24/11/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (IV). Medios y pensamiento único

Una parte de los medios de comunicación y la casi totalidad de los diarios gratuitos subvencionados por la Generalitat, se posicionaron ante la beatificación con la intencionalidad de encontrar algún punto, alguna palabra a la que acogerse para demostrar su “rerefons polític i històric” y acusar de forma permanente a la Iglesia. La estela la iban dibujando aquellos medios encargados de marcar la estrategia informativa del régimen nacionalista catalán dando una excesiva importancia a los actos, declaraciones y manifestaciones de los totalitarios contra la beatificación.

Portadas de diversos diarios del día siguiente a la beatificación en Tarragona

La prensa cubrió el acto de beatificación de los mártires, algunos destacaron la noticia en portada. Para ABC "la Iglesia no busca culpables", La Razón “522 mártires para la reconciliación”, La Vanguardia "el Papa elude la Guerra Civil", La Gaceta “Asesinados por odio a la fe”, El Periódico “La Iglesia olvida a las otras víctimas”, El País sin “referencias a los crímenes franquistas, El Mundo “Mas elude hablar del 12-0” presenta una foto del acto de beatificación, El Punt-Avui “Beatificació massiva”.

Algunos magnificaron ad infinitum esa repulsa. Pero, como ya es habitual en Tarragona, este tipo de actos de repulsa totalitarios no tiene un excesivo apoyo y en torno a las protestas se reunieron un centenar de personas, palmo más o menos y con un escaso margen de error. Protestas contra todo lo que se mueve donde, habitualmente, existen menos manifestantes que entidades firmantes, ya que una misma persona pueden firmar por tres, cuatro o cinco entidades, subvencionadas casi siempre, algunas de las cuales son más o menos unipersonales.

Los medios adictos al régimen promocionaron a bombo y platillo los tres actos de protesta organizados contra la beatificación. El día 10 de octubre reunieron unas ochenta personas; el sábado día 12, se contabilizaron 152 personas ante la estatua "dels Despullats", desde donde saldrían en manifestación; y el domingo día 13 algo más de cien personas se concentraron en el monumento de La Oliva. La pretendida demostración de fuerza nacional-republicana-izquierdista no llegó a más ni contando con la presencia de una concejala de ICV y de un decano de facultad.

Una prensa izquierdista nacional e internacional que estuvo meses trinando contra la beatificación de los quinientos veintidós cristianos inocentes que vertieron su sangre en defensa del catolicismo en los años treinta del siglo pasado, especialmente durante la Guerra Civil de 1936-1939.

Un siglo de especial persecución al cristianismo

Ciertamente, el siglo XX fue muy prolijo en persecuciones contra la religión en general.

En ese cruce de caminos entre Oriente y Occidente de la geoestratégica meseta de Armenia, el genocidio de los cristianos comenzó en el siglo XIX, cuando el sultán turco Abdul Hamid (1876-1909) masacró más de 300.000 armenios entre 1884 y 1896. El derrocamiento del sultán por los Jóvenes Turcos pareció el inicio de una época de paz y fraternidad basada en la igualdad de derechos. Nada más lejos de la realidad, puesto que, entre 1908 y 1914, el objetivo del nuevo orden turco fue transformar un imperio heterogéneo en un estado homogéneo mediante el concepto de un pueblo, una nación. Con el fin de eliminar obstáculos a su objetivo, Mustafá Kemal Atartük y los jóvenes turcos, mediante la barbarie, el salvajismo y la irracionalidad optaron por el exterminio del pueblo armenio.

Imagen de la deportación turca de mujeres, ancianos y niños armenios

En Constantinopla, del 23 al 24 de Abril de 1915, fueron asesinados, detenidos o deportados a Anatolia unos 650 dirigentes armenios. Fue el punto de partida de la orden de deportación de la población civil, desde las zonas de guerra en el Cáucaso, hacia los centros de reinstalación, en los desiertos de Siria y Mesopotamia. En todas las localidades armenias se siguió el mismo esquema de arresto y asesinato de los líderes y de los hombres mayores de 15 años. Ancianos, mujeres y niños fueron deportados hacia los desiertos de Siria. En esa larga marcha muchos hallaron la muerte, otros fueron violados, torturados y se les robó lo poco que consiguieron llevarse consigo. Los pocos supervivientes fueron trasladados a distintos puntos de Oriente Medio donde el hambre y las epidemias hicieron su parte, diezmando aún más una diáspora que dio origen a las diversas comunidades armenia de Europa y de América. De acuerdo con las estadísticas del Patriarcado Armenio de Constantinopla, en 1912, durante el imperio otomano había 2.100.000 armenios y se pasó a 77.435 en 1927 y unos 50.000 en 1993. Fue un hecho premeditado del gobierno turco orientado a la eliminación del pueblo armenio por no renunciar a la preservación de su cultura. Para describir tales hechos se utiliza el término Genocidio.

Pero, el siglo XX no cerraría las persecuciones con el Genocidio Armenio. Las cuatro grandes ideologías de este siglo, provocarían nuevas persecuciones de católicos y cristianos. La liberal-masónica en México, la socialista-comunista-anarquista en España, la nacionalsocialista en Europa y la comunista en la URSS, China y decenas de Repúblicas Populares esparcidas por el mundo.

