28/5/12

Ofensiva contra la Iglesia Católica. (I) Hoy más que nunca, la X en la Casilla de la Iglesia

Vengo denunciando desde hace años la campaña perfectamente planificada contra la Iglesia Católica. Una serie de organizaciones políticas como PSOE, IU, ERC, UPD, sindicatos como CCOO, UGT, CNT, CGT o IAC, y grupúsculos de todo tipo, hacen ese trabajo sucio. En estos días aprovechan la campaña de la declaración de la renta para arremeter contra ella y para incitar al pago del IBI por parte de la Iglesia, cuando ni partidos políticos, ni sindicatos, ni federaciones deportivas, ni la SGAE, ni la Cruz Roja, ni las Fundaciones, ni las embajadas y los consulados, ni los terrenos de RENFE, ni los inmuebles de las comunidades hebreas, musulmanas o evangélicas, ni las miles de instituciones no lucrativas acogidas a la Ley 49/2002 del Mecenazgo……… abonan nada por este concepto. El PSOE en su pretensión de comerle el terreno anticlerical a los estalinistas de Cayo Lara se lo juega todo a esta baza y lanzará mociones en todos los ayuntamientos para imponer a la Iglesia el pago del IBI.

Por tantos millones de personas que son atendidos en España por la Iglesia Católica, hoy más que nunca poned la X en la casilla de la Declaración de la Renta

Para contrarrestar la casilla de la X a la Iglesia Católica que figura desde 1988, introdujeron la casilla para aportación voluntaria a “fines sociales”. A partir de ese momento se desarrolla un movimiento de creación de múltiples ONG. Algunos progres se agrupan, elaboran unos estatutos y montan las suyas, se las aprueban y ¡hale a la aventura solidaria! Gente progre que he conocido y que no había movido un dedo por nadie, se inventan una buena causa siempre en un lugar lo más apartado posible del mundanal ruido. A mayor distancia, las vacaciones son más largas y su turismo de “duro vagar” lo pueden disfrazar mejor de proyecto de rollito solidario. Y este rollito solidario de la progresía nos lleva al puro y simple despilfarro. Cualquier BOE, como el del 29 de noviembre de 2011, o los Diarios Oficiales de cualquier Autonomía, nos indica el destino de amplísimas ayudas a obras sociales. Asociaciones, ONG, Centros de iniciativas, Observatorios, supuestos proyectos de desarrollo, programas de impulso, institutos de estudios, problemática de género en la producción acuícola, montajes teatrales en ignotos países, apoyo a la ornitología en los más variados países. O los 7 millones de euros para el Basque Culinary Center Fundazioa. No tienen desperdicio.

En teoría, se puede hablar de todo siempre que no se entre en los temas declarados tabú por el laicismo irascible, la izquierda política y mediática, las asociaciones del lobby gay, un conjunto de gentes que acumulan poder y que se turnan en sus acciones de linchamiento de los católicos. En su acoso permanente exigen la censura en Televisión y medios de comunicación para la opinión, vídeos y declaraciones de los católicos. Para este progresismo expresar creencias y opiniones significa “actuar con impunidad”; por ello, se trata de pedir destituciones, de penalizar, “de meter en la cárcel”, de quitar la nacionalidad española, como indica Arturo Pérez Reverte, a quien hable en contra del adulterio, del aborto, de los abusos de empresarios y trabajadores en sus relaciones laborales, de las drogas, del alcohol, de quienes llevan doble vida, de quienes muestran conductas aberrantes, de convertir la genitalidad en el único referente de la vida de las personas.

Cualquier opinión contraria al pensamiento único, al totalitarismo de la progresía es una desvergüenza y una indignidad. En su intolerancia, sus alegatos a la “libertad de expresión”, a “derechos”, a la “Justicia Social” son puro sarcasmo y un instrumento de manipulación; libertades y derechos sólo existen para ellos, no para los cristianos y sus creencias, a quienes tratan de cooptar y negarles la libertad para que puedan exponer lo que piensan. Por ejemplo, el diario “El País” se negará a rectificar una noticia falsa sobre la financiación de la Iglesia católica. Así, los intolerantes se dotan de una cobertura para sus ataques a la familia, sin importarles el coste social de cuestiones tales como la promiscuidad, la pornografía o la infidelidad.

