11/12/13

Un Simposio para incitar pasión y odio

En su delirio, el Govern d’Artur Mas, a través de la Consejería de Presidencia de Francesc Homs, ha programado el simposio España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014), que se celebrará entre el 12 y 14 de diciembre en la Sala Pere i Joan Colomines del Institut d’Estudis Catalans. El independentismo catalán vuelve a la carga con su ensoñado escenario bélico de 1714, en el que los austracistas catalanes fueron una pieza menor del juego en una contienda internacional impulsada por las potencias europeas. En esa irrealidad simbólica en la que se mueve, la Generalitat catalana dispara, sin el mínimo rigor y con clara intención manipuladora, sus pretendidos agravios en un intento de adornar su batalla ideológica.

El Simposio es una de las puntas de lanza de los fastos independentistas preparados para el 2014

Exposiciones, publicaciones, simposios y congresos sobre el tema enfocan su mirilla sobre los ciudadanos de Cataluña, que ven como las autoridades autonómicas sí disponen de recursos públicos para emplear en sus exclusivos intereses partidistas. Un conjunto de actividades que prejuzgan y dan por supuestas represiones de todo tipo hasta convertir la historia en un mero instrumento del independentismo.

El director del Centre d’Història Contemporània de Catalunya, Jaume Sobrequés, ex senador por Entesa dels Catalans en 1977 y 1979, ex diputado del PSC en el Parlament entre 1988 y 1992 y ex director del Museu d’Història de Catalunya. En 1969, el régimen franquista lo nombró Conservador del Instituto Municipal de Historia de Barcelona y merodeaba por la Cátedra de Historia en la Facultad de Económicas en la Universidad de Barcelona. En 2010 se cae del caballo y ve la luz como defensor incondicional del independentista Artur Mas, por lo que se le premia políticamente con la dirección del Centre y la Presidencia de la Societat Catalana d’Estudis Històrics, dependiente del Institut d’Estudis Catalans. El Centre d’Història y la Societat Catalana son los organizadores del Simposio. Así que, todo se queda en casa.

El Simposio de una obsesión

El Simposio, bajo la dirección del historiador Jaume Sobrequés i Callicó, tendrá en la Comisión Organizadora a Lluis Duran i Solà, Mercé Morales i Montoya, Jaume Busqué y Jordi Fernández Cuadrench.

El objetivo del simposio será "analizar con criterios históricos, desde el siglo XVIII hasta nuestros días, las consecuencias que ha tenido para el país la acción política, casi siempre de carácter represivo, del Estado español en relación con Cataluña". Sus ponencias "analizarán las condiciones de opresión nacional que sufrido el pueblo catalán a lo largo de estos siglos, las cuales han impedido el pleno desarrollo político, social, cultural y económico de Cataluña".

La propaganda del simposio incide en "un carácter transversal desde el punto de vista temático, cronológico y disciplinario", y que contará con participación de historiadores, economistas, juristas, sociólogos y lingüistas que avalen estas tesis nacional-independentistas.

Jaume Sobrequés explicaba a La Razón que es “un simposio académico y científico que analizará las relaciones existentes entre Cataluña y España en los últimos trescientos años. Es evidente que en el momento político que está viviendo Cataluña, esta cuestión se plantea de una determinada manera, analizando cómo han sido de malas estas relaciones es absolutamente oportuno, en el sentido que se intenta que destaque el rigor y el análisis de los diversos temas que se tocarán”.

Para los organizadores: “El simposio incidirá en los efectos de la represión institucional, política y administrativa a lo largo de los siglos XVIII, XIX, XX y XXI, y destacará, también en este aspecto, la represión militar y la presencia de trescientos años de españolismo en Cataluña”.

El Simposio: la telaraña dependiente de los independentistas

Jaume Sobrequés, exultante, declaraba que “tenemos ya inscritas a 150 personas, el máximo de aforo para este espacio. Tengo miedo de que podamos morir de éxito”. Sobrequés avanzó que el Centre d’Història Contemporània de Catalunya ha preparado un informe "demoledor e incontestable" sobre "la animadversión" histórica de España contra Cataluña. Así, antes del inicio de las sesiones y de debatir las ponencias, las conclusiones ya se han establecido en el propio título del Simposio. Como dijo aquél: “Todo está atado y bien atado”.

En la imagen de La Razón, Ros y Sobrequés, todo queda en casa, atado y bien atado

Como ponentes aparecen historiadores, juristas, economistas, sociólogos y politólogos con un indisimulado sesgo ideológico soberanista, que revolotean en torno a CDC y ERC y se definen como pensadores de cabecera del soberanismo. Son nombres mediáticos que, al margen de su labor universitaria, perciben recursos públicos de su participación en estudios elaborados por fundaciones públicas, fundaciones políticas, publicaciones en editoriales subvencionadas por la Generalitat, colaboraciones en infinidad de Congresos, semanarios, jornadas montadas por organismos de la Administración. También son requeridos para aquellos eventos independentista en los que se quiere dar “solidez académica”. Algunos de ellos han virado ideológicamente desde la izquierda hasta abrazar la causa independentista.