Fusilamiento de un sacerdote cristero por el Ejército Mejicano

En la Guerra de los Cristeros mejicanos (1926-1929) se dio una especial crueldad en la persecución a los católicos, decretada por el presidente mejicano general Plutarco Elías Calles, masón, liberal y evangelista de obediencia norteamericana. Una guerra que comportó miles de mártires cristeros. Entre ellos, el niño y combatiente del ejército cristero, torturado y asesinado el 10 de febrero de 1928, José Luís Sánchez del Río que sería elevado a Beato, junto al otro niño cristero que subieron a las montañas para unirse al ejército, combatir y morir por su fe y profesar públicamente a Cristo.

La Guerra Cristera fue el precedente más próximo al holocausto católico español, con un nexo semejante: el odio común de elementos masónicos, liberales e izquierdistas de ambos países hacia la fe católica. ¿Por qué, ahora, lo que vale para Méjico no vale para España? ¿Por respeto humano de unos cuantos obispos y católicos que juegan a ocultar la verdad y a manchar la memoria de aquellos que no se escondieron y que, con su sacrificio, fueron igualmente mártires que sí combatieron por Dios y por España?

El pensamiento único ante las beatificaciones

El pensamiento único trata de inducir comportamientos en los adeptos a sus sectas y dirigirlos cual arietes contra la iglesia católica, con la intención de silenciar todas aquellas verdades que puedan suponerle el desmontaje de su artificio ideológico.

Para librar sus batallas, el liberalismo siempre ha buscado apoyos para servirse de los demás como carne de cañón. El liberal, con su actuar sibilino, desarrolla su lucha callada, discreta y secreta, a través de clubes y de logias masónicas. Mientras no detenta el poder usa de la violencia física y, una vez que su control burgués se ejerce en instituciones y controla los poderes fácticos, mantiene una violencia de espíritu. Desde el inicio del liberalismo, y en todo momento, usa a otros para los trabajos sucios que le han de permitir lograr sus fines. A través del tiempo, ha usado toda clase de exaltados, ya fueran marxistas o fascistas. No les ha importado perder el control momentáneo de la situación, porque en poco tiempo lo recuperan. Con las revoluciones burguesas atlánticas, la actual ideología liberal ha renovado su fuerza y se muestra abiertamente anticatólica. Sus acciones mantienen la evidencia de que sus únicos rivales ideológicos reales son los católicos.

A través de sus sociedades secretas, que ahora definen como discretas, la masonería pulula por una serie de entidades para influir en aquellas personas que pudieran implantar la ingeniería social salida de sus triángulos, compases y mandiles.

Una muestra de este actuar en el día a día, es el transmitir la idea de que el Papa Francisco es el jefe de una ONG, el líder de una ONG que se llama Iglesia, a la que se quiere relegar a la historia y extraerle todo su contenido espiritual. En ese juego están medios como El País, inscrito en un grupo mediático propiedad de Fondos de Inversión norteamericanos y que ocupa edificios que son propiedad del entramado de los Pujol Ferrusola. Así, El País se ha convertido en el gran mentor de esa distorsión del Papa Francisco. El grupo Prisa, junto a otros medios, pretenden crear una imagen del Papa y de la iglesia que se adecúe a sus planteamientos sectarios y a sus intereses políticos.

Respecto a las beatificaciones, los seguidores y servidores del pensamiento único, al margen de sus afinidades ideológicas de andar por casa, sostienen una misma estrategia para aportar elementos que justifiquen sus razonamientos. Con su negacionismo de la persecución y martirio de católicos tratan de darle la vuelta a todo hecho objetivo y de disimular u ocultar hechos sustanciales de nuestra historia.

En primer lugar, niegan que se produjera persecución religiosa alguna en España. Niegan que se ejecutara y persiguiera a miles de personas por el simple hecho de declararse católico, algo que han considerado siempre como un delito. Niegan que los mártires beatificados en Tarragona lo fueran durante la Guerra Civil de 1936-1939, aunque la mayor parte de esos martirios se concentraran en esos tres años y murieran al grito de ¡Viva Cristo Rey! Niegan que las causas de beatificación se hayan basado en hechos históricos y que los postuladores de las mismas se interesasen en saber cómo y por qué murieron esos mártires.

Por eso, sigo sin comprender los complejos de la Jerarquía de la Iglesia, sus sigilos, sus prevenciones, sus componendas con unos y con otros a la hora de plantear las beatificaciones en España. Seamos serios y respetuosos con nuestra propia historia. Decenas de miles de personas murieron en la defensa de su fe, sin armas o con ellas. Y muchos de los que combatieron por su fe en la Guerra Civil lo hicieron, por ejemplo, en unidades de voluntarios que llevaban nombres con referencias religiosas de la Iglesia Católica. Vean sino algunos nombres de Tercios de Requetés.

De Navarra, los de San Fermín, de Nuestra Señora del Camino, de Nuestra Señora de Roncesvalles, de San Francisco Javier, de San Miguel, de Santiago y de la Compañía de Nuestra Señora del Puy de Estella.

