26/7/10

Manifestación y leña al mono de la Generalidad

Han pasado unas semanas desde la manifestación del día 10 de julio, que en un principio debía ser contra la sentencia del TC sobre el Estatuto y que derivó contra el presidente Montilla, el convocante, y por la independencia. Artículos y crónicas comenzaban casi siempre de forma parecida: “Després de la multitudinària manifestació...”, ”Després de la més gran manifestació de la història viscuda a Barcelona...”, o “Després del multitudinari crit de la manifestació contra la sentència de l’Estatut...”. El autor de esta última frase, siendo consejero de una Caja de Ahorros obtuvo un crédito preferente para invertir en una operación inmobiliaria, en la ciudad en la que fue concejal, que le supuso unas sustanciosas ganancias de mil millones de pesetas. Si hay amores que matan, no es éste el caso, evidentemente, puesto que su amor nacionalista no solamente no le mató sino que le hizo engordar la cartera.


En las horas previas a la manifestación, nada fuera de lo habitual en el Paseo de Gracia de Barcelona, ni banderas ni gallardetes, salvo algún entarimado elevado con destino a cámaras de televisión. En los balcones del Raval, en cambio, banderas españolas, algunas señeras y banderas de los países mundialistas de fútbol competían con sábanas y restos de coladas. Desde la terraza del gran almacén de Plaza Cataluña se vislumbraba esta plaza, el comienzo de Ramblas, Pelayo, Ronda Universidad, Rambla Cataluña y Paseo de Gracia. Un amplio sector que mostraba una señera, en el mástil del Hotel Monegal de Pelayo 62, y otra más pequeña en un balcón del edificio contiguo. Sin apenas banderas en los balcones cerrados del Paseo de Gracia. ¿Oficinas sin oficinistas, o con oficinistas extranjeros, o sólo giris en los hoteles? ¿Todos sus moradores son votantes de PP, C’s o CiU antitripartito? ¿Notificación de los organizadores de la marcha para no asomarse a los balcones alegando motivos de seguridad, tanto de manifestantes como de inquilinos?

La manifestación descubrió la cara de esa Cataluña intolerante, coercitiva y prohibicionista que no responde a la realidad pluralista de unas gentes, que ven injustificados los ataques arbitrarios contra el derecho a manifestarse libremente de personas como el presidente de la Generalitat. Un presidente Montilla que, días antes de la manifestación, obsequió con 31 millones de euros a CCOO y UGT, que le proveyeron de una cohorte de 50 miembros para auxiliar a su escolta de Mossos d’ Esquadra. Una guardia de Corps que no pudo evitar los intentos de agresión hacia Montilla orquestados por parte de grupos independentistas que, en maniobra típica de Kale borroka, trataron de impedir la normal marcha de los manifestantes durante un largo período de tiempo aplicando técnicas de terrorismo urbano de baja intensidad. Vamos, como si el presidente estuviera en una caseta de feria expuesto a los pelotazos de los transeuntes. Un presidente que fue insultado en todo momento con gritos de “Botifler” (traidor),y al que se pretendia intimidar con alaridos de "Españolista" y “Charnego”, y que tuvo que salir de la manifestación para refugiarse en las dependencias de la Consejería de Justicia hasta que un dispositivo policial le introdujo en su coche oficial para alejarlo de sus recalcitrantes enemigos. Tampoco Durán Lleida quedó libre del enfrentamiento verbal, si bien éste ya intuyó días atrás la deriva de la manifestación hacia un aquelarre independentista.


En la viñeta de El Mundo, del 12 de julio, el burro independentista agradece a Montilla los impagables servicios prestados

Gritos de “Som una nació”, “Nosaltres decidim”, “In-de-Independència”, “No volem ser espanyols“, “Adéu, Espanya”, “Guerra, guerra, guerra, guerra per la terra” y parecidos eslóganes precedieron a la quema de banderas españolas, que se dejaban arder sin control alguno. Golpes a personas mayores que contemplaban la marcha en el cruce de Aragón con Paseo de Gracia. Empujones, insultos y gritos de “Fora forces d’ocupació” cuando grupos independentistas descubrieron y atacaron agentes de paisano de los Mossos d’Esquadra, y cuando éstos al sacar porras telescópicas para repeler el ataque recibieron botellazos, optaron por abandonar el lugar de los hechos. Un total de 400 Mozos de Escuadra, según UGT, debían garantizar la seguridad ciudadana durante la manifestación. Ni una detención, ni una denuncia contra los agresores que actuaron en aquella jornada, ni contra quienes intimidaron e insultaron en todo momento a la máxima autoridad de Cataluña que establece el propio Estatuto de Autonomía.