Aunque las conclusiones de este Simposio no van a sorprender a nadie porque ya se saben de antemano, lean, a continuación, los nombres de esos intelectuales en complicidad con los instalados en la Generalitat, y que se han prestado al juego con los peculiares títulos de sus ponencias.

La lección inaugural del Simposio correrá a cargo del historiador Josep Fontana i Lázaro, que versará sobre: “España y Cataluña, trescientos años de conflicto político”. En el mundillo de la historia se comenta cómo ha podido prestarse Fontana a dictar la lección de apertura de este acto propagandístico.

Para repasar estos trescientos años de historia, han dividido el Simposio en cuatro bloques temáticos.

En la sesión matinal del jueves 12 de diciembre, presidida por el politólogo Ferran Requejo, miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), se presentarán las ponencias del bloque sobre La represión institucional, política y administrativa. Helas aquí:
• “Hacia una nueva estructura política centralista: siglo XVIII”, por Jaume Sobrequés i Callicó, catedrático de Historia de Cataluña de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• “La construcción de un estado liberal español: siglo XIX”, por Agustí Colomines i Companys, director académico de la Cátedra Josep Termes de la Universidad de Barcelona, ex director de la Fundació Catdem, vinculada a CDC, director del proyecto de la “casa grandes del catalanismo de Artur Mas”, y colaborador en Catalunya Ràdio y en la “prensa amiga”.
• “Entre la autonomía y la reacción uniformizada: siglo XX-XXI”, por Josep Maria Solé i Sabaté, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. En 2006, fue nombrado por el tripartito coordinador general del Consorcio Memorial de los Espacios de la Batalla del Ebro.
• “La represión militar: el ejército sobre el país”, por Lluís Roura i Aulinas, catedrático de Historia Moderna de la UAB.

La sesión de la tarde estará presidirá por el doctor en historia y miembro del Centro de Historia Contemporánes de Cataluña, el independentista Lluís Duran i Solà, que dictará su conferencia “Trescientos años de españolismo en Cataluña”.

El incombustible Joaquim Nadal que ha virado ideológicamente hacia el independentismo que concede cargos

A continuación, se desarrollará el segundo bloque temático sobre La represión económica y social, con las ponencias:
• “El catastro: el inicio del expolio económico: siglo XVIII”, por Joaquim Nadal, ex conseller socialista de Obras Públicas con Maragall y Montilla, hoy director del Institut Català de Recerca en Patrimoni Cultural, profesor de historia en la Universitat de Girona y presidente de la comisión del derecho a decidir en Gerona.
• “La indústria catalana com a motor de l’economia espanyola: segle XIX”, por Jordi Maluquer de Motes i Bernet, catedrático de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• “La economia catalana y el coste de las desigualdades españolas: siglo XX”, por el economista Francesc Cabana i Vancell, abogado e historiador.
• “La apoteosis del expolio: siglo XXI”, por la economista Núria Bosch, catedrática de Economia Pública de la Universidad de Barcelona. Elaboró para la Fundació Catdem un estudio sobre la Hacienda catalana en un hipotético estado catalán.
• “El fet immigratori, factor de desnacionalització?”, que, afortunadamente, la hicieron desaparecer de la segunda circular que emitieron sobre el evento.

La sesión matinal del viernes día 13 estará presidida por el politólogo Carles Boix y el historiador Antoni Dalmau, ex dirigente del PSC. Al inicio de la sesión se pronunciará la última ponencia del segundo bloque temático sobre:
• “La Iglesia catalana entre la resistencia y la colaboración”, por Joan Bada i Elias, profesor emérito de Historia de las Iglesias Cristianas de la Universidad de Barcelona.

Acto seguido, se desarrollará el bloque sobre La represión cultural y lingüística con las siguientes ponencias:
• “Contra el alma de un pueblo: la represión cultural”, por Jordi Casassas i Ymbert, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona.
• “Destruir la lengua, destruir la nación: la represión lingüística”, por el lingüista August Rafanell i Vall-llosera, profesor de Historia de la Lengua Catalana de la Universidad de Gerona.
• “La falsificación de la historia”, por el economista Francesc Roca, profesor de Política Económica de la Universidad de Barcelona.
• “La españolización del mundo educativo”, por el historiador Salomó Marquès i Sureda, profesor emérito de Historia de la Educación de la Universidad de Gerona.

