24/7/12

Ofensiva contra la Iglesia Católica: (III) La planificación de los ataques

Coincidiendo con el inicio de la campaña de la Renta, buena parte de la izquierda exquisita arremete contra la Iglesia Católica en un impulso imposible de desechar, en una nueva muestra de su tendencia totalitaria. Pasada la campaña, el tema del IBI y del IRPF cede su testigo a otras cuestiones en el contexto de la permanente campaña de los exquisitos por la desestabilización del país.

El 8 de marzo de 2010 aparecieron más de 500 cristianos asesinados en Nigeria. Aspecto parcial de la fosa común de DogoNahawa

Quizás, en alguna ocasión, se habrán preguntado: ¿de dónde provienen las agresiones a la religión católica en los medios de comunicación y en otras instancias? ¿Quiénes están detrás de las mismas y quiénes son sus autores? ¿Quiénes les dan cobertura? ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Cuáles son sus tácticas? ¿Por qué permanecen impunes estos ataques? ¿Cuáles son sus victimas? ¿Cómo se debe responder ante las agresiones permanentes a la Iglesia, a sus dogmas, a su liturgia, a sus devociones, a sus tradiciones, a sus instituciones, a sus ministros, a sus religiosas y religiosos, a sus creyentes, a su jerarquía y especialmente al Papa, a sus declaraciones o documentos, y a su estética? ¿Existen propuestas para resolver el problema o se ha de permanecer insensibles o pasivos?

Pero, ¿esos ataques son exclusivos de nuestro país? Ciertamente NO. Ahí tenemos las matanzas casi diarias de cristianos en África, Oriente Medio, Asia. Nigeria, Irak, Siria, Gaza, Corea del Norte o China son territorios especialmente propensos a la agresión y al atentado. Poco importa que los asesinos sean islamistas radicales, fundamentalistas hindúes o budistas, comunistas o ateizantes. Se trata de una embestida mundial contra el cristianismo, contra la Iglesia católica que se relanza con cualquier pretexto. Veamos algunos testimonios.

Identificar al atacante

Al inicio de este artículo hemos visto sobre quienes recaían los ataques contra la Iglesia Católica. ¿Se puede identificar a los autores de estos ataques? Por supuesto que sí, a los agresores los encontraremos dentro y fuera de la Iglesia.

En su interior, algunos teólogos y asociaciones de teólogos y algunos sacerdotes que disienten en ocasiones de las enseñanzas de la Iglesia. Ciertos movimientos se sitúan en la frontera de la ortodoxia. Algunos cristianos que son responsables de la organización, y programación de programas en radio y televisión, como son informativos, entrevistas, conferencias, debates; y columnistas, periodistas, escritores, intelectuales y artistas que escriben en periódicos o participan en programas, debates..., contribuyen en esta tarea. Y también ponen su granito de arena, aquellos miembros de la iglesia, que callan o permiten estos ataques.

En Il Giornale de 11 de abril de 2010, en su artículo Esto hay detrás de los ataques contra Ratzinger, el periodista y escritor Andrea Tornielli hablaba de clérigos que no están de acuerdo con el pontificado de Benedicto XVI. Entre otras, encontraba la evidencia de la Carta abierta del teólogo Hans Küng a todos los obispos del mundo (15 de abril de 2010) que, sin citar ningún texto, invitaba a los pastores y a los fieles a rebelarse contra el Papa Benedicto XVI.

Desde fuera, encontramos aquellas personas que se declaran no creyentes o al margen de la Iglesia y que tienen acceso, utilizan o trabajan en cualquiera de los medios de comunicación, que siempre buscan escándalos para vender y tratan de hacer recaer la responsabilidad de los mismos al entorno más cercano al Papa. O aquellas sectas manifiestamente hostiles a la Iglesia Católica. O los lobbies que pretender limitar la autoridad moral del Vaticano y lanzan continúas denuncias y campañas de cartas, cuya intensidad no desciende sino que se intensifica. Y cita Andrea Tornielli la declaración del cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana: “Parece que hoy cada acto del Papa irrite ciertos ambientes” y concluye Tornielli que todos estos ataques “tienen por objetivo minar la credibilidad moral de la Iglesia en la opinión pública”.