En cambio, quienes tensionaron la convocatoria con el protocolo de la marcha –lema y cabecera-, la entidad Omnium Cultural, han visto como el Consejo Ejecutivo de la Generalidad del 20 de julio les aprobaba un convenio dotado con 170.000 euros para «favorecer la cohesión social de los mayores de 16 años que viven en Cataluña, especialmente las personas recién llegadas». Creada en 1961 para «promocionar y normalizar la lengua catalana, la cultura y la identidad nacional de Cataluña», Omnium Cultural lleva recibiendo subvenciones millonarias desde los tiempos de Jordi Pujol, con partidas presupuestarias insólitas, para desarrollar programas enfocados a implantar el pancatalanismo de sus 20.000 asociados. Agradecida por la nueva ayudita, la entidad ha donado la pancarta y diverso material promocional de la manifestación al Museo de Historia de Cataluña.


El 22 de julio, Omnium Cultural desplegaba esta pancarta en la terraza del Museo de Historia de Cataluña para inmortalizar el momento de la entrega.

En su intento de cuantificar a manifestantes, esa clase política nacionalista e independentista ha mostrado cuán necesitada está de cursar un máster sobre cálculo de multitudes, donde aprendan a recopilar argumentos, datos y documentos sin caer en la falacia de imaginar millones de personas en la vía pública. Un máster que les capacite para no caer en sensacionalismos periodísticos, ni en controversias políticas retóricas contra los aguafiestas que miden técnicamente las concentraciones humanas, y que prueban como estas manifestaciones son la demostración de la crisis de una representación política basada en la fuerza del gregarismo.

Una clase política que no admite que se ponga en duda “su número de manifestantes”, ni mucho menos que se disienta de unos lemas y consignas, habilitados para intimidar, censurar y someter aquella parte de la sociedad que se sitúa fuera de los márgenes de su ideología y que no comparte su proyecto de una Cataluña cerrada, confusa y monolítica.

La función de los medios

A los medios de comunicación, sí se les debe exigir, también, unas fuentes de información contrastadas que respondan a la veracidad de los hechos.

Pero, los medios de comunicación más subvencionados por la Generalidad no mostraron resistencia alguna para avalar la cifra de un millón de manifestantes propagada por la Generalidad, de un millón cien mil personas dada por la Guardia Urbana de Barcelona a instancias de la Alcaldía, o de un millón y medio revelada por la organizadora Omnium Cultural. Eso sí, todos ellos sin dar ninguna explicación de cómo fueron obtenidas dichas cifras. A los directores de esos medios, poco les importó que sus propios informantes destacados en la manifestación rebajaran sensible y radicalmente el número de participantes. Los medios más cautos, a pesar de su adscripción incondicional al régimen que les subvenciona, ejemplo del diario Público, evitaron tales cifras y hablaron de una concentración humana de cientos de miles de personas.

Nunca, en la historia política de España, se han reunido un millón de personas, mucho menos millón y medio. No podemos olvidar, por ejemplo, aquellos medios de comunicación catalanes que se conjuraron con los partidos políticos organizadores para cifrar la asistencia en la Diada de 1977 en un millón de personas, independientemente del número real de participantes. Desde entonces, se repite la cifra del millón en cada ocasión, a pesar de la actual facilidad para cuantificar aglomeraciones. Otro ejemplo, la manifestación “Por la Democracia, la Libertad y la Constitución”, del 27 de febrero de 1981 en Madrid, reunió cien mil personas aunque prensa, radio y televisión cifraran en millón y medio los manifestantes.

Desde 1977, los medios catalanes han ido convirtiéndose en auténticos boletines oficiales: La Vanguardia, de CiU; El Periódico, El País y Público, del PSC-PSOE; Avui y el Grupo El Punt, del independentismo. Unos diarios que necesitan de subvenciones y ayudas a fondo perdido para sobrevivir y que, hoy por hoy, distribuyen más ejemplares de los que venden gracias a su transformación en semigratuitos por obra y arte de una Generalitat que paga la entrega gratuita de ejemplares en Universidades, Institutos, centros sanitarios, incluso en el claustro de alguna Catedral, así como las suscripciones a domicilio para estudiantes y jóvenes.