Durante la tarde del viernes 13, las conferencias versarán sobre:
• “La larga represión de los medios de comunicación”, por Josep Maria Figueres i Artigues, profesor titular de Historia del Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• “Uniformidad legislativa española contra el derecho propio catalán”, por el abogado Tomàs de Montagut i Estraguis, catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad Pompeu Fabra.
• “Las Políticas del Estado Español contra los proyectos de autogobierno de las Islas Baleares”, por Sebastià Serra Busquets, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de las Islas Baleares.
• “España contra el País Valenciano”, por Antoni Furió i Diego, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Valencia.

La sesión del sábado 14 de diciembre estará presidirá por el economista Oriol Amat, miembro del Consejo Asesor para la reactivación económica del Govern d’Artur Mas. En esta sesión se leerán las ponencias dedicadas a los diferentes exilios señalados en el cuarto bloque temático:
• “El primer exilio contemporáneo: el exilio austracista”, por Agusti Alcoberro i Pericay, doctor en Historia, director del Museu d’Història de Catalunya desde 2008, y colaborador en programas de TV3.
• “Exiliados de todos los colores: siglo XIX”, por el historiador Ramón Arnabat i Mata, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Rovira i Virgili. Ha colaborado en infinidad de jornadas organizadas por la Generalitat.
• “El exilio como desertización nacional: siglo XX”, por Mercè Morales i Montoya, doctora en Historia Contemporánea, miembro de la Societat Catalana d’Estudis Històrics.

Salvador Cardús, el sociológo asesor de Artur Mas en las lides independentistas

Salvador Cardús, el hombre que, en septiembre de 2012, esperaba a Artur Mas en la Plaza de Sant Jaume al regreso de su entrevista con Mariano Rajoy, es Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona al servicio de Artur Mas. Este miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), encargado de elaborar 19 informes para el diseño de la Cataluña independiente, cerrará el ciclo del simposio con la lección “La humillación como desencadenante de la eclosión independentista”.

De acuerdo con el programa facilitado por los organizadores para estos tres días, el conjunto de las pausas superará al de los debates.

Se da la casualidad de que este simposio independentista casi coincidirá con el Congreso Cataluña entre la guerra y la paz: 1713-1813 que, del 17 al 20 de diciembre, organiza el departamento de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, y al que asistirán numeroso especialistas que, desde diversas ópticas, se expresaran con el rigor, objetividad y los niveles de exigencia de la ciencia histórica, y sin esperar que la Historia diga aquello que les conviene a los políticos.

Polémica a cuenta del rigor científico

La celebración de este Simposio ha vertido muy diversas críticas. El Centre d’Història Contemporània de Catalunya, dependiente de la conselleria de Presidència de la Generalitat, ha visto cómo su iniciativa era calificada de aberración histórica.

Historiadores como Jhon Elliot, especialista internacionalmente reconocido en ese período, lo ha dejado muy claro: “Con ese título, no vale la pena ni hablar”.

El historiador Jordi Canal, en las páginas del diario El Mundo, relata la voladura nacionalista de puentes entre Cataluña y el resto de España mediante nuevos desafíos y despropósitos casi diarios. Resultados electorales y entidades como Ómnium Cultural o ANC azuzan el proceso, financiado desde el primer céntimo por la Generalitat de Catalunya. Un proceso que socaba la convivencia y que, con el Simposio, pretende reescribir la Historia para rearmar el nacionalismo. Un nacionalismo que promete castigo a los “enemigos de la Cataluña libre” y va creando un clima prebélico con sus denominaciones de “agentes unionistas”, “colaboradores con la metrópolis”, “sicarios de España”, “vigilantes del gueto” o “quintacolumnistas”.

El Círculo de Cultura, a través de un comunicado, se mostró sorprendido, “desagradablemente”, por el título de las Jornadas y expresó que actos “propagandísticos” de estas características no deberían promover “el desencuentro y la animadversión, siempre tan innecesaria y a menudo contraproducente”.

Responde Sobrequés que el Circulo de Cultura, es una institución privada, “son personas cultas, evidentemente, pero no tienen conocimientos en Historia. Si asisten al simposio se darán cuenta de la triste realidad y cambiarán de opinión”. Parece que para Sobrequés sólo los ponentes de “su Simposio” pueden tener conocimientos de historia. Como es lógico, los del Circulo de Cultura discreparon abiertamente, y un miembro de su junta directiva, Ezequiel Baró, le respondía que: “Nosotros somos una asociación que tiene entre sus socios a gente vinculada con el mundo de la cultura. Siempre que nos expresamos lo hacemos por unanimidad, con un total consenso.”

Para más inri, el Circulo de Cultura está presidido por Pere Vicens, editor e hijo del reconocido historiador Jaume Vicens Vives, y entre sus miembros figuran altos cargos de la Generalitat como Fèlix Riera, director de Catalunya Ràdio; Carles Duarte, presidente del CoNCA; Xavier Bru de Sala, responsable de los actos del centenario de Salvador Espriu.

