19/9/12

Gritos e insultos ante la residencia de ancianos

En el barrio de La Granja de Tarragona, en la calle Menorca, a las 10 horas del miércoles día 12 de septiembre de 2012, frente al edificio de la nueva Residencia de Santa Tecla Ponent, los Mossos d’Esquadra procedieron a precintar el perímetro que lo circunda para delimitar el aparcamiento de los vehículos de las autoridades que una hora más tarde se desplazarían para asistir a su inauguración. En una calle lateral, 2 furgonetas de los Mossos. Ante la entrada principal, cuatro coches patrullas de los Mossos y dos de la Policía Local. A la vista, conformaban el despliegue de protección dos Mossos con boina y diez más con la gorra de dicho cuerpo policial, y cinco policías locales.

Edificio de la nueva Residencia Santa Tecla Ponent que las autoridades inauguraron

Construida por la Red Sanitaria y Social de la Fundación Santa Tecla y enmarcada en su Red Asistencial, la residencia Santa Tecla Ponent, se localiza en un edificio de cuatro plantas y de una superficie total de 10.000 metros cuadrados, en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento en el barrio de La Granja. El día 20 de agosto se abrió al público ofreciendo 180 plazas de residentes, con 45 plazas para personas con discapacidad. Dispone, también de 40 plazas de Centro de Día y de una amplía cartera de servicios (rehabilitación, fisioterapia, talleres y actividades de ocio) para mejorar la calidad de vida de los residentes y familiares. Con esta obra se amplía las áreas de servicios sociales de la Red.

La presencia sanitaria en la ciudad de Tarragona nos remite al año 1151, en la época del arzobispo Bernat Tort, cuando por donación de ciertos bienes de Guillem d’Aguiló se edificó el antiguo Hospital. El 15 de diciembre de 1464, el arzobispo Pedro de Urrea une los dos hospitals de la ciudad en uno solo, el de Santa Tecla, con el consentimiento del Ayuntamiento y del Capítulo Eclesiástico, quienes, desde entonces, designaban las personas que debían administrar la fundación.

Y llegaron las personalidades

Artur Mas llegó a las 11 horas y los asistentes profirieron gritos e insultos hacia su persona y su Govern. El ambiente ya estaba caliente a su llegada. Antes de las once de la mañana, unos cuantos curiosos querían ver la comitiva a cierta distancia de quienes habían acudido al lugar para boicotear el acto. Cuatro pancartas aludían a las autoridades y a los recortes, tres personas enarbolaban banderolas de CGT y una de ellas agitaba seis banderas de esta organización. Todo un prodigio manifestante-efectividad. Al otro lado de la calle, tras el precinto de los Mossos varios jardincillos acogen a curiosos y manifestantes. Al llegar el arzobispo, un joven con una coleta en su cabello y envuelto en una camiseta con el lema Ni tengo perro, ni tengo flauta, megáfono en mano, acusaba al prelado de “Obispo, Violador de niños”, “Asesino”, “Ladrón” y “Sinvergüenza”.

Tras esos improperios, al verme tomar notas, varias personas me manifiestan que no están de acuerdo con esos insultos. En el acto se van conformando las diferencias entre curiosos y manifestantes. En el parterre más alejado se reúnen veintiocho personas. En el parterre central frente a la entrada de la Residencia, treinta y nueve personas conformaron el núcleo duro de la protesta con megáfonos, pancartas y banderas, y separados de éstas otras veinte personas presencian la entrada de personalidades. En otro núcleo distante, seis personas.

Momento en que Artur Mas descubre la placa conmemorativa del acto inaugural

El Arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, bendijo las instalaciones en un acto previo al descubrimiento de la placa conmemorativa realizado por el president de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, que estuvo acompañado de los consejeros de Bienestar Social y Familia, y el de Salud, entre otras autoridades. En la comitiva municipal, el alcalde, concejales y el concejal de barrio.

Mas destacó que “aquest és el primer equipament de Catalunya en el qual treballen frec a frec els departaments de Benestar Social i Família i de Sanitat. El nostre govern sempre ha defensat que aquests dues àrees d’atenció a la ciutadania han de treballar amb més sinergies i aquesta és una demostració”. El alcalde de Tarragona, José Félix Ballesteros, elogió la calidad de las instalaciones y que los barrios de Poniente, Constantí y La Canonja dispondrán de un nuevo equipamiento. El director general de la Red Sanitaria y Social de Santa Tecla, Joan Maria Adserà, agradeció la colaboración de instituciones y empresas en la ejecución del proyecto residencial, que prevé abrir algunos de sus servicios (comedor, peluquería o centro de día) a la personas mayores del entorno.

En la parte trasera de la residencia, en la terraza que da al campo de fútbol de La Granja, la comitiva visionó el edificio desde otro ángulo. A las 11,35 horas todavía un grupo de ellos permanecía en la terraza. Cuando los manifestantes se dieron cuenta, y desplazaron sus protestas a la calle lateral en la que no había policías, los convidados ya habían retornado al interior del edificio. La reacción de algunos fue pitar, insultar y golpear puertas y chapas metálicas.