Pero, para vergüenza de esos medios, la empresa Lynce, contratada por la agencia EFE, sí que explicó como había obtenido sus cifras de participación en la marcha nacionalista del día 10 de julio en Barcelona, de la que se apropió el radicalismo independentista. Cada manifestante recibe un número único y exclusivo en las imágenes cenitales de alta resolución, logradas con barridos aéreos desde un zepelín, y de otras cámaras instaladas en diversos puntos del recorrido que captan la muchedumbre en un momento determinado, el de máxima afluencia. Imágenes, fijas y en movimiento, que son tratadas informáticamente. La densidad calculada tiene una precisión de dos decimales. Este recuento suele diferir de las estimaciones realizadas por quienes suponen un número determinado de personas por metro cuadrado del recorrido. Cualquier cifra que se maneje en un medio serio ha de considerar el área que delimita la convocatoria y, en consecuencia, ha de ser razonablemente posible.

Spots televisivos que se emitieron durante varios días en TV3, noticias diarias en prensa, radio y televisión, cuatrocientos autobuses contratados para desplazar manifestantes de 1778 asociaciones, acabaron reuniendo las 56.000 personas contabilizadas por Lynce. Un éxito, aunque no acudiera ni el uno por ciento de la población de Cataluña a la manifestación más costosa de la historia. Pero, ¿cuántas de esas 56.000 personas habían leído el Estatuto? y ¿la sentencia del Tribunal Constitucional?

Sostenella y no enmendalla

A pesar de tal evidencia numérica, la locuacidad independentista olvidó pronto el Estatuto que ellos mismos rechazaron en su momento. Para nada hablar de la crisis económica, de la crisis moral que sufrimos, de la corrupción y de los problemas reales de la gente. Los medios de comunicación se han llenado de declaraciones como estas. “Cal canalitzar aquest clam contra l’estat opressor, centralista i jacobí que és l’entelèquia d’Espanya”, “S’ha acabat el fer presidents de la Generalitat polítics dependents de Madrid. Cal buscar un nou líder, crear una nova Entesa, Solidaritat Catalana, o diguem-ne com vulguem, però hem d’anar tots junts si volem ser una Nació lliure”.

En cuatro días, el diputado de ERC Sergio de los Ríos pasó del millón y medio de manifestantes a hablar de un día histórico donde “Més d’un milió de persones van sortir al carrer, en una demostració cívica sense precedents al nostre país” y continuaba “Catalunya, doncs, ja no té cabuda en un estat incapaç de reconèixer el nostre fet diferencial i de respectar les nostres institucions”. Pero, este diputado que habla de respetar “nuestras instituciones” ha de ser consciente de los intentos de agresión, intimidaciones e insultos recibidos por la máxima autoridad de Cataluña, el presidente de la Generalidad, que eran continuidad del desprecio y humillación de los organizadores de la marcha hacia la persona del andaluz José Montilla cuando trataron de relegarle a posiciones secundarias. ¿Es esa la seguridad que se quiere transmitir a los mercados?

Desde que los medios de comunicación del régimen difundieron el editorial conjunto escrito por el gobierno tripartito respecto a la sentencia del Tribunal Constitucional, han sido continuas las apelaciones a La dignitat de Catalunya, de la que nacionalistas e independentistas se consideran únicos portavoces y depositarios. Hablan de lengua única, propia, oficial o cooficial, de nación, estado o región, de que la justicia se acabe en Cataluña. Pero, no hablan de gobernar con decencia, honestidad, honradez, austeridad, respeto por los ciudadanos y sus derechos, ni de las medidas para garantizar estas cuestiones en el Estatuto. Tampoco, hacen referencia estos políticos a los casos de corrupción del Palau de la Música, del Hotel del Palau, Pretoria, Casinos, Liceu, ni de los otros miles de casos que se silencian en el ámbito local e institucional, ni realizan comentarios sobre los sueldos de ellos y de sus familiares colocados, ni de las comisiones y mordidas que imponen a empresarios y ciudadanos para poder ejercer normalmente su actividad. Cuestiones que, a mi entender, integran también la dignidad de Cataluña.