El portavoz de Ciutadans en el Parlament, Jordi Cañas, ha calificado el Simposio de “propaganda Goebbeliana” y su organización como "una de las manipulaciones más obscenas que hemos visto". Ha pedido la comparecencia en sede parlamentaria del consejero de Cultura, el ex socialista Ferran Mascarell y ha defendido que se ha de evitar que "la cultura sea un arma en manos de separatistas".

El secretario de Organización del PSC, Esteve Terradas, en rueda de prensa, aseguró que en CiU "Aprovechan momentos históricos para llevar el agua a su molino, y eso deja mucho que desear. Ellos alimentan la dinámica del desencuentro y la división que los socialistas queremos superar".

En un estudio histórico, los acontecimientos no responden a un único hilo conductor de causa-efecto, al existir múltiples causas necesarias que explican una determinada consecuencia, y causas suficientes, imposibles de conocer con exactitud. No se trata de estudiar sin más conceptos o ideas abstractas (España, Cataluña, el nacionalismo, el cristianismo, el socialismo…), o de operar con valores absolutos ordenados siempre de forma coherente, sino que, dentro de procesos complejos y contradictorios, en coordenadas de espacio y tiempo, se trata de ubicar a personas (clases dirigentes del lugar, trabajadores de una fábrica, cristianos de una comunidad, nacionalistas -de izquierdas o derechas- de un país…).

Pero, este simposio se mueve entre la simplificación conceptual cuando se refiere al ejército, sin que éste represente a intereses políticos y de clase de Cataluña; cuando se entrega al romanticismo de un espíritu nacional imperecedero del pueblo; cuando se equipara lengua e identidad nacional para deducir que se es nación por tener lengua propia; cuando se fomenta el miedo al otro, al extranjero, por ser un factor de desnacionalización.

Argumentar que el historiador forma parte de una sociedad y debe comprometerse con ella y posicionarse públicamente con unas visiones políticas, puede comprometer el resultado de su trabajo. Un historiador puede ser nacionalista, independentista, no nacionalista, socialista, ateo o budista, pero, necesariamente, ¿debe hacer también una historia nacionalista, socialista o atea?

Con sus propuestas de historia a medida, este Simposio busca que la gente se crea la más antigua del mundo, que sus héroes sean los más guays y que olviden todos aquellos episodios que no concuerden con el propio relato mítico. Creerse los únicos para avalar y justificar su cosmovisión, cuando todos los pueblos tienen sus mitos y sus “casi verdades”, responde más a un intento deliberado de legitimar un orden de cosas, que precisa reivindicar determinados personajes como modelos.

Ideas preconcebidas, resultados fijados de antemano, maniqueísmo, que nos muestran la negación del conocimiento histórico, del debate necesario para alcanzar una síntesis temporal, que supere diferentes interpretaciones tras asumir los elementos cuantitativos y cualitativos significativos de cada una de ellas. El manejo del material histórico presenta riesgos, para Eric Hobsbawm “Los historiadores somos al nacionalismo lo que los criadores de opio paquistaníes son a los adictos a la heroína: Les suministramos la materia prima para el mercado”.

Este Simposio presentará un material, tomado sin rigor ni precaución, con el que se quiere construir artificios políticos e ideológicos, y fomentar, temerariamente, todo tipo de emociones que impidan polémicas y contraste de pareceres, y que eleven al máximo los prejuicios hacia “el otro”, para permitirles quedarse a solas con “su verdad” y con “su historia”. Y construir “su mentira” a fuerza de repetición.

Un Govern que, de mentira en mentira, lucha por su impredecible supervivencia política, en un polarizado clima político que, desde la Generalitat, se pretende que sea abiertamente hostil.

El escritor y premio Cervantes 2009, Juan Marsé, ha declarado recientemente: “la patria que me están preparando tanto los nacionalistas de CiU como de ERC no me gusta nada. Esta gente no es de fiar”.

Realmente, esta gente no es de fiar, y menos cuando sus acólitos se juegan los miles de millones de euros que el poder político destina a la sopa boba.

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4/12/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (y V). Recuerdo de una represión

En septiembre, en la audición organizada por la CEE y el Arzobispado de Madrid en la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena, la Orquesta Sinfónica y Coro de la JMJ interpretaron los Himnos y Misa de los Mártires para la beatificación de Tarragona. El cardenal Rouco Valera se mostró “firmemente convencido” de que dicha ceremonia “ayudará a revivir en el corazón de cada uno el alma de la Iglesia y su voluntad de responder a la llamada de Dios en este momento "tan crítico y tan difícil" de la historia”.