El director general de la Red Asistencial, Joan Maria Adeserà, se dirige a las instituciones y empresas para agradecerles su aportación

Y arreciaron los insultos

En el transcurso de la concentración, el sindicalista Estrada y otros que les acompañaban, en su sempiterno afán de protagonismo, lanzaban con su megáfono toda una batería de diatribas:
• ¡Con estos salarios no se puede vivir!
• ¡La gente no llega a final de mes!
• ¡Con 420 € al mes no puedo vivir!
• ¡La gente está rebuscando en las basuras!
• ¡Muchos están siendo desahuciados!
• ¡Pandilla de sinvergüenzas!
• ¡El pueblo os acosa e irá a por vosotros para meteros en la cárcel!
• ¿Sabéis lo que estáis haciendo?
• ¿Quién te paga esa ropa que llevas tan elegante?
• ¡Marinaleda es de los nuestros!
• ¡El alcalde de Marinaleda recibe un sueldo de 1.200 €, consulta al pueblo y las Asambleas deciden!
• ¡Ratas, mangantes!
• ¡Os escondéis como las ratas, ladrones!
• ¡Sois la vergüenza de Cataluña!
• ¡Salir pronto que os estamos esperando, perros!
• ¡Maldonado deja de cobrar y jubílate!

Pasadas las doce horas, entre curiosos y manifestantes, setenta y siete personas esperaban a que Artur Mas, Boi Ruiz y el resto, salieran para ser recogidos por sus coches oficiales. Unos instantes en los que buena parte de los asistentes dieron un paso adelante y corearon gritos como:
• ¡Lladre, lladre, lladre, lladre…!
• ¡Farem un ERE al Parlament!
• ¡Estem passant gana!
• ¡Con lo que se gasta tu mujer en un traje, comemos un mes entero!
• ¡President, eres un mangante!
• ¡Manguis, chupópteros peor que Drácula, que chupáis la sangre al pueblo!
• ¡Chorizos!
• ¡Todos al trullo, dejad de servir al capital!
• ¡Boi Assassí!
• ¡Ballesteros colaborador!
• ¿Cobráis pluses para llegar a fin de mes?

El núcleo duro de manifestantes se había reducido a 24 personas cuando salió el Arzobispo. Éste, junto a su secretario, se dirigió hacia su coche, soportando el abucheo e insultos de un reducido número de los concentrados, optó por dialogar con ellos. Uno de éstos, con los ojos casi fuera de sus órbitas, le increpaba y otros le insultaban con gritos de “Lladres, lladres”. Un grupo de seis niños de aspecto magrebí, dos de ellos en bicicletas, con edad no superior a los doce años le insultaban con gritos de de “Hijo de puta”, “sinvergüenza” y “ladrón”.

De ese grupito de niños, los dos de menor estatura forcejeaban con la cinta delimitadora puesta por los Mossos para echarla hacia delante y aproximarse al Arzobispo. Entre ambos dejaron un hueco suficiente para que el más alto, azuzado por uno de los ciclistas, lo aprovechara para lanzarle un golpe al Arzobispo. Al interponerme en la trayectoria de su brazo, su puño golpeó mi espalda sin que los niños pudieran consumar su acción. Previamente a su intento fallido, los seis niños habían hablado con un hombre de más de cincuenta años y con otro joven de unos treinta, también de aspecto magrebí, que estaban emplazados en el parterre central debajo de un árbol. Cuando los niños salieron a realizar su acción, ambos adultos se retiraron hasta desaparecer de la escena. Al ver este extraño movimiento, y escuchar los insultos de los niños contra el Arzobispo, me acerqué hasta el precinto de seguridad y me situé al lado de quienes pretendieron la agresión. Les recriminé sus insultos y les pregunté si les había hecho algo esa persona. Optaron por salir escopeteados del lugar.

La parte trasera del CAP La Granja, en la Plaza de la Salud, muestra pintadas en árabe que nadie borra

Al concluir la protesta, di una vuelta por los aledaños de la nueva residencia. En el CAP La Granja del ICS aparecen unas pintadas en árabe que nadie ha tratado de borrar. En los bares de las calles próximas van entrando algunos de los partícipes en la protesta. En uno de ellos, quien manifestara que con 420 € no podía vivir, se pide una tapa y un aperitivo. Unos pocos partirán con sus consignas a un acto de la URV en el Auditorio Josep Carreras de Vila-seca, y, por la tarde, hacia Reus a continuar la juerga en los otros actos previstos para la comitiva del presidente de una parte de los catalanes.

Tras la jornada de lucha me planteé varias cuestiones. ¿De consumarse la acción contra el Arzobispo, hubieran intervenido los Mossos d’Esquadra? Si, a posteriori, éstos hubieran procedido a actuar, ¿cuál habría sido la reacción del ya escaso núcleo duro de la protesta? ¿Hubieran calificado la imprevisible acción de las fuerzas de seguridad con la cantinela de racistas o de fascistas? ¿Cómo habrían reaccionado si el golpe dirigido hacia el Arzobispo hubiera llegado a su destino? ¿Qué insultos le hubieran proferido? ¿Qué garantías de seguridad ofrecen los promotores de estas protestas a los asistentes a las mismas? ¿Han pensado que, con ese discurso, rayano en lo elemental, a base de tópicos, odio e intolerancia, duermen hasta las ovejas? O, el escaso número de participantes en las protestas ¿no les dice nada?

Sin embargo, concluida la acción, ¡se fueron tan felices…!

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