Un nacionalismo catalán que, desde el primer momento, implantó un fortísimo centralismo, el de Barcelona, al tiempo que jugaba a debatir permanentemente sobre la representatividad territorial olvidándose que “les comarques hem hagut de reivindicar que se’ns faci més cas des de Barcelona”. No en vano, Josep Tarradellas, ex presidente de la Generalidad y nacionalista republicano, consideró a la Cataluña nacionalista diseñada e implantada por Jordi Pujol como una dictablanda sin capacidad de autocrítica, pletórica de victimismo y de prejuicios nacionalistas para culpar a los demás de los propios problemas y para evitar diálogos positivos y constructivos, puesto que el agravio es la seña de identidad de quienes se inventan historietas y milenarismos que conducen a una Formación del Espíritu Nacionalista, fundamentada en el odio y que impone qué se ha de pensar, qué y cómo se ha de decir. Mas aquel pujolismo fue sustituido por el tripartidismo y las pujoladas se transformaron en Maragalladas, Montilladas, Carodadas y Sauradas, con lo que la dictablanda pujolista devino en una dictadura silenciosa que está llevando Cataluña a la deriva, sin timón alguno, pero con el nexo de unión de servirse de las mismas redes de corrupción que operan en su territorio.

Leer más...

10/7/10

Catalunya per damunt dels partits, dels manipuladors identitaris i dels corruptes

L’any 1906, en conformar el moviment de Solidaritat Catalana, els carlins, d’ençà el primer moment, van deixar ben clar que CATALUNYA estava PER DAMUNT DELS PARTITS. Des del seu sentit obert i unitari, que representava la tradició foral del legitimisme català, i des de la perspectiva del seu primer catalanisme, anterior en moltes dècades al catalanisme nacionalista, els carlins mostraven la seva concepció profunda de Catalunya, el seu sentit integrador obert al més ampli ventall ideològic per assolir els interessos de la totalitat dels sectors de la societat catalana, sense les afectacions i manipulacions amb que la clau nacionalista tanca i barra el nom de Catalunya per servir-se d’ell per interessos conjunturals. Aleshores, existia una forta societat civil.


Aquesta experiència mostrà als carlins que a llur CATALUNYA PER DAMUNT DELS PARTITS, nacionalistes i republicans enfrontaven els seus interessos per damunt de Catalunya, el que va trencar la coalició. D’ençà aquell moment, el nacionalisme ha tractat sempre d’apropiar-se indegudament del catalanisme. Al llarg de la nostra història hem mantingut una concepció que supera el reduccionisme actual que, de forma perversa, només admet el catalanisme com a opció política, exclusivament, nacionalista o independentista, i que condemna a la resta a no disposar d’aquest pedigrí democràtic. Quan no varem ser legalitzats com a partit, cap nacionalista, cap independentista, cap socialista, cap comunista, ni cap republicà ens va donar suport i ens varem quedar sols en la nostra reclamació.

Malgrat això, nosaltres que no som centralistes, ni nacionalistes, ni independentistes, ni comunistes, ni feixistes, ni llibertaris, ni liberals, ni conservadors, podem entendre a tots, creients o no creients, republicans o monàrquics, socialcomunistes o liberals-conservadors, centralistes o federalistes, espanyolistes o independentistes, i fins i tot compartir alguns valors.

Des de la Catalunya carlista podem extreure lliçons de tothom. Però, nosaltres no som cap barreja de tot això, representem una forma d’entendre la societat, globalment considerada, i una forma d’organitzar-la, de baix a dalt, mitjançant les associacions de base i els cossos intermedis de la societat civil, amb una visió més ampla que la pròpia d’una Insula Barataria. Tenim un cos doctrinal, el socialisme d’autogestió global, que posem al dia de forma permanent i que hem d’anar concretant de manera practicable fora de tota elucubració teorètica en el camí d’una nova organització de les Espanyes.


La cuatripartida sempre té motius per celebrar quelcom, com la imposició del pensament únic sobre els catalans

Avui i ara, hem de tornar a posar a CATALUNYA PER DAMUNT DELS PARTITS, DELS MANIPULADORS IDENTITARIS I DELS CORRUPTES. Farts com estem que s’utilitzi el nom de Catalunya per part d’aquelles persones, mandataris polítics i membres de les seves xarxes de corrupció, que, a cada intent d’actuació de la Justícia, s’enroquen en la bandera per amagar els seus abusos i trampes, les seves extorsions i agressions, les seves accions urbanístiques, els seus avals a cobrir, els seus contractes per aclarir, la seva gestió mafiosa, amb infinitud de defectes de gestió, i uns deutes que conformen una situació comptable d’urgent i excepcional reparació. La diferència amb els temps pretèrits de la Solidaritat Catalana és que, aquí i ara, la societat civil gairebé només existeix en funció de les subvencions rebudes.