Reseña de la audicción del Himno y la Misa del acto de beatificación

Monseñor Rouco agradeció el esfuerzo de compositores - Kuzma Bodrov, Carlos Criado, Rubén Díez y Pedro Vilarroig- , del director de orquesta, de los músicos y del coro expresando que es "una forma de dar testimonio de la fe". Un esfuerzo que ponía el talento musical al servicio de la fe con una composición musical que transmitía “paz y luminosidad” para transformar los corazones.

En los actuales momentos de crisis generalizada y a pesar de sus titubeos, se ha de agradecer a la Iglesia el valor de ponderar públicamente el sacrificio de los Mártires beatificados al "reconocer públicamente como parte de la Iglesia a sus mártires, no sólo es un signo de patriotismo venido de lo humano sino que es una obligación profunda, sagrada, de lo que ella debe a su Señor y de lo que se debe a sí misma como instrumento del Evangelio".

Se habló de la sangre derramada por Cristo como la “de la reconciliación” y la de la paz amenazada por los peligros de la política internacional, por nuestros egoísmos y nuestras visiones que no tienen sentido. Remarcó que “Esa paz se recompone siempre y se reconduce cuando se lleva al corazón del hombre", a través de unos mártires que han quedado inscritos en "la historia del siglo XX, la historia de España, la historia de Europa, la historia del mundo".

El proceso de beatificación

Sin duda, el largo proceso que lleva a una beatificación no ha sido entendido por los ciudadanos de la misma forma. Quizás, por desconocimiento de que en una beatificación o en una canonización, a cada causa se le incoa un expediente, al que le sigue un pausado trabajo de investigación, de audiencia de testigos, de alegaciones y de acción del promotor iustitiae.

La denominación de promotor iustitiae, data de 1983 cuando el papa Juan Pablo II abolió el oficio de procurador fiscal, establecido en 1587 y conocido como advocatus diaboli o promotor Fidei. Una modificación que permitiría aumentar el número de canonizados y beatificados respecto a los anteriores procesos realizados en el siglo XX.

Un abogado del diablo que, habitualmente, era un clérigo doctorado en derecho canónico, con la función de objetar la documentación aportada, exigir pruebas o descubrir errores en los méritos del presunto candidato a beato o santo, sin importarle que éste fuera religioso o laico. Una oposición a las virtudes del candidato que escudriñaba su autenticidad antes de que fuera propuesto como modelo imitable por el pueblo católico.

Sin embargo, la hondura de este proceso no es comprendida por aquellos católicos, obsesionados por mostrarse ante la sociedad como políticamente correctos hasta devenir en cómplices del pensamiento único dominante. Seducidos y arrastrados por objetivos políticos concretos que tratan de ocupar, en ese marco de corrección, el espacio propio de la religión tras postular a la ingeniería social como la nueva fe sobre la que edificar su nuevo orden temporal.

En esa condición temporal, y muy a su pesar, los mártires no fueron seres ajenos a los avatares históricos que tuvieron que protagonizar con sus banderas y con su testimonio provisto de raíces y lealtades que, ahora, otros azuzan para proscribir a ultranza. Un juego de proscripciones al que contribuyen sectores eclesiales -nacionalistas e izquierdistas- propensos a burdas manipulaciones tendentes a otorgar a las víctimas la categoría de verdugos.

Evidentemente, en una guerra hay bandos que cometen atrocidades y tropelías de todo tipo, pero en esta beatificación quedaba claro en qué bando radicaron tales desmanes. Algo que los pensadores correctos y únicos no están dispuestos a admitir, bien al contrario continúan tergiversando los hechos en su permanente manipulación de la historia.

Un poco de historia no estará de más

En el momento de su martirio, las victimas católicas perdonaron a unos verdugos que, sin duda, militaban en organizaciones concretas. ¿Debería alcanzar ese perdón a las organizaciones que organizaron la persecución del catolicismo, dictaron sus propias instrucciones represivas y concretaron los métodos de ejecución para sus actos criminales?

En el orden del día de estas organizaciones se inscribía el conjunto de atrocidades cometidas contra los católicos, que comportó toda suerte de asaltos a viviendas, saqueos, robos, crímenes, secuestros, torturas, mutilaciones, asesinatos, fusilamientos, asaltos a pueblos enteros, e, incluso, a propiedades colectivizadas en esa suerte de lucha particular que tenían los revolucionarios entre sí. No mencionarlo sería faltar a la verdad.

En general, se produjeron asaltos y quemas a Iglesias, Conventos y Asilos, como el de San José donde asesinaron a enfermos epilépticos asilados; detenciones y asesinatos, como los de las personas que figuraban en las listas de peregrinos que alguna vez habían acudido al Monasterio de Montserrat; sacrilegios y profanaciones, destrucciones y saqueos; incautaciones de edificios, iglesias y conventos que fueron destinados a checas, cárceles, casas de vicio, cuadras, bodegas, tabernas, garajes, almacenes, cinematógrafos; o a dar mítines como el de la marxista Margarita Nelken en un templo de la Orden de Religiosos Capuchinos en Madrid.

