22/4/16

Investidura presidencial: de gatillazo en gatillazo al esperpento negociador y al pánico electoral

Ante el bloqueo de la situación política, en cumplimiento de su función constitucional, el jefe de Estado estableció una nueva ronda de consultas con los partidos y coaliciones parlamentarias para los días 25 y 26 de abril.

El veto de Pedro Sánchez a negociar con Mariano Rajoy y el PP ha sido la causa de los cuatro meses de incertidumbre política que está sufriendo España. Cuatro meses que han puesto al descubierto las posturas y apaños de cada cual, su verdadero plumero y sus ansias de gobernar a toda costa. Cuatro meses de desesperación personal de Pedro Sánchez por hacerse con la presidencia del Gobierno, y de desesperación colectiva de PSOE y Podemos ante la evaporación de sus posibilidades de hacerse con el poder.

De cara a su investidura, Pedro Sánchez se agenció una armadura para conseguir apoyos, quizás confundía investir con embestir

¿Qué pretendía Pedro Sánchez con su marketing político de aislar al PP en estos tiempos de iracundia?

Sin duda, tras la fragilidad de su resultado electoral, controlar su partido para vencer en sus luchas internas y, si sonase la flauta, acceder a presidir el gobierno de España. Una pretensión para la que no cuenta con una trayectoria política previa en cargos de responsabilidad ejecutiva, salvo su pertenencia al consejo de la rescatada Caja Madrid. Un Pedro Sánchez que prometió diálogo, olvidando que éste ha de ser abierto, sin imposición de líneas rojas y para conseguir el interés general. Pero, en aras de su objetivo personal y ausente de lealtad institucional, se ha arrastrado para conseguir el apoyo o la abstención de aquellos que quieren destruir España.

Desde el primer momento, como muestra de su moralidad pública, Pedro Sánchez ha optado por mantener su protagonismo a toda costa, hablando a todas horas de la corrupción de los demás, cuando, en número de casos y en número de personas implicadas, su organización es la más corrupta de España, y silenciando el panorama desolador dejado por los socialistas en su etapa de gobierno. Además, llevado de un carácter bipolar: insulta, descalifica y amenaza con el fantasma de la derecha y, acto seguido, pide desterrar el insulto, la descalificación y el discurso del miedo.

Ciertamente, antes de que Rajoy iniciara su etapa de gobierno, Pedro Sánchez consideró que negociar con el PP era una traición. Socialistas y comunistas ya habían endosado al PP el sambenito de recortador en sanidad, educación y prestaciones, para inducir a la protesta social con sus consignas de NO a los recortes. Olvidándose, claro está, de los recortes y reducciones de sueldos realizados por el gobierno de Rodríguez Zapatero.

El Primer Gatillazo de una Investidura

Pedro Sánchez, en plan reencarnación de ZP, confirmó al jefe del Estado que disponía de los apoyos necesarios para que le encargara promover su investidura, como paso previo a la formación de un nuevo gobierno.

A tal fin, suscribió con Ciudadanos un pacto de intenciones, diseñado para conseguir la abstención de otra fuerza política importante, como PP o Podemos, pero insuficiente para gobernar. Iniciadas las consultas y negociaciones para su investidura, PP y Podemos vieron el acuerdo abocado al fracaso. Además, la filtración de la propuesta de desaparición de las diputaciones provinciales indujo la rebeldía de los socialistas en aquellas instituciones sometidas a su control.

El pacto entre PSOE y Ciudadanos ha quedado como un acuerdo que recogía 200 intenciones, algo que no permite sacar tanto pecho

En su afán de catar poder, Pedro Sánchez dispuso de 96 minutos de gloria para esbozar sus objetivos ante el Congreso de Diputados, que no avalaron sus propósitos en ninguna de las dos sesiones de investidura. Los 121 votos del PSOE, C’s y Nueva Canaria supusieron un acto fallido, el primer gatillazo de investidura sufrido hasta la fecha. Este fracaso cegó de soberbia al candidato, que intentó de nuevo recabar apoyos a los grupos parlamentarios, menos al PP.

Acuerdos y propuestas para un segundo gatillazo

Antes del primer gatillazo, PSOE y C’s habían acordado doscientas propuestas de regeneración y gobierno, percibidas como una declaración de intenciones por una parte de la ciudadanía. Una serie de “reformas exprés”, elaboradas para pactar lo imposible, y que requerían siempre de la voluntad de un tercero, llámese éste PP o Podemos, para salir adelante. Ciudadanos quería negociar la presencia del PP en un futuro gobierno; pero, el PP quería esperar a que fracasaran todos los intentos de investidura de Pedro Sánchez. Un líder del PSOE que, en diecisiete ocasiones, dijo NO a negociar con Rajoy o con el PP. Unas medidas, pues, pensadas para atender una futura convocatoria electoral más que para conformar un gobierno.