De Guipúzcoa, los de San Ignacio y de San Marcial. De Vizcaya, los de Nuestra Señora de Begoña (Vizcaya) y de Nuestra Señora La Antigua. De Álava, los de Nuestra Señora de Estíbaliz, de Nuestra Señora de Begoña (Álava), de la Virgen Blanca o Nuestra Señora de las Nieves.

Ante Dios no hay héroe anónimo

De la Rioja, los de Nuestra Señora de Valvanera y de Cristo Rey. De Aragón, los de Nuestra Señora del Pilar, de San Jorge, de Santiago y los Voluntarios de Santiago de Huesca. De Cataluña, el de Nuestra Señora de Montserrat. De Valencia, el de Nuestra Señora de los Desamparados.

De Asturias, el de Nuestra Señora de Covadonga. De Galicia, el del Apóstol Santiago. Del Reino de León, los de la Virgen del Camino, de Cristo Rey y de Santa María la Real. De Castilla, los de Santa María La Mayor y de Santa Gadea. De Madrid, el de Santa Bárbara, de Nuestra Señora de La Paz, de San Lorenzo.

De Andalucía, los de Nuestra Señora de la Cabeza (Jaén), de Nuestra Señora de los Reyes (Sevilla), del Arcángel San Rafael (Córdoba), de Nuestra Señora de las Angustias (Granada), de Nuestra Señora de la Merced (Jerez de la frontera y Cádiz), de Nuestra Señora del Rocío (Huelva), de Nuestra Señora de la Victoria (Málaga). De Extremadura, el de Nuestra Señora de Guadalupe.

He mencionado, únicamente, las unidades con nombres de santos y vírgenes, pero no quiero olvidar al resto de unidades de todos los territorios de España que combatieron con idéntica fe que las mencionadas y a todos aquellos voluntarios extranjeros que acudieron en la defensa de la Iglesia perseguida en España. Unidades que tuvieron sucesivas reconstrucciones dada la cantidad de bajas en el combate que sufrieron. Todos se sacrificaron y muchos murieron en defensa de su fe y de la Iglesia perseguida, y, ahora, ésta, abducida por el pensamiento único imperante, mira hacia otro lado y les gira la cara y la espalda a ellos y a su sacrificio. Así, con ese actuar de reptil, por mucho que diga lo contrario el cardenal Rouco, la beatificación de Tarragona no ayudará a revivir el alma de la Iglesia en este momento crítico y difícil.

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15/11/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (III). Incidencias en la seguridad

En la tarde del día 7 de octubre de 2013, en Tarragona, ante los medios de comunicación, el Conseller d’Interior de la Generalitat informaba que, bajo la coordinación de los Mossos d’Esquadra, agentes de la Guardia Urbana, de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y de la Policía Portuaria participarían en la seguridad del acto de Beatificación. A tal fin se activarían los programas de recogidas de denuncias o del control de alteración del orden público, cuya responsabilidad recaería en el Intendente de los Mossos d’Esquadra, Jaume Giné. El control se ejercería desde la sede del 112 de Reus.

Foto aérea del edificio del 112 en la carretera de Reus a Tarragona

En el ejercicio de sus tareas de coordinación, los Mossos d’Esquadra hicieron caer de la lista de vigilantes del evento los nombres de los que ejercieran o hubieran ejercido sus funciones en aquellas empresas de seguridad sospechosas de estar relacionadas con personas no afines al nacionalismo catalán. Sin importarles que esas empresas y personas reunieran los requisitos y dispusieran de las licencias pertinentes para ejercer la actividad de seguridad. En eventos de este tipo, las empresas de vigilancia han de actuar como auxiliares de los cuerpos policiales.

La empresa de seguridad IMAN, responsable por concurso de la vigilancia del Complejo Educativo de Tarragona (antigua Universidad Laboral), intervino en el acto de beatificación. En sus inicios en Tarrasa, esta empresa fue una compañía de limpieza que se abrió al campo de la seguridad en el ámbito catalán y que se vio inmersa en episodios de irregularidades laborales. Esta empresa deberá concursar, en diciembre de 2013, para renovar su contrato de servicios en la antigua Laboral. Entre las restantes empresas de seguridad operativas en la provincia de Tarragona se opinaba que no habían estado a la altura del evento.

Una muestra de que este acto les sobrepasó fue la intensa actividad que desarrolló la empresa, en la tarde-noche del sábado día 12 de octubre, en su búsqueda de vigilantes para el acto del domingo. Fueron sondeados trabajadores de otras empresas que ejercían su actividad en teatros, hospitales, polígonos industriales, clubes o discotecas. En su recluta de guardas, en plena “fiebre del sábado noche”, se patearon discotecas de Salou, La Pineda, y otras localidades. De una afamada discoteca consiguieron cuatro vigilantes. Ofrecían 8€ la hora hasta un total de 120€ por la jornada, y se debían presentar a las seis de la mañana en el lugar del evento. No obstante, a las ocho horas, el retraso de algunos vigilantes dejaron descubiertas áreas del espacio de la ceremonia. Una incidencia que fue recriminada a la empresa por parte de la organización del acto. Durante la jornada del domingo se verían ciertos comportamientos inadecuados.

