantiene una violencia de espíritu. Desde el inicio del liberalismo, y en todo momento, usa a otros para los trabajos sucios que le han de permitir lograr sus fines. A través del tiempo, ha usado toda clase de exaltados, ya fueran marxistas o fascistas. No les ha importado perder el control momentáneo de la situación, porque en poco tiempo lo recuperan. Con las revoluciones burguesas atlánticas, la actual ideología liberal ha renovado su fuerza y se muestra abiertamente anticatólica. Sus acciones mantienen la evidencia de que sus únicos rivales ideológicos reales son los católicos.

A través de sus sociedades secretas, que ahora definen como discretas, la masonería pulula por una serie de entidades para influir en aquellas personas que pudieran implantar la ingeniería social salida de sus triángulos, compases y mandiles.

Una muestra de este actuar en el día a día, es el transmitir la idea de que el Papa Francisco es el jefe de una ONG, el líder de una ONG que se llama Iglesia, a la que se quiere relegar a la historia y extraerle todo su contenido espiritual. En ese juego están medios como El País, inscrito en un grupo mediático propiedad de Fondos de Inversión norteamericanos y que ocupa edificios que son propiedad del entramado de los Pujol Ferrusola. Así, El País se ha convertido en el gran mentor de esa distorsión del Papa Francisco. El grupo Prisa, junto a otros medios, pretenden crear una imagen del Papa y de la iglesia que se adecúe a sus planteamientos sectarios y a sus intereses políticos.

Respecto a las beatificaciones, los seguidores y servidores del pensamiento único, al margen de sus afinidades ideológicas de andar por casa, sostienen una misma estrategia para aportar elementos que justifiquen sus razonamientos. Con su negacionismo de la persecución y martirio de católicos tratan de darle la vuelta a todo hecho objetivo y de disimular u ocultar hechos sustanciales de nuestra historia.

En primer lugar, niegan que se produjera persecución religiosa alguna en España. Niegan que se ejecutara y persiguiera a miles de personas por el simple hecho de declararse católico, algo que han considerado siempre como un delito. Niegan que los mártires beatificados en Tarragona lo fueran durante la Guerra Civil de 1936-1939, aunque la mayor parte de esos martirios se concentraran en esos tres años y murieran al grito de ¡Viva Cristo Rey! Niegan que las causas de beatificación se hayan basado en hechos históricos y que los postuladores de las mismas se interesasen en saber cómo y por qué murieron esos mártires.

Por eso, sigo sin comprender los complejos de la Jerarquía de la Iglesia, sus sigilos, sus prevenciones, sus componendas con unos y con otros a la hora de plantear las beatificaciones en España. Seamos serios y respetuosos con nuestra propia historia. Decenas de miles de personas murieron en la defensa de su fe, sin armas o con ellas. Y muchos de los que combatieron por su fe en la Guerra Civil lo hicieron, por ejemplo, en unidades de voluntarios que llevaban nombres con referencias religiosas de la Iglesia Católica. Vean sino algunos nombres de Tercios de Requetés.

De Navarra, los de San Fermín, de Nuestra Señora del Camino, de Nuestra Señora de Roncesvalles, de San Francisco Javier, de San Miguel, de Santiago y de la Compañía de Nuestra Señora del Puy de Estella.

De Guipúzcoa, los de San Ignacio y de San Marcial. De Vizcaya, los de Nuestra Señora de Begoña (Vizcaya) y de Nuestra Señora La Antigua. De Álava, los de Nuestra Señora de Estíbaliz, de Nuestra Señora de Begoña (Álava), de la Virgen Blanca o Nuestra Señora de las Nieves.

Ante Dios no hay héroe anónimo

De la Rioja, los de Nuestra Señora de Valvanera y de Cristo Rey. De Aragón, los de Nuestra Señora del Pilar, de San Jorge, de Santiago y los Voluntarios de Santiago de Huesca. De Cataluña, el de Nuestra Señora de Montserrat. De Valencia, el de Nuestra Señora de los Desamparados.

De Asturias, el de Nuestra Señora de Covadonga. De Galicia, el del Apóstol Santiago. Del Reino de León, los de la Virgen del Camino, de Cristo Rey y de Santa María la Real. De Castilla, los de Santa María La Mayor y de Santa Gadea. De Madrid, el de Santa Bárbara, de Nuestra Señora de La Paz, de San Lorenzo.

De Andalucía, los de Nuestra Señora de la Cabeza (Jaén), de Nuestra Señora de los Reyes (Sevilla), del Arcángel San Rafael (Córdoba), de Nuestra Señora de las Angustias (Granada), de Nuestra Señora de la Merced (Jerez de la frontera y Cádiz), de Nuestra Señora del Rocío (Huelva), de Nuestra Señora de la Victoria (Málaga). De Extremadura, el de Nuestra Señora de Guadalupe.

He mencionado, únicamente, las unidades con nombres de santos y vírgenes, pero no quiero olvidar al resto de unidades de todos los territorios de España que combatieron con idéntica fe que las mencionadas y a todos aquellos voluntarios extranjeros que acudieron en la defensa de la Iglesia perseguida en España. Unidades que tuvieron sucesivas reconstrucciones dada la cantidad de bajas en el combate que sufrieron. Todos se sacrificaron y muchos murieron en defensa de su fe y de la Iglesia perseguida, y, ahora, ésta, abducida por el pensamiento único imperante, mira hacia otro lado y les gira la cara y la espalda a ellos y a su sacrificio. Así, con ese actuar de reptil, por mucho que diga lo contrario el cardenal Rouco, la beatificación de Tarragona no ayudará a revivir el alma de la Iglesia en este momento crítico y difícil.

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