Desde el primer momento, diarios como Combat, UHP y otros que publicitaban la revolución lanzaron la consigna de ”creació d’associacions contra Déu en les escoles”, con lo que dejaban claro una parte sustancial del espectro de su acción: la persecución religiosa y a favor de la causa atea.

Edificio de la Prisión de Lérida donde el Comité Local campeó a sus anchas

En el marco de esa persecución religiosa hubo personas que se convirtieron en mártires por llevar personalmente, o encontrárseles en casa, un crucifijo, una cadena con una medalla, estampas religiosas, una imagen de un Sagrado Corazón en sus casas o haber pertenecido a la Adoración Nocturna, a la Congregación Mariana u otras asociaciones católicas. Jóvenes que transportaban las sagradas formas para que se pudieran celebrar misas clandestinas, incluso en las mismas cárceles, y que al ser descubiertos eran asesinados in situ.

Un especial interés tuvieron los Comités por las capillitas u hornacinas –urnas que contenían la imagen de una Virgen o de un Santo protegida por un cristal-, que circulaban por los hogares según un orden preestablecido, para unir en la oración y en la piedad a las familias devotas. Junto a ellas, a veces figuraban un libro de oraciones y una hucha para depositar limosnas. También, por las acciones destructoras de las imágenes de las hornacinas colocadas en las fachadas de las casas en agradecimiento a alguna gracia recibida por la familia o por pura devoción.

No podemos olvidar aquellos pregones, como los de Flix, en los que se instaba a los católicos a entregar todas las imágenes, crucifijos, medallas y objetos religiosos que tuvieran en sus casas y que los arrojaran a las piras crematorias en la plaza de la población para ser incineradas. En caso de negativa por parte de los católicos reconocidos de la población, el Comité acudía, casa por casa, para hacer ejecutar la orden, obligando a las niñas y niños de las familias visitadas a llevarlas por la vía pública, recibiendo durante el trayecto insultos, golpes y estirones de cabellos, para asegurarse que, con ese terror ejercido, las criaturas acabarían arrojándolas a la pira.

Convendría recordar que en la zona republicana de la provincia de Tarragona se abrieron fosas comunes en los cementerios de Tarragona, Torredembarra, Reus, Valls, Tortosa y otras muchas localidades.

Sin olvidar que, bajo amenaza, los Comités encomendaban al servicio de correos, en los pueblos y ciudades, la inspección y censura de todas las cartas para, a tenor del contenido de las mismas, denunciar a los desafectos del bando rojo, y muy especialmente todas aquellas cartas que llegaban del frente de combate. Un control del correo que produjo muchos represaliados y asesinados entre sus destinatarios y entre los remitentes y los soldados que escribían las cartas.

No quiero olvidar a aquellas personas, mujeres y hombres, que encarcelados se les exigía apostatar de su fe para poder salvar sus vidas. Ni a los recluidos en las tristemente famosas checas. Ni aquellos católicos que eran tiroteados a discreción en pueblos y ciudades, y cuyos cadáveres solían aparecer con tiros por la espalda y mutilados. Ni a los combatientes hechos prisioneros y torturados para que renunciaran a su fe y que, tras mantenerse en ella, eran irremisiblemente asesinados.

Diversas personas leen las listas de condenados por el Tribunal Popular de Lérida

Una acción ejecutora de los grupos de milicianos con un elemento común: el disparo en la pierna para inmovilizar a sus víctimas, tras el cual se procedía a fracturas y mutilaciones de todo tipo, amputaciones en vivo, extracciones de órganos y a desfigurar a la víctima con tiros al cráneo. En algunos casos rociaban los cuerpos con gasolina y les prendían fuego.

¿Quién puede negar que, desde el 20 de julio de 1936, en una parte de España se produjeran matanzas colectivas indiscriminadas sin ningún tipo de juicio, y con una especial ferocidad en la Cataluña republicana?

El gobierno de la Generalitat, formado por ERC, CNT, FAI, PSUC, UGT y POUM, creó un clima de violencia incontrolada que dejó sin poder a las propias instituciones revolucionarias. Un ambiente que M. Vovelle describe en La Mentalidad Revolucionaria como violencia espontánea y violencia organizada que actuaría como “cirugía social”, como instrumento de cambio. Un estado en descomposición que desembocaría en la lucha entre los partidarios institucionales de un modelo de revolución y los de dinámicas más espontáneas que, en algunos lugares, llegarían a enfrentarse entre sí el 24 y 25 de agosto de 1936.