Si nos fijáramos en este aspecto, o en otros como la pérdida temporal de las acreditaciones de los periodistas por parte de la empresa de mensajería, que hizo posponer la entrega de credenciales a los medios acreditados ante la organización del acto, colegiríamos que era una prueba, evidente, fehaciente e irrefutable de la existencia de Dios, que protegió el acto sabedor de los "cerebros grises" que suelen concentrarse en ciertas curias "esteladas".

Alarmismo obsesivo

Desde la consejería de interior se alertaba sobre la presencia de peligrosas organizaciones de la plataforma España en Marcha. Entre los mencionados, José Luís Corral, del Movimiento Católico Español, disentía de ese alarmismo y aclaraba que asistiría un grupo representativo con acreditación y que “allí no haremos ninguna demostración pública de nuestra presencia porque el protagonismo no es nuestro. Aunque en muchas beatificaciones acostumbramos a llevar banderas, nos ceñiremos a lo señalado por la jerarquía eclesiástica”, en clara referencia a las palabras de monseñor Juan Antonio Martínez Camino sobre el carácter meramente religioso de un acto, que no iba contra nadie, y desvinculado de cualquier connotación política y reivindicativa.

Aspecto de la ceremonia de beatificación, en que la instantánea del Diari de Tarragona muestra a un Artur Mas, escrutador, junto a otras autoridades

Alarmas y alertas durante los meses anteriores al acto, que se desarrolló en Cataluña contra las beatificaciones, especialmente por una desarbolada izquierda republicana e independentista. El Govern d’Artur Mas tuvo una participación sustancial en esa campaña física y material con su exceso de celo previsor de la presència d’ultres, entre los que incluía a grupos como los ultrasur. ¿Crear una psicosis colectiva de miedo? ¿O se trataba de presentar unos elementos que permitieran prohibir cualquier tipo de signo o de exhibición contraria al pensamiento único nacionalista de Artur Mas?

En su obsesión por impedir la exhibición de banderas de España en el acto, desde la sombra emplazaron obstáculos para amortiguar el testimonio y júbilo de los fieles católicos asistentes y dificultar su derecho a asistir libremente a una ceremonia religiosa por sus mártires.

En primer lugar, el govern mostraría un interés por limitar la magnitud del evento y procurar un entorno intimidatorio con su denuncia de “presencias extrañas” y de posible “exhibición españolista” para que los más tibios desistieran de acudir a la ceremonia religiosa. En algunas localidades trataron de “trabajarse” para su causa a familiares de los nuevos beatos.

La presión que se ejercería con controles intimidatorios y con “extralimitaciones controladas” que condujeron a esos pequeños incidentes que describiremos, inducidos con tal de corroborar su tesis de que “elementos minoritarios y extremistas” querían alterar la celebración eucarística.

A fin de eliminar riesgos, para entrar en el recinto se precisaba una acreditación en la que figuraba el nombre y el DNI. La solicitud de acreditaciones se cerró a mediados de septiembre y con la lista de emplazamiento quedaban identificados los asistentes. Así, pues, el alarmismo de la Consejería de Interior sobre la peligrosidad de los peregrinos estaba fuera de lugar. Porque, como veremos, el verdadero peligro no estaba, precisamente, en ellos.

El imaginario nacionalista indicaba que esa extrema peligrosidad se podía trastocar en “hordas vandálicas capaces de invadir Tarragona”. Sin embargo, los peregrinos son un tipo de gente que nunca ha creado problema alguno en las peregrinaciones a Lourdes, Fátima, Santiago, El Pilar, Nôtre Dame de Paris, a Chestokova en la Polonia meridional que guarda la Virgen Negra de Jasna Gora, Guadalupe, Coromoto, Luján, Loreto, Caridad del Cobre, Medjugorje, De la Aparecida o a cualquier otro centro de advocación cristiana.

Desde el Govern de CiU, desde sus apoyos parlamentarios y desde los sectores eclesiales nacionalistas, se procuró por todos los medios que los mártires parecieran unos seres extraños, de los que no se sabía nada: ni el país en que vivían, ni el contexto histórico en el que sufrieron martirio. La Generalitat, con la sempiterna costumbre de imponer su “Omertá”, pretendía el silencio absoluto para no enfadar a los sucesores de aquellos verdugos que asesinaron a los mártires.

Peregrinos acreditados

Y llegó el domingo día 13 de octubre. Férreas medidas de seguridad cercaron el recinto para impedir la irrupción de cualquier grupo reventador del acto o persona desalmada. Un dispositivo de control y registro exhaustivo motivó atascos que impidieron que algunos autobuses y vehículos no llegaran a tiempo al recinto de la antigua universidad laboral de Tarragona. En el interior de estos vehículos iban familiares de varios nuevos Beatos, que se contentaron con oír el desarrollo de la ceremonia por la radio. Algunos pudieron acceder al recinto cuando la celebración Eucarística tocaba a su fin. Grupos de monjas que esperaban contemplar como sus hermanas de Congregación eran elevadas a los Altares. Otros no tuvieron tanta suerte en el acceso al recinto.