En la imagen de El País, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont permanecen atentos a las cámaras, Pedro deja su mano floja y Carles se la sostiene en el Palau de la Generalitat

En ese ir a la suya, Pedro Sánchez se entrevistó con Carles Puigdemont en la Generalitat y, el mismo día y en secreto, con Oriol Junqueras para tratar de obtener su abstención a cambio de un referéndum –según declararía el siete de abril el propio secretario general de ERC.

Con la obsesión de un “menáge à trois”, regenerador y de progreso, se constituyó una mesa negociadora tripartita –PSOE-C’s-Podemos-. En ella, Pablo Iglesias presentó veinte propuestas para conformar un gobierno de progreso que excluía a Ciudadanos y que planteaba al PSOE: ¡nosotros o la nada! En las propuestas seguía ausente un compromiso con el Pacto Antiyihadista, y permanecía el seguidismo de la falacia del “Derecho a Decidir nacionalista” para tres comunidades autónomas, un plan territorial y económico basado en el aumento del gasto y del déficit público y un gobierno de seis partidos (incluyendo aquellos que quieren destruir España).

Sin esperar la respuesta socialista, al día siguiente, en rueda de prensa, Pablo Iglesias descartaba un gobierno con el PSOE, aunque lo dejaba pendiente de una consulta a sus bases. En ésta, sólo votaría el 37,97% de sus afiliados, respondiendo a dos preguntas: una sobre el rechazo al acuerdo entre PSOE-C’S (triunfó el NO con un 88,23% frente al 11,77% del Sí) ); y otra sobre una coalición de progreso con PSOE-IU-Compromís, que fue apoyada por un 91,79% y rechazada por el 8,21%.

Este nuevo gatillazo dejaba a Pedro Sánchez con escasos días para implorar apoyos a cambio de concesiones capaces de erosionar la salida de la crisis. Por su parte, Albert Rivera fue más claro: se debería elaborar los puntos de unión entre los posibles interlocutores, para debatir cómo regenerar la política y sociedad española y conformar un gobierno que asumiera ese objetivo.

Sin embargo, el cainismo instalado en los partidos, aviva sus pugnas internas y lanza “información confidencial” a los pies de los medios de comunicación amigos para que liquiden la “reputación del enemigo interno”. Todo sirve a ese fin: episodios de corrupción, de elusión y de evasión fiscal, financiación ilegal de partidos y organizaciones económico-sociales. Un pan nuestro de cada día que cuenta con la deficiente supervisión de las relaciones económico-financieras, con los vacíos e imprecisiones en la acción de quienes debieran ejercer ese control. En función de esos intereses, muchos periodistas, comentaristas y tertulianos dedican su quehacer a actuar más como brujos que como analistas de la actualidad.

El tactismo sectario ha conseguido retrasar la fecha de los congresos del PP, PSOE o C’s. Podemos, en plena lucha de Pablo Iglesias para orillar a Errejón y sus pragmáticos, alegando la importancia de las negociaciones emprendidas, retrasó la reunión de su máximo órgano y el conocer la opinión de las bases. Y es que los dirigentes controlan férreamente sus partidos: nombran y distribuyen sin cortapisas a los cargos de sus ejecutivas y limitan las críticas internas. Y las denominadas “fuerzas de progreso” no saben qué responder a la pregunta: ¿qué es el cambio? Sin duda, un absurdo alejado de los intereses nacionales., que se enfrasca en una vorágine de dimes y diretes que actúan de maniobra de distracción masiva y que conlleva la inmovilidad política.

Con la ciudadanía sumida en una sensación creciente de inseguridad, el actual bloqueo político convierte en algo superficial y esporádico cualquier intento de regeneración interna del entramado político-social. Y para que los ciudadanos queden convertidos en electores bipolares, los dirigentes políticos, enfrentados entre ellos, juegan a la indefinición, siguen a su bola, más preocupados por las encuestas electorales que por una crisis económica y política que nos lleva, de nuevo, hacia la desaceleración económica y, consecuentemente, a la pérdida de empleo. Un tactismo sectario que se percibe como algo que impide llegar a acuerdos de gobernabilidad que garanticen la estabilidad del Estado y la propia convivencia en España.

Pánico electoral

Salvo acuerdo en el último minuto, se baraja la posibilidad de elecciones el 26 de junio, ante las que no todas las organizaciones tienen la misma preocupación. Las encuestas desvelan una situación estancada para el PP y el PSOE, un ligero aumento de Ciudadanos y un retroceso de Podemos, no compensado por el ascenso de IU. Algo que, sin duda, sigue dificultando la formación de un gobierno estable.

En los partidos se teme, aunque de forma desigual, un aumento de la abstención. En esa situación, la Ley d'Hondt beneficia a la primera y segunda fuerza parlamentaria, siendo la cuarta la más perjudicada y algo menos la tercera.