Los totalitarios utilizan el negativismo en sustitución del diálogo y cualquier excusa para abanderar la confusión y obtener finalidades populistas y el propio beneficio. A los demás, se les exige toda suerte de requisitos y que optimicen sus recursos y los orienten hacia la solidaridad.

En los Informes sobre la Realización del Presupuesto de ejercicios anuales de cualquier Archidiócesis o diócesis se puede uno detener a analizar sus distintas partidas de ingresos y gastos. Por ejemplo, en el Anexo. Archidiócesis de Madrid. Realización del Presupuesto, ejercicio 2009.

Piensan los izquierdistas y otros detractores de la Iglesia que la totalidad de esas cantidades se corresponden con las asignaciones del Estado a resultas de los acuerdos del Concordato; pero, éstas solamente representan un 14% de ese presupuesto de 2009. Por ello, cada vez que la Iglesia se pronuncia piensan que amenazando con denunciar el Concordato acallaran la voz de la Iglesia. Aún considerando que en la partida Subvenciones públicas y privadas la mitad fuesen públicas (colegios concertados, hospitales, orfanatos, residencias de ancianos…) no superaríamos el 15,8% del total del presupuesto. Y si establecemos una comparación con los balances de muchas empresas públicas y privadas comprobaríamos que el porcentaje de las subvenciones estatales a las mismas sería entre el doble y el triple del otorgado a la Iglesia.

Las colectas parroquiales, suscripciones, donaciones, limosnas, herencias y legados voluntariamente entregados por personas privadas ascienden a 48,5 millones, es decir, el 52,67% del presupuesto y 3,3 veces más de lo aportado por el Estado. El resto de los ingresos eclesiásticos, 30,9 millones de euros, provienen de actividades económicas, ingresos financieros, ingresos por servicios, enajenaciones patrimoniales, préstamos... es decir, lo que haría cualquier otra institución que lleve a cabo una actividad cualquiera.

Si analizamos los gastos, con lo asignado por el Estado no se paga el sueldo de sacerdotes y religiosos unos 18,4 millones de euros, un 20% del capítulo de Gastos. A título de ejemplo, con el sueldo mensual de un ex ministro del gobierno de Rodríguez Zapatero se podría pagar el sueldo a catorce curas o a once obispos en activo. A los sacerdotes diocesanos les paga la diócesis de la que dependen, con variaciones mínimas de unas a otras. Un cura de media puede llegar a cobrar hasta unos 950 euros y un obispo unos 1.200 euros. Exactamente, en la diócesis de Madrid, un sacerdote tiene 861 € de Salario base, 15 € por Trienio, y dos pagas extraordinarias al año. A deducir: 28,52 € por contingencias comunes de la seguridad social, y, en general, un 8,24% de retención por IRPF, si bien variará en función del número de trienios.

Es decir, una cantidad neta al mes entre 825€ y 875€ euros (variable en función de los trienios), con lo que deberán sufragar los gastos de agua, luz, gas, teléfono, etc., del piso parroquial. Si vive acompañando a sus padres no recibe compensación alguna. Habitualmente, sacerdotes y obispos ceden sus pagas extras y el diezmo de su paga mensual a Cáritas.

Quien viva cerca de una parroquia podrá comprobar que están siempre al pie del cañón, sea de noche o de día. Si pedimos un techo para todas las personas, por ser algo natural y no constituir ningún privilegio, ¿por qué ha de ser diferente con los sacerdotes y religiosos? ¿Por qué tantos comentarios difamatorios y morbosos?

En la acción pastoral y asistencial dedica el 53,20% de su presupuesto. En la asistencia social destaca Cáritas y otras ONG similares que gastan más que todo lo que recibe la Iglesia del Estado. Vamos que la Iglesia hace el negocio de Roberto y las cabras, mientras que el Estado hace el negocio de su vida.

En su obsesión anticatólica, algunos de IU y el resto de quienes los emulan son capaces hasta de cambiar el ¡Viva San Fermín!