Los peregrinos acceden a pie al recinto donde se celebraría el acto religioso de la beatificación

Unos controles y registros casi como los que se realizan contra Holligans de los equipos de fútbol. Tratados de forma inadecuada y con escasa consideración hacia unas personas que habían viajado toda la noche, en autocar o conduciendo sus vehículos, algunos grupos de peregrinos de distintas diócesis de España como las de Jaén, Córdoba o Ciudad Real, fueron sometidos al marcaje de las fuerzas del orden.

Mas, un gobierno que publicita, a bombo y platillo, leyes integradoras de minusválidos y discapacitados, al final, consiguió que a muchas personas, especialmente ancianos y discapacitados, se les requiriera un esfuerzo especial de estar tres horas antes en el recinto, y andar cientos y cientos de metros desde donde les dejara el transporte colectivo, o quilómetros desde donde pudieron aparcar los vehículos sus familiares o amigos. Y desandar ese camino después de permanecer siete horas en el recinto.

Incidencias de un celo excedido

Un helicóptero había sobrevolado la concentración hispánica del día doce de octubre en Barcelona. Otro helicóptero, posiblemente el mismo, mantendría la vigilancia sobre el campus de la Universidad Laboral de Tarragona, donde se desarrollaron los actos de la beatificación.

En el edificio escolar, al fondo de la imagen, se hallaba colocada una cuatribarrada, mientras el servicio de seguridad se obsesionaba con las banderas de España

En algunos tejados de los edificios del complejo educativo se mostraban enseñas cuatribarradas. Banderas de Chile, de Cuba e, incluso, de la Unión Jack ondeaban en el acto. Ningún miembro de la organización les prohibió su exhibición, más bien se despreocuparon de ellas. Mochilas con las banderas de Italia y de otros países, y otros objetos con signos de varios países, resultaban visibles en todo el recinto.

En anteriores ceremonias de beatificación celebradas en otros países del mundo, la presencia de banderas del país y pancartas con alegorías sobre los nuevos beatos se entendió siempre como normal. En este acto de identidad con los mártires españoles, peregrinos de Hispanoamérica o de países de Europa no entendieron por qué la bandera de España no presidía el acto, ni podía ser portada por los fieles asistentes, ni mucho menos que se considerara casi un delito perseguible o un acto partidista o sectario. Tampoco, entendieron que los servicios de seguridad les informaran de la prohibición de exhibir banderas en el lugar de celebración.

En el momento de la proclamación de los mártires de la Guerra Civil como nuevos beatos, algunos peregrinos hicieron ondear varias banderas de España con el corazón de Jesús grabado en ellas. Rápidamente, el personal de seguridad reaccionó y se dirigió hacia los lugares donde ondeaban las banderas de España para exigir a sus portadores la retirada inmediata de las mismas.

Los peregrinos hicieron ver a los vigilantes que otras banderas ondeaban y no se les exigía su retirada, y, por tanto, entendían que la acción de los guardas era un ataque a la libertad de expresión. Vigilantes y algún voluntario de la organización adujeron que tenían órdenes “del Obispado” y que nadie les iba a decir qué tenían que hacer y que actuarían como creyeran conveniente. Ante la negativa de los peregrinos a retirarlas se les amenazó con expulsarlos del lugar.

A pesar de las presiones del Govern d'Artur Mas, ondearon banderas de España

Momentos en los que se sucedieron varios incidentes. Así, entre los fieles asistentes ubicados en la parcela 12, sector A, se encontraba una hija del mártir Rafael Alonso Gutiérrez, beatificado por Juan Pablo II, y cuyos restos reposan en la Iglesia arciprestal de Ontinyent y cuya efigie se venera en la capilla de los Mártires de la Catedral de Valencia. La señora Dolores Alonso Ruiz y sus acompañantes vieron a un corpulento y nervioso señor con “alzacuellos y pinganillo en una oreja”, que, en voz alta, preguntaba: “¿Dónde están? No los veo”. Su interlocutor le fue indicando el camino hasta que dijo claramente: “Ya los tengo localizados”. El objetivo era una joven que se protegía con una sombrilla sobre la cual había una tela con los colores de la bandera de España y el símbolo del Sagrado Corazón de Jesús. Una vigilante ya había intentado arrebatarle la sombrilla, sin conseguirlo.

En pocos minutos, el “supuesto sacerdote con sotana y auricular”, sin ninguna credencial y sin identificarse, en tono despótico y en catalán, empujando a la chica, le gritó e instó a la retirada de la tela situada sobre la sombrilla. Ante el revuelo causado, uno de los asistentes, próximo a estos hechos, le recriminó su acción y, mientras trataba de hacerle una fotografía, le preguntó: “¿Padre, en qué Seminario ha estudiado usted?”. El presunto clérigo giró sobre sus pasos y salió corriendo del lugar. Evidentemente, el fornido personaje no había sido entrenado para responder a dicha pregunta. De la joven se supo que se llamaba Gema.

El hecho de la presencia de otros parasoles con banderas regionales y extranjeras en el recinto, no fue óbice para que, poco después, volvieran miembros del servicio de orden para obligar sin contemplaciones a Gema a retirar y guardar la tela en cuestión. Pero, la sombrilla tenía los colores rojo y amarillo, por lo que dichos agentes, de forma estentórea, le exigieron su cierre, a pesar del intenso sol del mediodía, bajo amenaza de llevarla detenida. La joven carlista se resistió, advirtiéndoles que la tendrían que arrastrar para llevársela. Como la actitud de los elementos de seguridad comenzara a perturbar la ceremonia, desde lejos, un responsable les dio orden de marcharse, cosa que hicieron. Ante ese palpable abuso de autoridad de que había sido objeto, muchos peregrinos se acercaron a Gema para felicitarla por su valentía.