Una plèiade de personatges als quals els hi va el coll, ja que han xuclat de la mamella de la Generalitat i de l’Estat, i que romanen atents a la relliscada de qualsevol per llançar-se sobre ells per tornar a parar la mà. Una lluita entre els que mamen a l’actualitat i els que varen quedar, teòricament, fora i volen tornar a prendre possessió d’un poder que consideren seu per “dret històric”; però, ambdós romanen units perquè ningú obri els calaixos, aixequi les catifes i es pugui sentir la pudor de no trobar en lloc gairebé cap recurs públic. Institucions sotmeses a judici, multitud de càrrecs processats, sentències d’inhabilitació pendents, és part de la herència que deixen trenta anys de governs nacionalistes i socialistes.

Catalunya, un amor taxat

Catalunya és la seva enamorada i la diuen nació. Però, el seu amor és un amor taxat. Un amor que comporta unitats, desenes, centenes i milers seguits de cinc, sis, set, vuit... zeros.

Ans varem tenir el cas de Banca Catalana, quan aquells pocavergonyes, per defensar els seus interessos particulars, també ens van dir que es tractava d’una agressió al poble català. Quan els polítics nacionalistes, responsables d’aquell grup bancari, van vendre les seves accions “per les seves responsabilitats amb Catalunya”, casualment mesos abans d’esclatar l’escàndol, van silenciar aquesta circumstància mentre que arrossegaven als carrers a milers de ciutadans per protestar per aquest nou greuge. Una fallida financera que va representar que milers de catalans obtingueren per les seves accions el valor simbòlic d’una pesseta i que el conjunt d’espanyols tingueren de salvar l’esmentat grup amb bilions de pessetes. Milers de damnificats, molts d’ells pensionistes, que tenien els estalvis de tota la seva vida col•locats per la garantia que els hi oferien les personalitats que controlaven aquella banca i els premis que els seus dirigents havien rebut de les autoritats catalanes per la seva gestió econòmica. “Si al darrere està el president, mai podrem perdre” –pensaven alguns abans de perdre’l tot, sense comprendre el món de fantasies i corrupció que hi havia al darrere.


Joan Rigol, Jordi Pujol, Heribert Barrera y Pascual Maragall van estar uns de tants càrrecs institucionals a Catalunya, que cobraren el doble que presidents de govern i de les Corts Generals.

Avui tenim, entre molts altres casos, el Palau de la Música i el Pretòria, i aprofiten de nou qualsevol excusa per tornar-nos a parlar d’agressió externa al poble català. Sempre la mateixa cançó. A mi la gent d’aquesta mena, les nissagues de sempre, les famoses quatre-centes famílies no em confondran, com tampoc em van confondre en aquells moments de Banca Catalana. Una corrupció permanent que demostra el menyspreu absolut de qualsevol poder en Catalunya –Generalitat, Diputacions, Consells Comarcals, Ajuntaments, Parlament, Sindicatura de Comptes- a exercir les funcions de control i intervenció, així com la desaparició del Síndic de Greuges davant de gairebé tots els casos de corrupció.

Un poder polític que crea i desenvolupa teranyines privades, veritables xarxes de corrupció i de desviament de cabals públics, i utilitza les heretades de governs anteriors. A casa nostra, la política oficial s’orienta a dividir més que unir; a buscar caps de turcs –com l’església catòlica- sobre els que llançar les ires populars i així poder amagar la incapacitat de gestió i la seva corrupció de tota mena; a discriminar més que integrar; a procurar la desigualtat positiva més que fomentar la igualtat; a desenvolupar un país metafísic i essencialista amb ciutadans imaginaris oblidant-se dels seus ciutadans reals i de les seves condicions personals i socials; a convertir realitats aprofitables – com la llengua, bilingüisme, etc- en objectes a dilapidar empobrint les pròpies possibilitats culturals i econòmiques; i, cada vegada més, a legislar per a una part més reduïda d’una societat catalana que va perdent, dia a dia, llur confiança en unes institucions polítiques i administratives, que tracten d’allunyar del seu si a aquells que s’atreveixen a indisposar-se amb el poder polític.