A mediados de agosto se estableció en la ciudad de Lérida una checa anarquista que aglutinó a los elementos más extremistas, principalmente de Esquerra Republicana de Catalunya. A instancias de la Generalitat y para evitar roces con los chequistas, y no soliviantarlos, se retiró la compañía de Mossos d’Esquadra; pero, mantuvieron como paer en cap (Alcalde de la ciudad de Lérida), a Joan Rovira Roure, el único miembro de la Lliga Regionalista que utilizó Companys para sus fines y que sería asesinado el 27 de agosto de 1936, sin que los emisarios de Lluís Companys detuvieran su fusilamiento en el paredón del cementerio y su posterior entierro en la fosa común. Tras un juicio sumarísimo, en el que no se le permitió hablar, fue condenado a muerte por haber organizado la cabalgata de Reyes la noche del 5 de enero de 1936, a pesar de estar prohibida por la República. Para el Comité de Lérida, cualquier celebración de ceremonias religiosas estaba penada con la muerte. El paer en cap de Lérida era padre de Juan Rovira Tarazona, que llegaría a ministro de sanidad y sería el autor de la reforma sanitaria y de la Ley de Donación de Órganos del gobierno de UCD en la transición española.

La obsesión de los chequistas fue acabar con todos los sacerdotes de la provincia de Lérida y de la diócesis de Barbastro que podían ser fusilados en el acto por ser “enemigos del pueblo”. El 20 de agosto, el comité popular de Lérida exigió la entrega de 72 sacerdotes presos, que fueron conducidos al cementerio, fusilados y enterrados en una fosa común. Para legalizar los asesinatos se establecieron los Tribunales Populares, donde si al reo se le acreditaba su condición sacerdotal, la de ser católico o carlista, la condena era de muerte. Cuando el 25 de agosto, la columna de Durruti llegó a Lérida en su camino hacia el frente de Aragón, el grupo de exaltados que le acompañaban, Los Aguiluchos, prendieron fuego a la catedral nueva. Posteriormente, se dirigieron a la prisión para exigir la entrega de 20 curas bajo amenaza de quemar la prisión con todos los presos dentro. Tenían que ser “20” porque lo ponía en el papel que llevaban. Pero, tras la saca del día 20 de agosto, solamente quedaban siete sacerdotes presos, por lo que Los Aguiluchos exigieron 13 presos que fueran católicos. Mas como uno de ellos era el Alcalde y tenía inmunidad parlamentaria al ser diputado al Parlament, y no lo podían fusilar, exigieron la entrega de otro católico más. Al final, el comité ilerdense les entregaría 21 presos para saciar su revolucionaria sed de sangre, a los que llevarían a la explanada del Campo de Marte, donde serían fusilados.

Antes de la guerra, el presidente Companys había negociado el apoyo electoral de la CNT a ERC a cambio de la entrega de armas al anarcosindicalismo. Tras el 19 de julio, con los anarquistas de CNT y FAI dueños de Barcelona, Companys puso el cargo de president a su disposición y a fin de contentarlos, el 21 de julio de 1936, les crearía el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (CCMA). Este Comité funcionaría como entidad administrativa de la Generalidad y se instalaría en el edificio de la Escuela de Naútica de la Plaza de Palacio de Barcelona, conformando un gobierno en la sombra ante el derrumbe del Estado en Cataluña. Bajo dominio anarquista, en el Comité estarían representadas las fuerzas del Frente Popular descritas en el párrafo anterior.

En la lucha por la hegemonía dentro del nacionalismo catalán, Companys respaldó legalmente a los milicianos con la promulgación del decreto de 23 de julio de 1936, que decía: “La rebelión fascista ha sido vencida por el heroísmo popular y el de las fuerzas locales. Precisa, pues, acabar de aniquilar en toda Cataluña los últimos núcleos fascistas existentes y prevenirse contra los posibles peligros de fuera. Por tanto a propuesta de la presidencia, y de acuerdo con el Consejo Ejecutivo, decreto lo siguiente: 1º Se crean las milicias ciudadanas para la defensa de la República y la lucha contra el fascismo y la reacción … 2º En toda Cataluña se constituirán los Comités locales de defensa que deberán obrar de acuerdo con el Comité Central”.

Nacían así las taifas del terror en Cataluña y la atomización del poder resultó evidente. Durante sus dos meses de vida, el CCMA estuvo dominado por la fuerte personalidad del anarquista Juan García Oliver que, inmediatamente, organizó un Ejército, creó Escuelas de guerra, la Sanidad militar, el abastecimiento, transporte, industrias de guerra, dirección de operaciones y envío de las primeras expediciones de milicianos al frente de Aragón. Su autoridad alcanzaba hasta las afueras de Barcelona y, en cada localidad, los comités revolucionarios locales ejercían el poder al tiempo que existían Juntas de poder territorial en Cataluña. En Reus, el anarquismo dirigía el gobierno local del Frente Popular. En Lérida, la Junta estaba bajo el poder del POUM sin ninguna participación de los partidos republicanos y sin ningún vínculo con el gobierno de la Generalitat.