Pero, la insidia de algunos nacionalistas comportó otro incidente. Tres separatistas pretendieron arrebatarle a un hombre la bandera de España que llevaba en la muñeca y acabaron agrediéndole. Ante la actitud de estos genízaros, un joven carlista salió en defensa del agredido. El agredido y el joven carlista fueron identificados y retenidos brevemente, sin que a los agresores se les tomara filiación alguna. Todavía, un ardoroso vigilante les recriminó que por llevar la bandera de España en la muñeca se había producido un “incidente no deseable”. El vigilante, cada vez más desagradable y furibundo, se enzarzó con el joven carlista gritándole: “¡Los mártires no murieron por España!”.

La pancarta constata con veracidad por qué fueron asesinados los mártires

Una pancarta se había desplegado con el siguiente texto: “Por una España católica. Murieron gritando Viva Cristo Rey”. Una constatación tan histórica y objetiva como esa, trató de ser prohibida. Una constatación que mostraba el amor a Dios y la fortaleza de unos mártires, pero que debía de ser silenciada por imposición nacionalista, ya que buena parte de ellos procedían de familias carlistas en cuyo entorno recibieron y acrecentaron su profunda fe.

En una viva polémica, miembros de la organización y vigilantes, pretendieron arrancarles las enseñas de España, amenazándoles con “soltarles a los Mossos”. A fin de evitar más discusiones y para no dificultar el desarrollo de la Misa optaron por enrollar las enseñas de España.

Un éxito por salir del paso

En líneas generales, a pesar de los obstáculos creados por el Govern d’Artur Mas, al acto se le podría calificar de éxito, por haber salido ilesos del compromiso adquirido.

Algunos nacionalistas salieron a la palestra en defensa de la actuación coordinadora de los Mossos d’Esquadra alegando que éstos eran unos mandados que obedecían el plan de seguridad montado por la Conferencia Episcopal Española, que les había emplazado junto a las instalaciones del puesto de Tarragona y limítrofe con la industria química, objetivo sensible del terrorismo islamista. ¿Alguien vio Obispos con chaleco antibala, dando órdenes por radio a los mandos de la policía? Algunos, sin duda, viven en un permanente delirio.

Rueda de prensa en el Seminario de Tarragona el día siguiente de las beatificaciones

Aunque siempre es difícil ponerse en la piel de otro, por nada del mundo hubiera querido estar en la del Arzobispo de Tarragona en los preparativos de la ceremonia de beatificación. Tarea complicada e ingrata para conducir las cuestiones por el sendero del sentido común y conseguir la participación de todas las tendencias eclesiales. Meses recibiendo presiones de la Generalitat y “mocos de todo género” contra su persona y la Iglesia católica. Si bien la organizadora del acto fue la Conferencia Episcopal Española, ésta delegó parte de las funciones en el Arzobispado, en una muestra de confianza hacia la curia tarraconense.

Sin embargo, las provocaciones del caciquismo de las esteladas y su pretensión de quebrar la normal convivencia entre españoles estuvo presente en todo el acto, con cierta anuencia del Arzobispado de Tarragona y demasiado silencio de la Conferencia Episcopal Española.

Unos sectores eclesiales acomplejados y bien alejados de las palabras del Cardenal Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, que intervino para decir: “En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30, vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología” que anuló a millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos, escuelas católicas y destruyendo parte del patrimonio”. Se refirió a los mártires como personas pacíficas, “víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia”.

Aunque se reconoció persecución, no hubo ni una mención a esas decenas de miles de jóvenes y adultos que, voluntariamente, se alistaron para salvar a la Iglesia de una de las persecuciones más monstruosas sufrida en su larga existencia. Jóvenes y no tan jóvenes que dieron sus vidas, con las armas en las manos, como no podía ser de otra manera en aquellos momentos, sin esperar el agradecimiento de unas autoridades religiosas que, ahora, pasado momentáneamente el peligro, éstas les deniegan.

Ciertamente, ese resquicio por el que se colaba cierta cobardía dejaba abierto el camino a nuevas hostilidades, que no tardaron en llegar. El día 22 de octubre, día de Santa Salomé, se produjo la decapitación de una imagen de la Virgen del Roser en la ermita del Peiró, en Mont-roig del Camp. En la misma población, en la ermita de San Ramón de Penyafort, decapitaron tres santos, uno de ellos San Martín, en el mismo día de su festividad, en la noche del 10 al 11 de noviembre. Desearía que el tiempo me corrigiera.

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5/11/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (II). Organización del acto y los voluntarios

Los opositores al acto de Beatificación lanzaron una campaña continuada de descrédito y de amenazas que hacía presagiar incidentes. Meses de preparación de acciones en una Cataluña sometida a la dinámica sin sentido de los dos últimos años. Acciones para ser ejecutadas por los clásicos grupos descontrolados integrados por reventadores profesionales, con objetivos totalitarios definidos desde hace tiempo para convertir a las víctimas en verdugos y extender esta incriminación a los asistentes a las beatificaciones.