El poder sense control tendeix a convertir-se en tirànic i hipersancionador. El Parlament i el Govern envaeixen espais que corresponen a altres institucions de Catalunya, com els ajuntaments o la justícia. Reconèixer, això és un signe de maduresa democràtica; però, avui dominen els personalismes infantils, les actituds sectàries i els desmesurats apetits electoralistes.

Podrem desviar la vista vers qualsevol costat, però de nou el nacionalisme i els seus adlàters tornen a portar la divisió en el si del nostre país. Podrem amagar la realitat, però ahí estan els atacs a seus de partits i entitats que no formen part del pensament únic, el boicot a les intervencions dels seus dirigents i agressions i intents d’agressió permanents, la seva dimonització mitjançant campanyes a través dels mitjans de comunicació del règim per menysprear-los i difamar-los sense deixar-los cap opció de rèplica. No obstant això, resulta irònic que aquestes actituds violentes i difamatòries del radicalisme són considerades com accions antifeixistes. Comencem a entrar en una espiral que, indefectiblement, condueix a una balcanització d’Espanya i a una batasunització de Catalunya sota la mirada divertida i expectant dels centenars de cèl•lules dorments del terrorisme fonamentalista que romanen a Catalunya i a la resta d’Espanya per actuar tot seguit de la fragmentació d’Espanya.

Manifestació unitària o aquelarre independentista

Els nacionalistes tornen a la càrrega, per trobar suports al seu rebuig a la sentència del TC. Fa més de dos anys que Òmnium Cultural va rebre l’encàrrec i el finançament per organitzar les protestes i mobilitzacions per "l’agressió contra el poble català". Sobre la marxa del 10 de juliol, a les 18 hores, en Diagonal-Passeig de Gràcia, els mitjans de comunicació al servei del poder absolut de la Generalitat i dels nacionalistes, tal com es va fer a la Diada de 1977, ja han quantificat l’assistència en un milió de persones, amb independència del nombre real d’assistents.

A la crida d’Òmnium acudiran centenars d’organitzacions, gran part d'elles generosament subvencionades pels poders públics catalans i pel govern d’Espanya. Més de mil autocars han estat llogats per dur manifestants i complementar la campanya televisiva de TV3, que de moment no ha representat cap despesa per als organitzadors. Una llista d'adherits on abunden les marques blanques; és a dir, aquells centenars de noms i de sigles legalitzades per altres organitzacions i entitats per obtenir subvencions i ajuts i per donar aparença d’un gran teixit de societat civil. També, figuren associacions creades directament pels consolats del Marroc per incidir en la política de Catalunya i d’Espanya en la seva reivindicació irredentista. No poso en dubte l’èxit de la convocatòria, donat que es porta més de dos anys fent els preparatius de la manifestació. Però, al meu entendre, que hi vagi el govern català, els polítics incompetents de Catalunya i tots els mantinguts de la tristpartida i dels governs de CiU; és a dir, tots aquells que han enfonsat Catalunya. El dia 10 de juliol és l’hora, doncs, dels Millet i Montull, d’Alavedra, la família Prenafeta amb l’exconseller de la Generalitat, el seu germà i el seu nebot, de Luigi Garcia, de Pujol, Barrera o Maragall, de Mas, Montilla, Carod-Rovira, Puigcercós i Benach, entre altres.

És a dir, aquells que, mentre mantenen que l’idioma crea la diferència, de la diferència es crea la identitat i de la identitat neix la nació, envien els fruits dels seus negocis cap els paradisos fiscals. Els nostres nacionalistes tenen certa preferència per Suïssa, Liechtenstein o Andorra. Per exemple, la família Mas té predilecció per Liechtenstein.

Un acte en el que fins arribar a un acord, els organitzadors han menyspreat i humiliat al president de la Generalitat, màxima autoritat de Catalunya, tot el que han volgut i més, uns organitzadors que no els importava relegar a una posició secundària a la senyera, un dels símbols establerts en el propi Estatut. És ben clar que la burgesia catalana no ha pogut assimilar els escàndols i la corrupció que li afecta ni que un cordovès sigui el president de Catalunya. És clar que l’ús de lemes substitueix a les idees, en reemplaçar els arguments per les consignes. Un acte que el propi Duran Lleida ha declarat que deriva cap un aquelarre independentista.