Ante las elecciones del 26 de junio, Pablo Iglesias se ha saltado los propios estatutos de su organización sobre elección de candidatos. El art. 12.3 señala que la militancia tiene “competencias exclusivas e intransferibles de elaborar las listas electorales”, que “se confeccionarán mediante la celebración de elecciones primarias y abiertas a todas las personas inscritas en Podemos”. La excusa dada por Iglesias es que se trata de “una segunda vuelta” electoral. Además, con la excusa de una alianza electoral con IU, Pablo Iglesias tiene la oportunidad de hacer desaparecer de las listas de Podemos al sector de Errejón y de cualquier otro que haya mostrado la más mínima discrepancia. Obligados a ceder puestos a los miembros de IU y a las distintas mareas, en las listas de Podemos quedarían desplazadas personas con ascendencia en la organización, pero disconformes con el totalitarismo creciente de la bandería de Pablo Iglesias.

Errejón es sometido al acoso físico o psicológico continuado por sus compañeros de "clase"

De cara a la contienda electoral y para evitar que les pase factura, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa piden aplazar el primer juicio contra la cúpula de Podemos. No quieren declarar como testigo y representante legal del partido respectivamente, niegan conocimiento en la causa que se juzga. En estos momentos, andan preocupados con no poder dar el sorpasso al PSOE.

Al tiempo, el Podemos de Pablo Iglesias se ha quitado la careta socialdemócrata usada en las elecciones del 20-D y ahonda en su versión comunista más totalitaria. Una versión en la que se encuentran más a sus anchas el conglomerado podemita de mareas y “en comú”. Caso de los “Kichi”, Colaus y resto de radicales deseosos de manifestar su odio a España y a sus instituciones. Muestra de ello es la invitación de Podemos e IU al etarra Arnaldo Otegui para que presida el miércoles 27 de abril una reunión del grupo parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL).

Deseoso de aumentar todas las partidas presupuestarias sin establecer ninguna prioridad y sin saber de dónde provendrán los recursos necesarios para su política de dispendio y gasto, Pedro Sánchez ha sido, en esta crisis y desde el primer momento, el problema y nunca la solución. Por eso, resulta alarmante la vacuidad de este PSOE, por más que sus barones piensen en un escenario distinto después del 26 de junio, cuando el Comité Federal no descartaría pactar con el PP.

Un PP que necesita al PSOE, y un PSOE que sabe el alto precio que puede pagar si pacta con cualquiera con tal de alcanzar el Gobierno. Y Ciudadanos trata de mantener su sentido de Estado y salir de su perplejidad para recuperar el valor del NO rotundo ante quienes amenazan con la destrucción de España. Por ello, el jueves 21 de abril, Albert Rivera ha propuesto poner a España por delante de los partidos y que si el problema para formar una gran coalición son las personas ha pedido a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez para que los tres den un paso atrás y poner a una persona de consenso que dirija un equipo técnico.

En su estrategia, Albert Rivera es el único líder que se manifiesta con un cierto sentido de Estado

Y entre los independentistas, de cara a las elecciones, el rebelde Puigdemont recibía la visita de PSOE y Ciudadanos antes de solicitar entrevistarse con el jefe de gobierno y de emprender viaje a Madrid para reunirse con Mariano Rajoy y mostrarle su lista de agravios y su objetivo de romper la unidad de España. No obstante, ambos acuerdan restablecer el diálogo al margen del proceso independentista. Mariano Rajoy le expuso que Cataluña es España, y que su función es cumplir y hacer cumplir la ley, ya que sin ella no hay democracia y que la ley señala la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles.

Y si la CUP, como gran propuesta, quiere prohibir a las mujeres en Cataluña el uso del támpax y de las compresas y sustituirlas con productos alternativos; ETA, a través de Arnaldo Otegui, lanza su campaña electoral con la entrevista de Jordi Évole en La Sexta. Con trato amable, el periodista presentaba de forma perversa el blanqueo de más de cincuenta años de terrorismo. El etarra manipulaba semánticamente la realidad, hablando de guerra y conflicto en lugar de hablar de asesinos, atentados, secuestradores, tiros por la espalda y bombas. La entrevista no fue más que otro paso de ese buenísmo, ideológicamente claudicante ante ETA, que busca silenciar el relato de las víctimas y de quienes se tuvieron que exiliarse del País Vasco por las amenazas terroristas.

Esta “clase política”, aferrada a cargos y prebendas, se halla inmersa en una espiral de autodestrucción partidaria y de desarticulación y vertebración de España. Una clase irresponsable que confía en la impunidad para sus fechorías gracias a un sistema judicial lento y más garantista con el delincuente que con la víctima, sometida al sectarismo y a un Consejo General del Poder Judicial absolutamente politizado.

Leer más...