La ceremonia de la Beatificación de los 522 mártires contó con la presencia de la imagen de “la moreneta”

Ebullición en las redes sociales donde, a través de Internet y del envío de correos electrónicos, grupos ácratas, socialistas, comunistas, republicanos, laicistas, ateos, ex monjes, monjas y frailes despistados, las siempre beligerantes redes cristianas, que se apuntan a cualquier bombardeo contra la Iglesia católica, y las de FEMEN, efectuaban sus convocatorias, sus advertencias y amenazas

Las redes y medios de comunicación afines a los nacional-progresistas alertaban de una conspiración vaticana, cuyo instigador sería el cardenal Ángel Maria Rouco Varela. Esta propaganda nos presentaba a un monseñor Rouco que, casi sin dormir, se levantaría muy temprano para urdir continuas y peligrosas tramas contra Cataluña, y, por tanto, la beatificación de los mártires del Siglo XX no podía ser otra cosa más que un acto político contra el independentismo catalán. Una obsesión, psicosis, paranoia, o como quieran llamarla que han alimentado, gustosos, el govern de la Generalitat de Catalunya, la coalición CiU que lo sustenta y el partido ERC que le da apoyo. No escatimaron esfuerzos en tratar de fusionar fusionar los actos del 12-O en Barcelona con los del domingo día 13 de octubre en Tarragona. ¡Cómo si en este mundo no existiera otra cuestión que la del independentismo catalán!

En su obsesión, no llegaron a entender que, en la elección de la fecha de la beatificación, influyera la climatología del lugar y la existencia de dos días festivos seguidos, la festividad de la Virgen del Pilar, patrona de España y de la Hispanidad, y el domingo que favorecían largos desplazamientos de buen número de fieles. Un evento de esta naturaleza exige tiempo de programación y de tareas de organización. Al contrario, la concentración hispánica de Barcelona se montó en pocos días.

Meses de tabarra de los grupos de exaltados nacional-progresistas que prometían arremeter contra los actos religiosos programados. Mientras, ajenos a esa lucha política del nacional-progresismo, los mártires fueron reconocidos como beatos por la Iglesia Católica.

El espacio de la ceremonia

La plaza del Complejo Educativo en la que se celebró la ceremonia fue dividida en dos zonas que miraban hacia el Altar. La zona Naranja, a la izquierda, y la zona de color Burdeos a la derecha. Cada zona estaba subdividida en parcelas numeradas y en cada parcela había dos Responsables, tres voluntarios de información y nueve voluntarios de acomodación de peregrinos.

En la zona Naranja se hallaban emplazadas las parcelas del 1 al 5 más el 11 que se subdividía en a, b, c.
• La parcela 1 (753 Plazas) era para las Causas de los Mártires.
• La parcela 2 (753 Plazas) para las Autoridades, en este ámbito no había voluntarios, la seguridad corría a cargo de los Mossos d’Esquadra y tenía las sillas negras en vez de blancas para distinguirla.
• Las parcelas 3 (776 Plazas), 4 (776 Plazas), 5 (776 Plazas) para familias de Mártires y Congregaciones.
• La parcela 11 estaba dividida en tres partes: 11 A (1285 Plazas), 11 B (3000 Plazas), 11 C (1127 Plazas) y se encontraba emplazada en la zona del césped alrededor de la plaza, sin sillas y estaba destinada a los fieles de parroquias y colegios.

En la zona Burdeos se situaron las siguientes parcelas:
• La parcela 6 (680 plazas) era para las Causas de los Mártires.
• La parcela 7 (776 Plazas) , 8 (776 Plazas),9 (753 Plazas) y 10 (776 Plazas) para familias de Mártires y Congregaciones.
• La parcela 12 se dividía en 12 A (3143 Plazas), 12 B (2534 Plazas), 12 C (2169 Plazas) y su emplazamiento, habilitación y destino era el mismo que en la parcela 11 de la zona Naranja.

Aspecto de la explanada en el acto de la Beatificación

En el Altar, junto a los concelebrantes, a su derecha, 12 plazas para Cardenales y 20 plazas para los Obispos de las causas. En el lado derecho, siempre mirando hacia el Altar, 120 sillas para Obispos y, detrás de ellos, 204 sillas para Superiores Mayores concelebrantes. En el lado izquierdo del Altar, la Escolanía de Montserrat (30 plazas), la Orquesta (30 plazas) y Superiores Mayores no Concelebrantes y Postuladores (84 plazas).

Entre el altar y la plaza, un área de 50 plazas para minusválidos en silla de ruedas, emplazada detrás de los sacerdotes (504 plazas) situados a la izquierda mirando al Altar, y a la derecha otra área habilitada para Sacerdotes (504 plazas).

En el campo de fútbol del complejo educativo, se habilitó otro espacio con sillas para poder seguir la ceremonia en una pantalla gigante.

Dado el número de catalanes beatificados, en su homilía el cardenal Amato hizo expresa mención a la historia martirial de Tarragona desde la época de las persecuciones romanas, en la que era capital de la Hispania Citerior.