Dependientes del Comité de Investigación del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA), las patrullas de control actuaron como policía revolucionaria entre el 21 de julio y finales de agosto de 1936. Casi mil quinientos patrulleros ejercieron su particular dictadura en la ciudad condal, dirigidos por Aurelio Fernández (FAI) y Salvador González (PSUC).

La componenda de ERC con los comunistas del PSUC en la operación desembarco en Mallorca, puso de manifiesto la incapacidad del CCMA para enterarse de las operaciones militares de sus socios y para organizarse evitando duplicidades que les hiciera ganar en eficacia. A mediados de agosto, los comités superiores de la CNT vieron la necesidad de suprimir el funcionamiento del CCMA para apuntalar al gobierno de la Generalitat. Anunciada el 27 de septiembre, la autodisolución, ésta se produjo el 1 de octubre de 1936 con la integración en el gobierno de algunos representantes del CCMA.

Las primeras semanas de ejecuciones y de brutal represión obligaron a Companys a protestar ante el Comité Central, controlado por los anarquistas Garcia Oliver y Peiró. A la Oficina Judicial disuelta le sucederían los temibles Tribunales Populares. La Generalitat se había visto sobrepasada de tal forma que, incluso Lluís Companys y el dirigente de ERC, Jaume Miratvilles, estimaron que la acción de comités y milicias durante 1936 había producido unos 8.000 asesinatos en Cataluña. La relación de Companys con el anarquismo finalizaría en abril de 1937, a consecuencia de los secuestros y asesinatos entre miembros de las organizaciones obreras enfrentadas entre sí, que concluirían con el asesinato el 25 de abril de Roldán Cortada, líder del PSUC. Con el beneplácito y consentimiento de Companys, los comunistas asaltarían los edificios emblemáticos del anarquismo en Barcelona, lo que provocaría el levantamiento armado de CNT y POUM el 3 de mayo de 1937 y la posterior represión comunista que concluiría con 500 asesinatos más. Atemperados un poco los ánimos en 1937 y 1938, la represión se dispararía en 1939 con más de 2.300 ejecuciones.

La Paeria transformada en sede del Tribunal Popular de Lérida, uno de los más sangrientos de los que se implantaron en Cataluña

Acciones criminales que, en pocos meses, desprestigiaron internacionalmente a la República que decían defender. A la fase de terror de los Comités le sucedería la de los Tribunales Populares, integrados por vocales de CNT, UGT, Unió de Rabassaires, FAI, PSUC, POUM, ERC y Acció Catalana Republicana.

Pero, para las familias no todo acabaría con el asesinato de parte de sus miembros, y sigo con el ejemplo de Lérida. Con las tropas nacionales a diez kilómetros de Lérida, en la otra orilla del Segre, el 20 de febrero de 1937, milicianos fuertemente armados se pasaron casa por casa de los asesinados para comunicarles que los niños debían estar preparados para partir en tren hacia Rusia. Las familias recurrieron a toda clase de acciones para evitar el robo de los niños huérfanos, teniendo como tenían la liberación a escasa distancia. A muchas de las familias se les había desalojado de sus casas, que fueron ocupadas por las milicias, y habían sido “alojadas” en habitaciones semiderruidas.

Para evitar males mayores, las familias tuvieron que establecer sus propias contraseñas si alguno de sus miembros estaba escondido. En muchos casos, consiguieron salvar su vida gracias a miembros de la Guardia Civil que les ayudaban a cruzar las líneas, y gracias a los clandestinos Socorro Blanco y Socorro Azul que establecieron redes de ayuda alimenticia y de paso de fronteras. Unas pocas decenas de kilómetros suponía noches de campo a través para salvar la multitud de controles del Comité, que conforme iban perdiendo la guerra su ferocidad adquiriría mayor plenitud, si cabía aún más. Sin comida, congelados y al borde del colapso algunos consiguieron atravesar las líneas. Otros fueron fusilados en su intento de atravesar las líneas.

Para todos ellos, sirvan estas líneas como recuerdo y gratitud a su valor. Con una especial mención a mi abuelo Humberto Bahillo Rojo, que sufrió mutilación antes de ser asesinado el día 5 de agosto de 1936, el día de la festividad de la Virgen Blanca, dejando viuda y siete hijos. Hijos que acabarían encarcelados en la prisión de Lérida. Mi abuelo fue reconfortado espiritualmente por el Obispo de Lérida, Salvio Huix Miralpeix, que solicitó ser el último en morir para poder auxiliar a sus compañeros de martirio, siendo castrado el prelado antes de ser fusilado. Sirvan estas líneas como plegaria a los mártires para que intercedan por España ante el Señor y para que nunca más se vuelvan a producir hechos de este signo.

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