El senador agnóstico Marcello Pera, que fuera presidente del Senado Italiano, saluda al Papa Benedicto XVI

El senador Marcello Pera (agnóstico), en una carta al director del Corriere della Sera de Milán, aparecida en la pág 23 del día 17-03-2010 y titulada Una agresión al Papa y a la democracia, afirmaba que “está en curso una guerra”, en la que “Lo que importa es la insinuación, incluso a costa de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la educación católica es peligrosa, luego el cristianismo es un engaño y un peligro”.

En su artículo “Justicieros” publicado en ABC, del 4 de abril de 2010, el poeta, novelista, columnista y ensayista judío Jon Juaristi señalaba que “no es necesario ser católico para ver hacia dónde apunta la campaña mediática contra el Papa”. Mencionando su carta a los obispos irlandeses, expresa el escritor vasco que “Los actos de pedofilia son un puro pretexto para acorralar a Benedicto XVI. Y es que sólo el Papa y la Iglesia se han tomado en serio este asunto”. “No soy católico, dice Juaristi, pero ni a mí se me escapa la inmensa talla moral del actual Pontífice”. Y añade: “el justicierismo supone siempre la corrupción del sentido de la justicia”, y “el blanco de los ataques ya no lo constituyen los curas pederastas y los obispos encubridores, sino el Papa, contra el que se ha movilizado la progresía justiciera”. Esos ataques de medios influyentes tienen por finalidad “vender, y sacar a los católicos de la esfera pública”. Concluye que “como en este caso no parece que vaya a funcionar el principio de que, herido el pastor se dispersarán las ovejas, es previsible que la campaña arrecie durante algún tiempo”.

Para no extendernos más, el cuarto testimonio proviene del primer alcalde judío de Nueva York, Ed Koch, quien escribió El que esté libre de pecado en el Jerusalem Post.

El soporte del ataque

Quienes llevan a cabo sus ataques y agresiones buscan una caja de resonancia para sus acciones, se sirven de diferentes medios de comunicación: diarios, revistas, radio, televisión, Internet, y se relacionan y se amparan en el mundo de la literatura, el arte, el cine o el teatro. Los ataques aparecen tanto como información general, artículos de opinión, editoriales, columnas, entrevistas, debates, mesas redondas, programas de humor.

La paradoja se suele dar en aquellos medios de comunicación que son propiedad de personas próximas a la religión, o al menos no contrarias, que emplean y pagan a los profesionales de la comunicación que manipulan, mienten y hacen o deshacen contra la Iglesia.

Las Motivaciones de instigadores y atacantes

Todas estas agresiones ¿son fruto de un anticlericalismo sin más, del que en España, por cierto, hay una larga tradición? ¿Responden a experiencias personales negativas que no han podido digerirse? ¿Obedecen a un pasado histórico sobre el que todavía no se es capaz de tener una visión objetiva?

A bombo y platillo, estos sectores manifiestan que la Iglesia Católica no tiene peso en la sociedad española actual. Sin denuedo, atacan sus posiciones en determinadas cuestiones porque éstas siguen siendo incómodas para muchos, que desearían una Iglesia más condescendiente. La denuncia sistemática de las bolsas de pobreza de nuestro país, del escándalo de enriquecimiento fraudulento de algunas personas o entidades; su desacuerdo con la nula política de protección y ayuda a la familia; su enfrentamiento con la promoción de una educación que favorece la promiscuidad entre los jóvenes, su defensa de la vida y de su protección desde la concepción y la no aceptación de la eutanasia. Unas posiciones que molestan, y mucho, a quienes practican la ingeniería social propia de la incultura de la muerte y del odio.

Sin duda, la búsqueda de la Verdad con mayúscula no tiene mucha aceptación en sociedades hedonistas y materialistas, ni en el entramado de intereses políticos y económicos en el que éstas se mueven. Así pues, ante el relativismo imperante, donde ninguna verdad es definitiva y absoluta y la opinión de ciertos sectores es ley, resultante bastante lógico que la popularidad de la Iglesia en estos medios ande en cotas muy bajas.

Estrategias y tácticas

Para justificar los ataques y agresiones han elaborado la estrategia de negar a la Iglesia cualquier derecho a defenderse y la de presuponer su culpabilidad en cualquier cuestión que ellos planteen.

Si ejerce su derecho de defensa, se tacha a la Iglesia de victimaria, de cultivar la cultura de la queja o de repetir tics extemporáneos. En definitiva, la estrategia consiste en ridiculizar su derecho a defenderse, lo que no se hace con ninguna otra institución.