Una beatificación que constituyó una ocasión muy especial para destacar lo mucho que une a todos los españoles y lo poco que nos separa. Una ocasión más en la que quedo patente el ridículo de una clase política, eclesial y periodística , que trató de politizar el acto hasta los más mínimos detalles impidiendo la presencia de aquellos símbolos por los que fueron asesinados los nuevos beatos.

La ausencia de un toldo para proteger del calor a varios cientos de prelados y al clero diocesano que concurrió de forma masiva a la ceremonia, configuró las imágenes variopintas de cómo cubrieron sus cabezas. En el acto, se destacó la imagen de la Moreneta y el canto final del Virolai. Posiblemente, porque los organizadores no sabían que ese cántico, y otros más, lo entonaban los Requetés del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat al entrar en combate durante la guerra civil de 1936-1939.

El voluntariado

La archidiócesis consiguió movilizar a 800 voluntarios, un número considerado como necesario y suficiente para cubrir con garantías un evento de dicha magnitud. En general, su comportamiento estuvo orientado a dar acogida con plena naturalidad para que la estancia resultara cómoda a todos los asistentes. La exquisita dedicación de buena parte de ellos permitió contrarrestar el obstruccionismo practicado por los elementos de seguridad.

En conversación mantenida con diversas voluntarias y voluntarios presentes en el acto se me hizo un pequeño resumen de las instrucciones recibidas y de su participación en una jornada inolvidable que, para ellos, se extendería, en general, desde las 7 horas de la mañana hasta las 16 horas de la tarde.

Los voluntarios recibieron una bolsa de desayuno que contenía una pasta diferente (bien un donut, o un croisant, o magdalena, o lente de hojaldre...,) una manzana, un tetrabic pequeño de batido de chocolate y un botellín de agua. Pasadas las 15 horas, al acabar la ceremonia, se les entregó una bolsa de comida con un bocadillo de jamón serrano, una manzana y un botellín de agua.

Momento de descanso para un grupo de voluntarios que recoge la imagen del Diari de Tarragona

En la página web del Arzobispado había un apartado dónde los interesados se podían inscribir como voluntarios. Otros voluntarios fueron aportados por las Parroquias y grupos de catequistas. Todos ellos fueron emplazados en la plaza. Los voluntarios reclutados en colegios, los más jóvenes fueron emplazados en el camino de llegada, desde la entrada del complejo hasta la plaza, para dar la bienvenida a los peregrinos y marcarles el camino a recorrer. Estos voluntarios, el día anterior, habían ayudado en las dos funciones de la representación de la Pasión de San Fructuoso celebrada en el Tarraco Arena Plaza.

A los voluntarios se les indicó que vistieran pantalón negro o azul oscuro, camisa blanca, sin gorra, sin gafas de sol, sin teléfono móvil ni cámara de fotos, y el chaleco amarillo con la palabra voluntari/voluntario, que les fue entregado y era su acreditación para entrar en el evento.

Los voluntarios recibieron expresa indicación de no dejar pasar ni banderas ni pancartas, y que si las había debían avisar a sus responsables. No todos estuvieron de acuerdo con esta función de control a los fieles asistentes. Los responsables de parcela, provistos de Walki talki, sí se encargaron de alertar a los elementos de seguridad. En medio de la Eucaristía, se avisó a los voluntarios que estuvieran atentos porque se había advertido la presencia de mujeres del grupo Femen que pretendían despelotarse y saltar al Altar en el momento de la Consagración. Advertida su presencia, quedó bloqueada su acción. El personal de seguridad, de vestimenta naranja y marrón, pertenecía a una empresa que tenía órdenes de no dejar pasar banderas ni pancartas; pero, en el despliegue de banderas, única y exclusivamente arremetieron con las de España.

En esencia, el trabajo asignado a los voluntarios consistía en:
• Reparto de los libros de la ceremonia.
• Atención a las necesidades de los peregrinos: provisión de agua, indicación del emplazamiento de los servicios o del bar.
• Ayuda a los peregrinos para su ubicación en el espacio asignado, dividido en zonas por color y parcelas con número, colocándolos de adelante hacia atrás y de izquierda a derecha o de derecha a izquierda según dónde estuvieran las vallas y los pasillos, sin dejar ninguna silla libre, ni permitir guardar sitio. Esta Orden provocó diversos problemas entre voluntarios y peregrinos, deseosos de elegir sitio entre las sillas vacías. En este punto, diversos responsables advirtieron sobre las órdenes recibidas a los voluntarios y de la imposibilidad de contentar a los peregrinos.
• Pasar la bolsa de la colecta que, posteriormente, fueron recogidas por voluntarios de Caritas.
• Ayuda en el momento de la comunión y en el de evacuación de los peregrinos hacia el punto de salida del complejo educativo.

Los grupos de peregrinos felicitaron a los voluntarios por su entrega y dedicación, resaltando a aquellos que habían tratado de humanizar las órdenes recibidas. En algunas de las parcelas, la actuación de algunos responsables hizo enfadar a bastantes peregrinos. Las incidencias de seguridad las trataremos en la siguiente entrega de esta crónica.

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