Sobre la Iglesia se lanzan toda suerte de agresiones, bulos, demagogia y difamaciones infinitas, sin fundamento, que pocos contrastamos con datos reales, especialmente, si a las finanzas de la iglesia se refieren. Y los injuriadores continúan su labor de zapa porque les sale muy barato. Sin duda, es la hora de plantar cara a todas aquellas organizaciones obsesionadas con el ataque a la Iglesia y que plantean que no es “políticamente correcto” ayudar al sostenimiento de la Iglesia.

Quisiera remarcar que en la declaración de la renta, el porcentaje del 0,7% se aplica sobre la cuota íntegra y no sobre la cuota líquida a pagar o devolver, ya que aún hay gente que piensa que esa ayuda le va a suponer un coste directo para su bolsillo y por eso algunos ciudadanos no marcan la ´´X´´.

El esfuerzo económico de la Iglesia reduce el gasto del Estado

Otro año y vuelvo a insistir en el mismo tema en el tiempo de la declaración de la Renta. Solamente quienes no se quieren enterar niegan la gran aportación de la Iglesia católica al bien común de la sociedad a través de la gran cantidad de obras que gestiona y que lleva a cabo. Sin duda, si las dejara de hacer, la sociedad sencillamente se paralizaría porque el Estado y los fondos económicos del erario público no podrían cubrir dicha actividad.

¿Cómo podría el Estado administrar 107 centros hospitalarios y 128 ambulatorios y dispensarios más? ¿Cómo podría gestionar y pagar 876 casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y discapacitados? ¿O los 937 orfanatos y otros centros para la tutela de la infancia? ¿O las 321 Guarderías infantiles? ¿O los 365 centros especiales de educación o reeducación? ¿O los 144 otros centros sociales? ¿O los 305 consultorios familiares y centros para la defensa de la familia y de la vida? ¿O los 277 movimientos de pastoral penitenciaria? ¿O los centros para emigrantes que atienden a más de 391.000 personas? ¿O los cursos de formación para más de 80.000 desempleados? ¿O los comedores sociales? ¿O los pisos para atender a mujeres y niños sometidos a violencia? ¿O los pisos para atender a los enfermos de VIH? ¿O los pisos para atender a otros enfermos terminales? ¿O las actividades de conservación y mantenimiento del Patrimonio Cultural e Histórico? ¿O las aportaciones a la sociedad a través de Caritas, Manos Unidas y las Obras Misionales que representan más del 0,7% para el Tercer Mundo?

Además, ¿el Estado podría gestionar otros 1.741.697 alumnos de los 5.347 centros concertados de titularidad católica? Pues no, ya que un alumno en un centro público cuesta anualmente al Estado 3.518 € mientras que un centro concertado sólo le cuesta 1841 €, lo que supone un ahorro para el erario público de 2.920.825.869 €.

¿Podría el Estado asumir más gasto anual? No, pues tendría que asumir casi 36.000 millones de euros que, en estos momentos, le ahorra la Iglesia Católica anualmente. ¿Podría el Estado suplir la misión de ayuda pastoral y social a las personas para encontrar el sentido de sus vidas y de realización personal como respuesta a la contingencia humana y a su sentido de transcendencia, a través de los 4.862 centros asistenciales de la Iglesia?

El socialista Francisco Vázquez, ex alcalde de La Coruña y ex embajador de España ante la Santa Sede, declaraba que “El Estado no otorga ningún privilegio a la Iglesia en la exención del pago del IBI” y considera que “es una campaña de desinformación para deformar a la opinión pública que se viene manteniendo desde hace tiempo basada en una falacia. Es mentira que la Iglesia goce de algún tipo de privilegio. La Iglesia no goza de ninguno con respecto a otra confesión legalmente reconocida en nuestro país. No goza de ningún tipo de consideración excepcional respecto a ninguna institución que desarrolle actividades de carácter altruista o que no busquen beneficios”.