A la Iglesia se le piden toda suerte de explicaciones para que demuestre su inocencia, en lugar de que ellos demuestren su culpabilidad. Es decir, actúan como estuviésemos en una dictadura y ellos fueran los dictadores, que se arrogan el derecho absoluto de establecer lo que está bien y lo que está mal en contra de la opinión de la Iglesia. Se erigen en jueces infalibles resolviendo muchas veces las cuestiones más arduas por medio de juicios sumarísimos.

Negar el derecho de la Iglesia a tener sus propias normas

Con frecuencia, leemos o escuchamos declaraciones de personas de cierta popularidad que ponen en tela de juicio la doctrina de la iglesia, sin disponer desde el campo de la doctrina de argumentos serios sobre las cuestiones religiosas tratadas y que dejan entrever una profunda ignorancia sobre ellas, por lo que suelen recurrir a la ironía, la burla, el sarcasmo, el descrédito, el desprecio y la desacralización. Esta frivolidad y superficialidad en temas específicamente religiosos es especialmente lacerante en programas de televisión donde, con una absoluta falta de respeto a la sensibilidad religiosa de muchas personas, se ataca a personas de la jerarquía de la iglesia y a aspectos de la doctrina católica.

A tal fin, se favorece cualquier diatriba contra la Iglesia apoyando a los que disienten abiertamente contra ella, sean individuos o movimientos sociales. Sistemáticamente, asocian el nacionalcatolicismo, al que tratan de forma peyorativa, con el franquismo, mientras ignoran, silencian o falsean el hecho de los incendios y destrucción de iglesias antes y durante la guerra civil de 1936-1939, y niegan la condición de mártires a los miles de personas asesinadas por su condición de cristianos confesos, de religiosas o de religiosos, de sacerdotes y obispos.

Carod Rovira y Pascual Maragall, dos de los personajes que han contribuido a la quiebra de Cataluña, se mofan de la corona de espina en una visita a Israel pagada por la Generalitat catalana

Niegan a la Iglesia todo derecho a opinar sobre cuestiones temporales y a participar en la esfera pública; por tanto, dejan circunspecta la práctica de la religión a la esfera de lo privado y relegan la fe y la doctrina católica a unas nuevas catacumbas. Niegan, incluso, el derecho de la Iglesia a elaborar normas destinadas a sus fieles.

Al identificar el progreso con el aborto, la eutanasia, los matrimonios de homosexuales, o la equiparación de las uniones de hecho a las formas de familia tradicional... acaban tachando de reaccionaria cualquier discrepancia con esa identificación y arremeten contra la postura de la Iglesia.

El discurso del atacante

El acosador montar su discurso escogiendo aquél tema que más perjudique a la Iglesia y lo exprime hasta el límite en artículos, editoriales, entrevistas.

La excepción, el pecado o error de algunos, los hipertrofian de forma deliberada, tomándolos como norma general dentro de la iglesia. Con harta frecuencia, si no siempre, recurren a la calumnia, la mentira o el infundio, sin preocuparse de contrastar ni comprobar la veracidad de la información. Su táctica consiste en verter una información negativa sobre algo o alguien, cosa que es muy fácil, para dejar al agredido la demostración de la verdad, que requiere un gran esfuerzo y tiempo, aunque gran parte del daño queda ya hecho de todas las maneras. En muy pocas ocasiones, rectifican una información y, en este caso, los suelen hacer de manera solapada en un pequeño recuadro de no se sabe qué página.

En la búsqueda de mayores efectos a la larga, los ataques se vuelven más sútiles denigrando de forma indirecta, por ejemplo la estética de la Iglesia. Si la idea de Belleza y Bondad fueron consideradas siempre como un reflejo de la Belleza y Bondad divinas, ahora se procura eliminar esta inspiración sustituyéndola por el feismo gratuito e intrascendente o recurriendo a tácticas esperpénticas. Un ejemplo reciente lo tenemos en el supuesto rostro de Jesús confeccionado por un sedicente antropólogo y que los medios de comunicación se apresuraron a publicar.

El uso de fórmulas sensacionalistas y de escaso contenido y rigor facilita la creación de un estado de opinión pública errónea y contraria a la Iglesia, y que, de acuerdo con el principio de “Calumnia, que algo queda”, se hace difícil corregir.

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