Un eix del poder que imposa el pensament únic a través d’una educació polititzada fins l’absurd, d’editorials conjunts, d’articles col•lectius i d’unanimitats d’alguns sectors polítics en mantenir un únic discurs monopolitzador, que els nacionalistes converteixen en oracle que els permet parlar sempre en nom de Catalunya embolicats en una senyera. Uns caps de clans que imposen l’endogàmia a tot un poble i que presenten el seu gran i clar fet diferencial: els corruptes dels partits del règim roben junts. Partits com CiU, PSC, ERC o ICV són responsables de la corrupció bé per acció o per omissió. I quan, insaciables, se’ls hi troba amb les mans a la massa, redupliquen les seves demandes i exigències, treuen el victimisme i amenacen amb trencar-lo tot. Pactes com el del Tinell per tractar d’anul•lar el pluralisme polític converteixen en una parodia la democràcia a Catalunya, amb la complicitat i el silenci d’aquells que es diuen demòcrates. Silenci per atorgar tot tipus d’ajuts, crèdits i subvencions, silenci davant el maltractament que la classe política catalana amb les seves disbauxes jurídiques, econòmiques, polítiques i ideològiques causa al conjunt dels catalans.

Disbauxa com la de parlar sempre de Catalunya com si fos un tot monolític, com si existís una única voluntat catalana, com si existís un pensament únic i universal català, i tot el demés fos una conspiració diabòlica. Brillants proclames per mantenir un il•lusionisme en aquestes alçades del segle XXI.

Òmnium Cultural explica, ara, que més que defensar l’Estatut ells defensen la voluntat del poble de Catalunya expressada en referèndum pel 35 per cent del cens electoral. Per ells, l’Estatut no és un instrument jurídic malgrat la seva condició de Llei Orgànica, si no un instrument polític del que emanen altres lleis que tenen repercussions en tots els àmbits. Malgrat això, per demanar una posició unilateral del Parlament, aquesta entitat s’associa amb aquells que rebutjaren l’Estatut, que feren campanya en contra, i que varen votar en contra en el famós referèndum.

El fet que Òmnium Cultural coordini la protesta ja em situa personalment al marge de la mateixa. ¿Com es pot combregar amb una entitat que fomenta la delació permanent de ciutadans de Catalunya per la seva forma de parlar o d’escriure, i que porta anys desenvolupant un sistema de coerció social, que acaben amb certs tipus d’agressions i de coaccions sobre persones i organitzacions, que ells s’encarreguen d’anatematitzar, i sobre les que recauen advertències i amenaces? És prou significatiu, entre d’altres, el cas de la professora de Tai Chi, amb quinze anys donant classes en català i que va ser advertida per respondre en castellà a la pregunta en castellà que li va fer una alumna. A les poques hores rebia l'advertència per carta. Denúncies i visites coercitives a persones i empresaris.

Quines estratègies i tàctiques són aquestes?, sobre tot, en una entitat que rep desenes i desenes de milions d’euros de les institucions públiques de Catalunya i, com s’ha mostrat als darrers temps, també de les sinistres xarxes que envolten els partits polítics del nacionalisme i del socialisme català. Uns partits que fan de jutge i part, i que desenvolupen tasques de policia, especialment cap els seus adversaris polítics. Una funció de policia a través dels seus comissaris polítics, mitjançant els seus comissaris lingüístics, que denuncien a tot dissident del pensament únic davant la inspecció d’hisenda, la inspecció de treball, la inspecció de comerç... Aquest enverinament de la convivència, aquest foment de l’odi i de la delació representa a la cultura catalana? O la cultura catalana és una altra cosa molt diferent: una forma de convivència social sense imposicions ni repressió de cap tipus.

Un conjunt d’entitats i organitzacions que juguen amb els sentiments dels ciutadans per allunyar-los de tot element de racionalitat, que plantegen interpretacions inversemblants de la història per tal de justificar el victimisme nacionalista i la busca permanent d’enemics exteriors i interiors. Un sistema coercitiu que sempre tira la pedra i amaga la mà comptant amb la complicitat dels mitjans de comunicació subvencionats pel règim, que sempre actuen de cara a la galeria sembrant vents a l’espera de recollir tempestes que els permeti mantenir els seus modus vivendi sense cap altra visió de futur que el manteniment de llurs xarxes de corrupció. Una gestió mafiosa que comporta un règim sancionador que és una veritable dictadura silenciosa, i com a tal s’ha de combatre en lloc de riure les seves gràcies.

Leer más...