Además, desde 2007, la Iglesia no recibe un solo euro de los Presupuestos Generales del Estado para su sostenimiento. Únicamente percibe lo que los contribuyentes, anualmente, deciden destinar de su IRPF. Rubalcaba y sus demagogos, Caya Lara y sus estalinistas lo saben. Como también saben que la Iglesia tiene el mismo régimen de exenciones fiscales que cualquier fundación o asociación cuyo fin es de interés general. Y saben que los edificios de la Iglesia exentos de IBI no representan ni el 4,9% del conjunto de edificios en esas circunstancias. Pero, es que los demagogos del PSOE y de IU, y hablo de los demagogos no de la totalidad de estas organizaciones, saben perfectamente que la Iglesia ya paga el IBI de los bienes no amparados por la Ley de mecenazgo y que son bienes dedicados a actividades comerciales como podrían ser aparcamientos, explotaciones agrarias, restauración, reposterías… Como, también, pagan el IBI los sacerdotes y las diócesis por sus viviendas particulares.

No pretendo convencer a ninguno de aquellos que viven de consignas dictadas por un comité central político o sindical, o por una sociedad secreta, ahora autodenominadas sociedades discretas, o por colectivos de infinitos colores. Pero sí decirles, que quienes no militamos en ninguno de sus partidos, sindicatos, sociedades secretas o colectivos variopintos, sí les pagamos a ellos parte de las subvenciones millonarias que reciben del Estado aunque, ciertamente, no realizan actividad social de ningún tipo, salvo que entiendan por labor social el desviar el dinero de los ERE, o, entre otras, las 226 adjudicaciones socialistas a la empresa Sadiel, del entorno de Zarrías, Chaves o Rubiales, por un importe de 198.261.195 € y otros miles de actos semejantes para beneficios de sus amigos progresistas que han supuesto un despilfarro de cientos de miles de millones de euros en camino hacia ninguna parte.
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1/5/12

A pesar de todo, ser periodista

Minerva Katssenian inicia su colaboración en este blog con sus impresiones sobre el ser periodista. En una próxima colaboración tratará la doble ciudadanía de los armenios de la diáspora.

Opino que existen muchas razones por las que no querer ser periodista.

Aspecto de una redación de diario norteamericano

En primer lugar (empezando por lo más mundano), porque no hay trabajo; la mayor parte de los mortales –al menos en la España en la que vivimos– necesita médicos, profesores o conductores de autobús, pero puede seguir viviendo apaciblemente sin saber lo que se sufre en Camboya.

Porque, lamentablemente y seguro que acuciado por las necesidades terrenas, el periodista suele exponerse a ser comprado. Si tú no quieres hacer algo, siempre habrá alguien que quiera hacerlo; en una época en la que se lucha por sobrevivir, es probable que muchos oculten sus principios e, incluso, los nieguen tres veces, como Pedro hizo con Cristo. Los periodistas probos, a menudo, son repudiados por el propio periodismo, al que estorban.

Porque, aunque se diga la verdad, hay personas que prefieren no escuchar y seguir cómodamente su día a día, absortas en sus problemas cotidianos e indiferentes a los Iluminados de turno que quieran llevarnos a un temprano apocalipsis.

Porque el periodismo se ha convertido en un negocio, una industria en la que los amos –países ricos como Catar– transmiten sus dictados a voceros occidentales que, si quieren seguir existiendo, deben acatar sus órdenes. A veces, es mejor morir de pie que vivir de rodillas. Sí, quizá el periodismo deba morir y renacer de sus cenizas; más allá de una profesión que nos dé pan, debe ser una forma de entender la comunicación entre los seres humanos; un fin, jamás un medio.

Pero, a pesar de todo, no se puede renunciar a las convicciones y pasiones que nos definen como personas y nos hacen dejar de ser meros organismos vivos. Debemos hacer de la lealtad (a las ideas y a las personas que nos son merecedoras de respeto) un atributo nuevamente humano y no solo propio de nuestros amigos cánidos y equinos.

El periodismo, para mí, ha sido como una ruta que se toma de forma improvisada, sin saber muy bien adónde llevará. Tras haber cursado un bachillerato de ciencias de la salud, una inspiración –acertada, espero– me hizo cambiar en el último momento la palabra medicina por la palabra periodismo en mi hoja de solicitud para cursar estudios en la universidad. Muchas veces, me he preguntado si fue un impulso sabio o una temeridad, pero cada camino tiene reservadas unas pruebas y unas recompensas que lo hacen único y merecedor de ser recorrido. Simplemente, espero que, si, habiendo acabado la carrera y pasados los años, el periodismo no diere los frutos esperados, no lamente la decisión que tomé.

Minerva Katssenian

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